"Es un momento complicado, pero no un momento crítico". Esto decía Carlo Ancelotti en rueda de prensa mientras analizaba la pésima actuación de su equipo a la conclusión de la final de la Supercopa de España. Sin embargo, esas palabras que intentaban buscar un mínimo rayo de optimismo y de esperanza de cara al futuro no podían tapar la preocupación que despierta un Real Madrid que está en la reserva.
El final del año 2022 y el principio del 2023 está siendo doloroso para los blancos. Han perdido el brillo mostrado antes del Mundial y las individualidades, que aparecen en contadas ocasiones, no alcanzan ya para resolver partidos cuando la situación se pone caliente. El Real Madrid ganó al Valladolid y al Cacereño con más oficio que fútbol y todo lo que ha venido después ha sido una caída sin frenos hacia el despropósito.
La derrota contra el Villarreal en La Liga hizo saltar todas las alarmas antes de la Supercopa de España y el preocupante nivel mostrado ante el Valencia confirmó lo que ya era una evidencia: este Real Madrid no está. Courtois ha sostenido, mientras ha podido, a un equipo sin alma y sin identidad.
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Sus estrellas se encuentran a un nivel irreconocible y la plantilla ha perdido esa sexta velocidad que antes le hacía sacar los partidos hacia delante con autosuficiencia. Para colmo, la defensa se ha convertido en un coladero que ante el Barça ha tenido su noche más desastrosa. Tres goles encajados, podrían haber sido muchos más de no ser por un gran Courtois, que confirman la primera derrota de los blancos en una final desde el año 2018.
En aquella ocasión, el conjunto merengue hincó la rodilla ante el Atlético de Madrid del 'Cholo' Simeone en otra Supercopa, la de Europa. Ahora, el Barça de Xavi ha sido su verdugo en el primer título del de Terrasa en el banquillo culé. El Real Madrid entra en una profunda crisis que tiene ahora mismo siete síntomas claramente identificables.
La autopista de Carvajal
Dani Carvajal ha sido uno de los grandes señalados del mal partido del Real Madrid. El jugador español ha sido el peor de la defensa y eso que el nivel general de la zaga ha sido paupérrimo. El lateral ha sufrido en todos sus enfrentamientos al no tener una marca clara, ya que ha tenido que estar pendiente de demasiadas cosas sin llevar a cabo con éxito ninguna de ellas.
Por el costado izquierdo del Barça aparecía Pedri con frecuencia para generar superioridad en el centro del campo. También Gavi, como en la acción de los dos primeros goles culés. E incluso Balde, que cuajó un muy buen partido a pesar de tener la responsabilidad de hacer olvidar a Jordi Alba.
El lateral derecho del Madrid cerró una actuación dramática que evidenció su bajo nivel de forma. Ha perdido la velocidad y la contundencia que le hacían marcar la diferencia y sigue teniendo enormes carencias en lo táctico para cubrir su espalda. Quedó señalado tanto en el primer gol del partido como en el segundo.
El gol que abrió el partido para el Barça llevó el sello de Rüdiger, pero también el de Carvajal. El error en la salida de balón del central pilló al lateral diestro abierto en exceso y fuera de posición. Sin embargo, su mayor error estuvo en su repliegue al ralentí una vez había claras evidencias de que la jugada iba a acabar mal. Carvajal regresó a su posición a poco ritmo y Gavi lo aprovechó para adelantarse, colarse entre él y Militao y batir a Courtois tras recibir un gran pase de Lewandowski.
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Si en el primero había fallado, en el segundo el desastre fue mayor. Salió a destiempo a intentar cortar un balón al centro del campo cuando Militao ya había iniciado la acción para intentar interceptar la pelota. Su fallo posibilitó después el desmarque de Gavi por el pasillo que había quedado libre en su banda. El centrocampista del Barça, en ventaja, asistió a Lewandowski y puso la remontada casi imposible.
Esos dos fueron los fallos más groseros de un Carvajal que cuajó un partido pésimo. Superado siempre por su banda, sufrió para medirse a un jugador tan rápido como Balde. Y para colmo, no ofreció ni una sola salida positiva en ataque por su costado ni supo entenderse con jugadores tan incisivos como Fede Valverde o Rodrygo.
Los despistes de Rüdiger
Si Dani Carvajal fue la mayor de las preocupaciones por la banda, teniendo en cuenta que el partido de Ferland Mendy también fue de muy poco nivel, el principal foco de dolores de cabeza para Ancelotti en el centro de la defensa estuvo en la figura de Antonio Rüdiger. El central alemán, que llegó este verano con la vitola de defensor de primer nivel europeo, lleva unas últimas semanas rindiendo a un nivel muy preocupante.
Desde el Mundial, el jefe de la defensa de la selección germana está completamente desconocido. Errático con balón, mal en el juego aéreo y poco contundente en las marcas y en las ayudas. Ante el Barça volvió a mostrar los problemas que ya exhibió sobre todo contra el Villarreal. La baja de Alaba, de quien se decía que no estaba tampoco a su mejor nivel, ha terminado siendo una losa para el que hasta ahora era el defensor del título.
Rüdiger comenzó su mal partido propiciando la jugada del primer gol. Falló en la salida de balón al comprometer a Camavinga con un pase que no llevaba la jugada a ningún sitio más que al desastre para los blancos. El francés venía a ofrecerse con un jugador pegado a su espalda y el defectuoso envío del alemán terminó propiciando la contra azulgrana. La presión alta de los de Xavi surtió efecto y el gol fue inmediato.
En el segundo tanto, aunque Rüdiger no tuvo una cuota importante de la culpa, no leyó bien la situación de peligro y se lanzó a tumba abierta para cerrar la subida de Gavi por la banda derecha, olvidándose de que su única salida era jugar con Lewandowski que esperaba en el área pequeña. El exjugador del Chelsea eligió mal y cayó en el segundo.
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Durante casi todo el partido, Rüdiger estuvo desacertado en sus marcajes, permitiendo que Lewandowski fuera un peligro constante, y muy nervioso con el balón en los pies. Ya en la segunda parte, tuvo un fallo infantil al enredarse en una jugada siendo el último hombre permitiendo un robo peligroso de Lewandowski, quien intentó una vaselina desde el centro del campo para sorprender a Courtois y que no fue gol por muy poco.
Kroos y Modric, inexistentes
Si el Real Madrid notó la ausencia de Alaba en defensa, también sucedió lo propio con la de Tchouameni en el centro del campo. El galo en tan solo unos meses se ha convertido en fundamental. Ha sabido rellenar el hueco dejado por Casemiro y ahora mismo es indispensable para que jugadores como Kroos y Modric, en el descuento de sus carreras, puedan mantener su nivel con balón.
Luka Modric no ha vuelto desde el Mundial. El jugador croata está pasando un bache físico importante. Ancelotti le ha intentado cuidar desde su regreso y ante el Valencia no salió de inicio. Pero lo cierto es que el balcánico, aunque juegue pocos minutos, evidencia que está lejos de su mejor nivel. Inofensivo en los pases, sin capacidad de desborde en la conducción y algo colapsado a nivel mental.
Además, sin el apoyo de Alaba en la salida de la pelota y con el Barça sabiendo hacer la presión para guiar siempre el juego del rival hacia el perfil de Rüdiger, el croata sufrió de lo lindo. Modric estuvo sobre el terreno de juego poco más de una hora, pero fue intrascendente. Realizó 27 pases acertados de 29 intentados (93%), pero ninguno de ellos fue clave para llegar hasta una ocasión de peligro. Algo impensable en un jugador de su categoría. Además perdió siete balones y no consiguió hacer ni un solo robo y tampoco ni un solo disparo a puerta, jugando siempre lejos del área rival.
El partido de Kroos fue casi un reflejo del de Modric. El alemán empezó algo más entonado, pero se fue apagando. Rindió a un nivel muy lejano de lo ofrecido ante el Valencia de Gattuso evidenciando que el puesto de pivote no le permite sacar sus mejores virtudes. Jugó algo más que su compañero en la medular, 72 minutos, pero igualmente sin tener influencia real en el fútbol del Madrid.
Manejó buenos porcentajes de acierto con un 46 de 49 en pases (94%), pero solo uno de sus envíos fue hacia delante con proyección de ataque prometedor. Jugó mucho más en largo que Modric, pero siempre con balones que no generaban ventaja y que simplemente cambiaban la zona de posesión. Tuvo un disparo a puerta que no inquietó a Ter Stegen y perdió hasta ocho balones.
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Para colmo, la presencia de Camavinga, tocado por un golpe en la rodilla y que fue cambiado al descanso tras otro partido irregular, no resultó decisiva para que el alemán y el croata consiguieran mostrar su mejor versión. El galo estuvo mejor que ante el Valencia, pero no fue ese jugador decisivo que gana partidos desde el banquillo.
El poblado centro del campo del Barça con Busquets, De Jong, Gavi y Pedri pasó por encima del Real Madrid, controló el partido y permitió a los de Xavi jugar en una posición cómoda, siempre controlando la medular con vocación de ir hacia delante. A pesar de que 'solo' tuvieron el 53% de la posesión y un 60% de acierto en pases, supieron hacer de ese ligero dominio de la pelota un juego muy efectivo y decisivo en el marcador.
Un Madrid sin oportunidades
El Real Madrid dejó una pobre sensación sobre el césped del Estadio Rey Fahd. Registró números impropios de un equipo que viene de dominar el fútbol europeo. Y aún así estos edulcoraron un análisis que en realidad arroja una lectura mucho más negativa de lo ofrecido por el equipo de Carlo Ancelotti.
En total, realizaron 12 disparos de los cuales solo la mitad fueron a portería. No obstante, de esa docena de acercamientos, ocasiones reales se podrían contabilizar realmente dos a las que se debe añadir el tanto de Karim Benzema ya en las postrimerías del encuentro. Un Real Madrid que no causó miedo en ataque y que hizo aguas atrás.
Después de recibir un disparo al palo de Lewandowski previo milagro de Courtois y que en el rechace Balde perdonó con el belga ya batido, Benzema dispuso de la mejor ocasión de los blancos en la primera mitad. Fue, seguramente, la mejor jugada del Real Madrid en todo el partido. Subida de Mendy por banda izquierda, centro para Benzema al segundo palo y cabezazo del francés que se marchó rozando el poste.
Desde ahí, no hubo noticias del Real Madrid en ataque hasta los minutos finales. Ter Stegen tuvo que intervenir con un disparo colocado de Rodrygo que el alemán sacó con un vuelo espectacular. Por el camino, los de Ancelotti dejaron algún tímido lanzamiento lejano, fueron los casos de Kroos y Asensio, pero sin poner en apuros al portero del Barça. A partir de ahí, vuelta al desierto hasta que Benzema consiguió hacer el único gol del Real Madrid con un disparo desde dentro del área después de un par de rebotes.
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Un tanto que le sirvió para continuar con su buena racha, pero que ni siquiera les hizo creer en la remontada al llegar ya al borde del final. El Real Madrid, que siempre se había caracterizado por ser un rodillo en ataque, se ha visto convertido en esta Supercopa de España en un combinado manso, sin pegada y sin ideas.
Los cambios no mejoran
El partido del Real Madrid fue malo desde el inicio hasta el final. Los titulares no supieron dar la talla y jugadores menos habituales como Rüdiger o Camavinga no hicieron méritos para ganarse un puesto en el once titular del futuro. Sin embargo, la aportación de los jugadores del banquillo fue, una vez más, intrascendente.
El Barça se puso 0-2 al descanso y Ancelotti decidió agitar la coctelera. Había sorprendido la ausencia de Rodrygo en el once dado el mal partido de Camavinga en las semifinales ante el Valencia. Quizás quería aprovechar la inyección de vitalidad que siempre supone el brasileño en las segundas partes. Sin embargo, ante el Barça salió y el exjugador del Santos se contagió de la apatía que reinaba en sus compañeros y no fue capaz de ofrecer nada distinto.
Misma situación que con el resto de cambios. No se puede decir que Ancelotti no dio tiempo a sus revulsivos, pero lo cierto es que estos no supieron cambiar el rumbo del encuentro. Ceballos y Asensio cogieron el centro del campo que Modric y Kroos no habían salido gobernar y nada mejoró. De hecho, el tercer tanto del Barça, obra de Pedri a pase de Gavi, llegó tras un fallo imperdonable del utrerano con un pase horizontal hacia Militao que era sinónimo de robo, contra y gol del rival. De esos que se prohíben desde alevines.
El otro de los cambios fue la salida de Nacho por un calamitoso Carvajal. Sin embargo, el central español no ofreció nada diferente por el carril diestro y el Real Madrid perdió una vía por la que intentar generar algo de peligro en la búsqueda de una remontada que nunca estuvo cerca. Los blancos no supieron encontrar ni esa cuota de espíritu y heroicidad que siempre sobresale de su ADN.
Ancelotti, sin soluciones
Los cambios no lavaron la cara de un equipo que se mostró plano desde el principio hasta el final. Ancelotti no acertó con el once titular ya que, más allá del bajo nivel de su plantilla hombre por hombre, no supo ganar la batalla del centro del campo. La ausencia de Tchouameni fue la llave que le dio el poder a Xavi Hernández para, desde la acumulación y desde la elaboración de una presión rápida tras pérdida y en salida de balón, ambas en campo rival, gobernar la final.
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'Carletto' no supo contrarrestar esta baza durante todo el partido y tampoco se atrevió con algo innovador o revolucionario en la segunda mitad para intentar agitar un partido que se le iba. Solo movió piezas, jugador por jugador, pero manteniendo el mismo esquema y el mismo plan. La previsible entrada de Rodrygo por banda derecha, sin el apoyo de Carvajal para generar superioridad, no surtió efecto.
En el centro del campo, Ceballos y Asensio no mejoraron a Modric o Kroos. Y con Lucas y Alaba lesionados, la otra variante habitual del cambio de laterales no se pudo realizar. Sin embargo, Ancelotti no optó por romper su defensa de cuatro y cambiar a tres centrales y dos carrileros para buscar mayor profundidad por las bandas.
Tampoco dio la oportunidad a Mariano para intentar jugar, a la desesperada, con un doble punta y con una referencia más fija en el área. Y ni mucho menos se atrevió a meter a un futbolista como Hazard entre líneas para generar desequilibrio y superioridad. Por último, el Real Madrid ni siquiera explotó su juego aéreo y se quedó sin alternativas para buscar el gol. El inmovilismo al poder en una noche negra que podría marcar un antes y un después en la temporada.
Un bajón físico alarmante
Ancelotti ha venido reconociendo en los últimos días que el equipo está tocado y que se estaba cayendo físicamente en este momento de la temporada. Lo que todos temían tras el Mundial, el Real Madrid lo está padeciendo en sus propias carnes. La plantilla está en la reserva y las lesiones tampoco han ayudado a repartir esfuerzos. Como consecuencia, el Real Madrid se desangra en defensa y desaparece en ataque. A muchos se les ha encendido ya el piloto de avería en su panel de mandos.
El juego ofensivo del Real Madrid ante el Barça se basó en balones a Vinicius y que el brasileño, exhausto física y mentalmente, intentara inventar algo eliminando rivales con el desborde y el regate. Sin embargo, el extremo chocó una y otra vez contra Araujo, Koundé y compañía. Benzema, que se desentendió del choque en la segunda parte hasta el gol, tampoco apareció. Y eso que había sido el mejor en las semifinales y que su nivel estaba in crescendo.
Kroos empieza a notar el desgaste de ser de los pocos que tira del carro al no haber pasado por Qatar y los Militao, Rüdiger, Modric y compañía se encuentran ahora mismo a años luz de su plenitud. El Real Madrid aguanta en los partidos hasta que un inconmensurable Courtois pierde su condición su imbatido. Pero cuando el belga también cede ante el asedio, el equipo merengue se convierte en la caricatura de sí mismo que está siendo en este 2023. El rumbo preocupa, pero cierto es que esta plantilla se ha ganado más que ninguna el crédito para confiar en un pronto regreso.