"La gente alucina cuando entra". Son palabras de David Pérez, el museógrafo que dirige la Fundación Fernando Núñez, a la que el Obispado de Cuenca cedió en 2020 la gestión cultural del Monasterio de Uclés, una majestuosa joya escondida en la España más despoblada y que sigue siendo desconocida para el gran público pese a su relevancia patrimonial y su trascendencia histórica. Durante el pasado año, marcado todavía por las restricciones contra la COVID-19, a duras penas logró superar la barrera de los 10.000 visitantes, a una media de menos de 30 diarios.
Desde la cúspide de un cerro que se eleva sobre el pequeño pueblo conquense de Uclés, con poco más de 200 habitantes y a menos de 90 minutos en coche desde Madrid, el imponente conjunto apodado con acierto como "El Escorial de la Mancha" ocupa una extensión de más de un kilómetro cuadrado y atesora los restos de una antigua fortaleza islámica que en 1174 se convirtió en la cabeza de la Orden de Santiago. Se conservan también el monasterio propiamente dicho, iniciado por el monarca Carlos I en 1529 y finalizado en 1735 bajo el reinado de Felipe V, y la iglesia que comenzó a levantarse a finales del siglo XVI. El transcurrir de los años durante su construcción hacen que allí confluyan tres estilos característicos de la arquitectura española: el plateresco, el herreriano y el churrigueresco. Destacan la imponente escalera de acceso al claustro, el sinigual artesonado del antiguo refectorio, los frescos de Francisco Rizi o el aljibe con decoración barroca que se encuentra en el centro del patio.
Tristemente, a comienzos del siglo XIX la famosa y cruenta Batalla de Uclés y la invasión de las tropas napoleónicas durante la Guerra de la Independencia causaron importantes daños en el Monasterio, que años más tarde tuvo que ser abandonado de forma forzosa por la Orden de Santiago debido a las desamortizaciones. A partir de entonces, de nuevo como propiedad del Iglesia desde 1874, el edificio fue utilizado como convento jesuita y colegio hasta el estallido de la Guerra Civil en 1936, cuando quedó en zona republicana y fue saqueado nuevamente pese a que había sido declarado Monumento Nacional cinco años antes. Los frailes y alumnos fueron expulsados y el deteriorado edificio fue utilizado durante la dictadura de Franco como hospital y como cárcel. Ya en 1949 se convirtió en sede del Seminario Menor del Obispado de Cuenca, recibiendo cada curso a decenas de alumnos ininterrumpidamente hasta 2012, cuando la falta de vocación sacerdotal provocó su cierre.
"Desde esa fecha se ha intentado hacer algunas actividades y se han permitido las visitas al Monasterio, pero con una gestión cultural casi inexistente. Nunca se ha comunicado su existencia más allá del territorio conocido a pie, pero poco a poco hemos ido haciendo cosas para demostrar su potencial", asegura el máximo responsable de la Fundación Fernando Núñez, que lleva por nombre el del presidente del Grupo Ibérica, un exitoso conglomerado societario con negocios e inversiones en el mundo del motor, de la alimentación o del deporte, entre otros.
El sueño de un empresario
"Siempre he sido un enamorado del arte y de la cultura. Mi mujer es de Uclés y desde una residencia que tenemos allí miraba a lo alto y veía el monasterio casi en desuso, soñando en que podía ser el centro de un proyecto cultural desde el que explicar la historia de España, la de Uclés y la del propio edificio", asegura el empresario en el que hace un par de años confió el Obispado de Cuenca para revitalizar el que sin duda es su principal activo patrimonial junto a la Catedral de la capital conquense. La Fundación Fernando Núñez, financiada exclusivamente con fondos propios y sin el soporte económico de las Administraciones públicas, va a invertir con ese objetivo alrededor de un millón de euros durante este 2022.
"Mi padre me enseñó que debemos devolver a la sociedad lo que nos ha dado, así que entendí que debía hacer un esfuerzo y dedicar parte de mis recursos como empresario para revalorizar el Monasterio de Uclés, que pese a todo lo que ha significado tanto arquitectónica, cultural e históricamente es uno de los grandes olvidados de Castilla-La Mancha", añade el mecenas lucense, que para llevar adelante con éxito su misión en Uclés ha apostado por "aplicar las tecnologías del siglo XXI a la cultura antigua y utilizar todos los conocimientos actuales para que nos permitan descubrir nuevas cosas sobre la antigüedad".
En julio de 2021, con el sorprendente espectáculo 'Cuenca, Uclés, Vía Láctea', ya demostraron que son capaces de hacerlo. Hasta 120 personas de distintas nacionalidades trabajaron durante los meses previos para aunar liturgia con música en directo, efectos de luz y sonido y técnicas como el videomapping. "Fue tecnológicamente muy potente y enseñamos cómo eran las misas desde el siglo XII hasta el siglo XVI. La música que se estaba interpretando en Uclés se escuchaba simultáneamente en la Catedral de Cuenca, mientras el órgano que estaba tocando en la Catedral de Cuenca se escuchaba en Uclés", recuerda David Pérez.
Sin embargo, el máximo responsable de la Fundación Fernando Núñez y de La LAB, una sociedad limitada creada al amparo de la organización matriz para poder revertir los beneficios de las producciones en nuevos proyectos, pone el foco en los tres convenios de colaboración que se firmaron el pasado año con las universidades de Castilla-La Mancha, de Alcalá y de Salamanca para "lanzar estudios que aporten luz a la historia tanto del monasterio como de la villa de Uclés". "Es algo inaudito que no creo que haya podido hacer ninguna fundación en su primer año de vida", dice con orgullo.
La Colección Uclés
El equipo de Musicología de la Universidad de Salamanca, por ejemplo, va a aportar sus conocimientos especializados para estudiar a fondo la Colección Uclés, formada por un millar de libros de música del siglo XVI que atesoró Wolfgang Rumpf de Wielross durante sus viajes por Europa, continente que recorrió como diplomático de Felipe II. En calidad de caballero de la Orden de Santiago, todos sus valiosos ejemplares fueron cedidos a la congregación y, pese a que están igualmente encuadernados y tienen el sello del Monasterio de Uclés, actualmente se encuentran desperdigados por varias bibliotecas de España y del resto del mundo. "Es una colección única y una semilla importantísima de nuestro proyecto cultural, porque los caballeros de la Orden fueron transmisores de la cultura de la vieja Europa. Nuestra idea es que el mismo viaje que hicieron los libros impresos hace siglos en Florencia, en Venecia, en Praga o en los Países Bajos ahora viajen conceptualmente a la inversa y podamos descubrir dónde se imprimieron, dónde se pensaron, etc.", cuenta David Pérez.
De hecho, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha presentará la Colección Uclés el próximo 15 de marzo ante el Gobierno de España como precandidata a la obtención del Sello de Patrimonio Europeo, un distintivo con el que la Unión Europea pretende promover el diálogo intercultural en el continente. "Se valora mucho que sea un proyecto vivo", asegura con esperanza el máximo responsable de la Fundación Fernando Núñez, que ahonda en ese sentido explicando que la intención es "utilizar las actuales técnicas de inteligencia artificial y los nuevos softwares de música para completar las polifonías de las partituras que se hayan extraviado o no se puedan catalogar" y "poner en marcha un concurso internacional en el que artistas contemporáneos hagan su propia versión de dichas partituras desde el siglo XXI".
Lux in Tenebris
Esas creaciones musicales, mezclando lo clásico con lo actual, serán interpretadas en el Monasterio de Uclés durante el evento Lux in Tenebris, que nació en 2020, quedó interrumpido por la pandemia y regresará en 2022 con vocación de tener una periodicidad anual. La edición de este año se celebrará los próximos Jueves, Viernes y Sábado Santo mezclando música, teatro y narrativa audiovisual para rememorar el Oficio de Tinieblas, que en el siglo V se asemejaba a un funeral por la muerte de Cristo: las luces del templo tenían que estar apagadas y en el centro lucía un candelabro especial llamado tenebrario con quince velas encendidas que se iban apagando al finalizar cada salmo, hasta que toda la iglesia se quedaba a oscuras y los fieles hacían sonar matracas y carracas para simular las convulsiones de Jesucristo al fallecer.
Durante esos tres días se espera que 2.000 personas visiten Uclés para asistir al recital, una cifra que multiplica por diez a la población de la localidad conquense. "La historia no está hecha en las ciudades, que son algo relativamente moderno. Cada pueblo tiene que mirar qué ha aportado a la historia y ese conocimiento es algo que deberíamos fortalecer para traducirlo, además, en turismo cultural que genere oportunidades para luchar contra la despoblación", considera Fernando Núñez, que recuerda "con orgullo" que en menos de dos años de andadura su Fundación ha conseguido que el Monasterio de Uclés haya sido elegido por el Observatorio de la Cultura como la mejor propuesta cultural de Castilla-La Mancha en 2021.
"Pero no es solo eso, es que estamos entre los 50 primeros de España en una competición en la que participan museos como el Reina Sofía o el Prado. Nos han metido de golpe en la Champions League de la Cultura", añade David Pérez, que al igual que su 'jefe' y amigo Fernando Núñez considera que "el Monasterio de Uclés puede ser un motor de actividad turística y, por tanto, de actividad económica". Aunque con condiciones. "Es fundamental tener una actividad económica paralela que le dé viabilidad económica al monasterio, pero nosotros tenemos claro que hay que hacerlo desde una exquisita profesionalidad y solo autorizando eventos que sumen prestigio al proyecto cultural", asegura con relación a la utilización del edificio para celebraciones promocionales, empresariales, nupciales o de otro tipo.
Pese a que ya tienen en mente proyectos de alojamiento y restauración para el medio y largo plazo, Pérez defiende con ahínco que "un monasterio no puede ser ni un restaurante ni un hotel de lujo" y que "no se puede pervertir su uso". "La Biblia habla de dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento y dar posada al peregrino, así que estamos trabajando para llevar este concepto al siglo XXI", añade sin querer ofrecer más detalles. "Poco a poco hemos conseguido que lo que estamos haciendo en el Monasterio de Uclés sea apreciado dentro del colectivo de la cultura y también por el Obispado de Cuenca, que buscaba alguien solvente económica y moralmente para gestionarlo". Y eso es algo que aseguran no estar dispuestos a traicionar ahora que "El Escorial de la Mancha" está volviendo a brillar.