Adolfo Suárez Illana sigue en su cruzada contra los revisionistas de la transición democrática y en su apuesta por recuperar el espiritu del diálogo y la conciliación que marcó aquella época en España y que parece ir perdiéndose poco a poco, si no es que se ha perdido definitivamente.
El hijo del presidente Adolfo Suárez ha cedido protagonismo en el Congreso y en el PP, pero en contraposición parece estar ganándolo en la calle. Y en la televisión, donde no hace mucho ha tenido un éxito sobresaliente entre los jóvenes asistentes al programa "Noche de preguntas", la mayoría de los cuales le puntuaron con un diez por su labor política actual.
Lo ha contado Jesús Fonseca en La Razón, donde ha recogido que la valoración general "no podía ser más positiva: currante, honesto y valiente". Ante ello, el articulista se pregunta por qué el PP "no lo exprime algo más, si es uno de los peperos que más simpatías y menos rechazos despierta; que cuando se le ve por la calle, o acude a cualquier acto, solo o con su esposa Isabel Flores, recibe constantes muestras de cariño y aprobación". Incomprensible, dice.
Valora el mismo autor que "si hay un político que se esté pateando infatigablemente España con ese mensaje conciliador que tanta falta nos hace, pese a padecer una enfermedad que da poca holgura, ese es Adolfo Suárez Illana".
Perdió frente a Bono cuando se presentó a las elecciones para la Presidencia de Castilla-La Mancha y se retiró del ruedo político durante un largo paréntesis. Después volvió y ha estado en primera línea del PP con Pablo Casado, donde permanece, aunque algo más desencantado por la deriva que ha tomado la vida de los partidos políticos y, posiblemente, la sociedad en general. Estamos con Fonseca en que Suárez Illana es un valor a conservar, sobre todo porque va siendo la única voz que clama en el desierto de la política por la vuelta al espíritu de la transición