Cospedal y Page en la espuma de los días
La política es un terreno movedizo y escapista y lo que vale para esta mañana puede ser que no valga para esta misma tarde. La vida pública lamentablemente se ha convertido en un territorio inestable y de valores populistas, o sea, puramente huidizos y coyunturales. Todo depende del momento y eso, como su nombre indica, es terriblemente móvil y cambiante. Hace unos pocos años, tampoco tantos, no se daba esta veloz algarabía, ni los políticos pensaban a tan corto plazo, y había un suelo más o menos firme sobre el que pisar. Pero ahora la vida se nos escapa entre las manos y nadie compromete nada más allá de un rato, y siempre con reservas. Las agendas políticas se han abarrotado de naderías cotidianas que no dejan ver el bosque global de lo valioso o lo importante. El vértigo es un gran valor en nuestro tiempo.
No sé si viene mucho a cuento, pero pienso en estas cosas al observar el momento de Page y Cospedal en relación a Castilla-La Mancha. En sólo dos años todo ha cambiado para ellos y ellos y sus circunstancias lo han cambiado todo. El horizonte de 2019, en el que todo el mundo pensaba con ellos dentro en el fragor de la batalla, ha dejado de ser una idea fija y consolidada y en sólo unos meses se ha convertido en un terreno incierto y pantanoso en el que ya nadie da nada por cierto o con aspiraciones de llegar a serlo. Es probable pero no seguro que el presidente Page repita como candidato a la Presidencia de Castilla-La Mancha dentro de dos años, a la vez que es improbable pero no del todo que Cospedal quiera volver a la región para disputar con quien sea el Palacio de Fuensalida. No hace más que cuatro días medio mundo daba por hecho que Page y Cospedal librarían en mayo de 2019 la segunda y definitiva batalla de su particular guerra política, pero en este junio de 2017 nadie es capaz de descartar siquiera que tengamos que ir en poco tiempo a unas elecciones autonómicas anticipadas, quién sabe con qué clase de cartelería.
Es el signo de los tiempos, las turbulencias que provoca la frivolización de la política y haberlo apostado todo al futuro de las próximas veinticuatro horas. Es verdad que en los casos de Page y Cospedal hay factores políticos y personales que se entremezclan en una realidad mucho más compleja, pero también me parece que ambos son reflejo de un tiempo nuevo, con partidos nuevos, que han llegado improvisando y con ganas de deslumbrar a la gente a base de botes de humo, mucha gaseosa y una bonita colección de fuegos artificiales brillantosos y de rápida caducidad. Y de ahí su estatus actual, poderoso pero incierto, es verdad que no en igual medida. Page y Cospedal en la espuma de los días: el poder en dos facetas diferentes y las circunstancias del aquí y el ahora como condicionantes de lo que tenga que venir. Castilla-La Mancha en el corazón. Y en la diabólica ruleta del mañana.