La renuncia de Vicente Tirado
El otro día me lo confesaba mi amigo Jesús “Lagartillo” después de comer: "¡Qué bien sienta comer bien, joder y mandar!"; y, al “Escopeto” no se le caía de la boca aquello de "¡Qué bonito es mandar!", que recitaba saboreando cada sílaba a la manera del poeta que asiste a una puesta de sol. Mandar es una pasión y como todas las pasiones crea adicción. La culpa la tiene la adrenalina y las mil hormonas que se revolucionan con la pasión del mando, que decía don Gregorio Marañón a propósito de don Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares.
Por eso, cada vez que un político con mando da un paso atrás o al lado uno no deja de admirar el gesto. Además, en esos momentos, cuando el político que está en lo alto hace esa rareza inconcebible para la mayoría uno puede escribir lo que quiera sobre él, porque a sus enemigos les sonará a elogio de entierro y sólo se atreverán a menear la cabeza en gesto de asentimiento. A otro que le llegó el día de las alabanzas. Retirarse tiempo es un arte al alcance de unos pocos. De futbolistas, toreros y políticos que no supieron retirarse a tiempo están las hemerotecas y las páginas de la pequeña y la gran historia llenas.
Nada apuntaba hace sólo una semana a que Vicente Tirado renunciara a seguir mandando en el PP regional. Todas las quinielas dentro y fuera del partido apuntaban a él como el hombre clave. Quién diga ahora que no ha sido una sorpresa su paso atrás o al lado, o se lo ha callado o simplemente va de farol. Luego, cuando se analizan los cambios que han supuesto la llegada de Pablo Casado a la Presidencia del PP nacional todo parece encajar mejor, aunque siempre uno admire el gesto del bueno de Vicente Tirado.
Y digo el bueno porque uno tiene la impresión de que Vicente Tirado, como buen gordo que está satisfecho de serlo, es ante todo una buena persona, y eso es lo que siempre me ha transmitido por encima de cualquier otro mensaje las raras veces que he estado con él. Y para transmitir esa bonhomía tiene la ventaja que tiene siempre alguien que se define como liberal conservador y trata de ejercer de ello. Los “Rufianes” y compañía serán muy tiernos en la intimidad, pero lo único que transmiten en cuanto tienen ocasión es rabia, cólera y resentimiento, justo lo contrario que transmiten la persona y las obras de este manchego de Miguel Esteban y Villafranca de los Caballeros, que cada vez que tiene oportunidad ejerce el papel de ese Sancho, cazurro y tierno, que añade humanidad al ideal excelso y en las nubes de don Quijote. Un ejemplo.