El legado de los espías (2017) es la penúltima novela publicada por John le Carré. En ella mira desde el presente a ese Círculo en cuyo centro estaba el inolvidable personaje, maestro de espías, George Smiley. Después solo publicó Un hombre decente. No sería extraño que un autor tan prolífico hubiera dejado alguna otra obra en el cajón con alguno de esos personajes y su mundo.
Lo suyo es que el lector, antes de leer El legado de los espías, haya leído El espía que surgió del frío (1963) y El Topo (1974), aunque esta última no es imprescindible para no perderse en el mundo ahora lejano de la Guerra Fría en la que los hijos de Alec Lemas y Elizabet Gold reclaman justicia para unos hechos que parecían perdidos en el tiempo. Pero así es la memoria, sus motivaciones y sus argumentos, tan comprensibles desde el punto de vista de los herederos como de las razones de la gente que fueron sus protagonistas para defender sus razones. Un mundo desaparecido que ahora vuelve y resucita en la memoria de sus herederos. Un círculo que el autor cierra, o pretende cerrar, y en el que todos tienen razones que alegar. Aunque Le Carré escribió muchas otras novelas que no tenían a la Guerra Fría como fondo, yo me quedo con esta gente de Smiley y su mundo, porque con ellos como protagonistas sus novelas alcanzaron una profundidad que muy pocos escritores de novelas de espías consiguieron.
El mundo de Smiley, de Guilliam, aquí el protagonista y principal responsable señalado de la muerte de la pareja de El espía que surgió del frío, de Prideaux y de tanta otra gente que anda siempre en ese mundo de archivos, de traiciones y de secretos, es al final el mismo que podríamos encontrar en una de esas novelas clásicas de los grandes autores de la literatura universal. El mundo en el que personas de carne y huesos acaban por narrarnos los deseos, las dudas, los sentimientos inherentes a la condición humana. Le Carré es otro clásico más. No es un simple escritor de novelas de misterio y espionaje. Hay mucho más en sus novelas que simple entretenimiento. Y, sin duda, ese mundo del Circus forma parte de ese universo en el que habitan Madame Bovary o don Quijote.
En definitiva, El legado de los espías viene a ser una buena excusa para volver a Le Carré y al mundo que, sin ninguna duda, mejor ha retratado en sus novelas. Al lector habitual de Le Carré no le hacen falta motivos para seguir leyéndolo. Al que no lo es, solo decirle que se lo pierde.
John Le Carré. El legado de los espías. Traducción de Teresa Clavel. Ed. Planeta, 2017. 384 páginas.