García-Page toma impulso
El presidente García-Page no está teniendo una legislatura fácil. Su minoría parlamentaria en las Cortes de Castilla-La Mancha le ha obligado a tomar decisiones que hubiera preferido no tomar y a sacarse el carné de socio de un club al que nunca hubiera querido pertenecer, pero las circunstancias siempre mandan y en política son las que pesan sobre las grandes decisiones. Entre los meses de abril y agosto de este año Page soñaba por las noches con la mayoría absoluta que no tuvo y deseaba dos diputados más en la bancada socialista como si le fuera la vida en ello, pero al despertar el dinosaurio de Podemos amenazaba con convertirlo en su merienda y no había más remedio que seguir sufriendo. La Presidencia de Castilla-La Mancha bien vale un par de malos ratos y sentar a Jose García Molina en el Consejo de Gobierno, donde se está tan a gustito.
Un mandato complicado, con muchos sobresaltos y un esfuerzo de tragarse sapos que a Page le ha venido a dar muchos disgustos pero que, tengo la impresión, empieza a ofrecerle algunas recompensas. El presidente de Castilla-La Mancha y secretario regional del PSOE, superados ya esos tiempos malos y absolutamente reforzado como líder socialista en la comunidad, empieza a disfrutar de un momento nuevo con la vista puesta en las autonómicas de 2019 y el sueño de una victoria electoral que le mantenga en la Presidencia de la Junta y le lleve al gran momento de madurez política de su carrera. García-Page ha fijado ahora esa meta como su perfecto horizonte político y, desde la distancia periodística, se le ve mucho más animado y tranquilo, liberado ya de las pesadas cargas de los últimos meses y sin los apuros de las presiones podemitas que tanto le han venido atosigando. Ahora García Molina y sus chicos de Podemos están colocados y tranquilos y el mundo es mucho más fácil: Page está feliz y se siente renovado. Eso se nota.
El año y medio que queda por delante hasta mayo de 2019 tiene, por tanto, un recorrido más o menos previsible. En algún momento de este tiempo Page tendrá que romper su contrato matrimonial con García Molina y desprenderse de ese lastre electoral, aunque después, con la legislatura ya hecha y un nuevo programa político, abordará los últimos meses de mandato jugueteando entre la memoria y el olvido con la intención de presentarse a las elecciones como el presidente que más se parece a Castilla-La Mancha y el único que entiende de verdad a la región. En ese campo, por ahora, García-Page le lleva ventaja a un PP que no termina de encontrarse en el discurso y no ve el modo de parar los pies al presidente, independientemente de que su gestión como gobernante sea buena, mala o mediopensionista. Está claro que, después de un tiempo tirando a regular, Page está tomando impulso y aborda muy en serio su futuro. A por todas.