El pacto del despiste
En esto del pacto de Page con García Molina uno confiesa que estaba muy lejos de pensar que la reunión anunciada para el jueves pasado acabaría con la formación de un verdadero gobierno de coalición, en el que los podemitas conseguirían nada menos que una Vicepresidencia que devalúa la de Martinez Guijarro y una consejería que promete ser la oficina de control del cumplimiento vía gasto. El único consuelo que le queda a uno es que el cincuenta por ciento de la representación de Podemos en las Cortes Regionales estaba tan a por uvas como el que suscribe, por no hablar del coordinador regional de IU, Juan Ramón Crespo, teórico aliado del partido de Pablo Iglesias Turrión en “todas sus confluencias” al que la entrada en el Gobierno de Page le ha llenado de casi tanta sorpresa como a David Llorente, el “anticapi” que se tragó el anzuelo del compañero Molina cuando amagó con una enmienda a la totalidad a los presupuestos que le hizo saltar.
También se consuela uno contemplando lo “claro” que lo tienen a todos los niveles, desde Pablo Manuel Iglesias abajo. Así, mientras el jefe niega que el Gobierno de coalición sea ningún laboratorio y el ideólogo Monedero no tiene problema en afirmar que esto “será el comienzo de una hermosa amistad”, el anticapi jefe Miguel Urban habla de “subalternización” y el diputado podemita Raúl Camargo lanza una interrogación retórica al aire con un "¿Y para esto nacimos?", que a uno le ha traído el aroma inconfundible de aquella genialidad del periodista Eugenio Suárez y su antológica "¿Y para esto hemos muerto un millón de españoles?".
Y si en las filas podemitas saltan chispas, que se pretenden apagar con una consulta popular de esas que tan bien se le dan a Echenique, en el PSOE los enemigos de Page se descojonan de risa viendo al “baroncito” tragar con una fórmula de gobierno que el mismo Sánchez había rechazado para sí mismo en enero del año pasado, cuando Iglesias se presentó con sus ministros “in péctore” a tomar el Ministerio del Interior y Prado del Rey. Eso sí, ni ellos, ni los que piensan en la profunda incoherencia del pacto de los sillones dirán una sola palabra.
Y es que, con el editorial del sábado del periódico El Mundo a la cabeza, que ayer comentaba el confidencial de este digital, no hay quien sea capaz de explicar el cúmulo de contradicciones del presidente García-Page, si no es desde la clave de un trágala impuesto desde Madrid por el dúo Iglesias-Sánchez y la del mantenimiento del poder a toda costa y por encima de cualquier principio.
Es la misma coherencia mantenida por Page en el asunto de urbanismo del que nos informaba La Tribuna de ayer: “Page gana en la Junta una sentencia que condena su acción como alcalde”.
Lo dijo uno hace mucho tiempo y en esto no me he equivocado: “Page siempre gana” .