Llegados a los últimos diez días de mercado de fichajes, el protagonista indiscutible es Kylian Mbappé (París, Francia; 1998). Las cartas están sobre la mesa: le queda un año de contrato, quiere irse al Real Madrid este verano, el PSG lo sabe y los que mandan tensan la cuerda. Hasta ahora Nasser Al-Khelaifi, el presidente del club, ha sido claro con sus intenciones, pero el que de verdad tiene la última palabra es otro: el emir de Catar.
Tamim bin Hamad Al Thani (Doha, Catar, 1980) es el quid de la cuestión. Al-Khelaifi, la cara que todos conocen desde que los petrodólares aterrizaran en París en 2011, es seis años mayor, pero es su amigo el que lo controla todo y el que toma las decisiones en momentos críticos como el que acontece: el futuro de Mbappé. Es el emir el que decidirá si vende a su estrella este verano o se arriesga a perderla gratis en 2022.
Del emir no se conoce demasiado sobre su forma de ser. Algunos piensan que siendo un hombre de negocios nunca podría dejar pasar la oportunidad de ganar 150 millones de euros (lo que pagaría el Real Madrid por Mbappé) cuando un año más tarde la cantidad se reduciría a cero. Otros creen que al tener el dinero por castigo, solo por orgullo y demostrar su poder, hará que Kylian cumpla su contrato.
Lo que sí se conoce de Tamim bin Hamad es que llegó a ser emir con solo 33 años, en 2013, y se convirtió en el más joven en recibir el trono. Es el cuarto hijo de Hamad bin Khalifa, su antecesor, quien abdicó y, tras la renuncia de uno de los hermanos, delegó su poder en Tamim. Los otros fueron 'desechados' por su padre por salir demasiado de fiesta, en caso de uno, y por querer ser más poderoso que su progenitor, en caso del otro.
Le cayó en las manos un país diminuto, pero que es una de las potencias mundiales. El por qué está en las jugadas que hizo su padre para sacar partido del gas natural esquivando las restricciones de Arabia Saudí. Entre eso y el petróleo, Catar creció exponencialmente hasta estar donde está hoy, siendo uno de los países con mayor renta per cápita.
Loco del deporte
Volviendo al actual emir, antes de ser coronado príncipe en 2003, se formó académica y militarmente en el Reino Unido. Luego de volver a 'casa', en 2005 fundó Qatar Sports Investments (QSI), subsidiaria de Qatar Investment Authority (QIA) -fondo que gestiona e invierte los beneficios que generan el petróleo y el gas natural dentro fuera del país-, y ahí empezó su idilio con el mundo del deporte con un fin muy simple: mejorar la proyección internacional del emirato catarí.
Tamim bin Hamad empezó por presidir el comité organizador de los Juegos Asiáticos de 2006 de Doha y consiguió que todos los países miembros asistieran al evento por primera vez en su historia. Sería nombrado como "la mejor personalidad del deporte en el mundo árabe". Con él se consiguió que Catar fuera sede del Campeonato Mundial de Natación de 2014 y, su victoria más importante, del Mundial de fútbol de 2022.
El emir no está acostumbrado a perder, pero supo lo que es la derrota cuando dirigió la candidatura de Doha para los Juegos Olímpicos de 2020 y esta se quedó fuera del corte del Comité Olímpico Internacional (COI), que después designaría a Tokio como sede. Su gran apuesta es el Mundial de 2022, el primero que se celebrará en invierno, aunque ha estado rodeado por polémicas y sospechas desde su elección hasta durante todo el proceso de construcción de los estadios.
En 2011 vio al Paris Saint-Germain como el club perfecto para hacerse con el control de una entidad de fútbol europea. Puso al mando a Al-Khelaifi, con pasado en el mundo del tenis y amigo del emir, y lo convirtió en el equipo que más dinero gasta en fichajes. Al PSG le financia Catar, como estado cuya riqueza es administrada por QIA y con 300.000 millones de dólares en activos. De ahí que no se le resista nada o casi nada.
(Muchos) fichajes y mano de hierro
Las victorias del PSG como club-estado son varias. La principal cuando 'robó' al Barça a Neymar pagando su cláusula y reventando el mercado desembolsando 222 millones de euros -el fichaje más caro de la historia-. Ese mismo verano se hizo con Mbappé, por el que con el tiempo pagó otros 180 'kilos'. A nadie se le escapan nombres como David Beckham, Zlatan Ibrahimovic, Edinson Cavani, Javier Pastore, Ángel di María y un largo etcétera de jugadores que han pasado por las filas parisinas durante la última década.
Los últimos en llegar, este verano, nada tienen que envidiar al resto, empezando por Leo Messi y Sergio Ramos, ambos a coste cero, y siguiendo por Achraf Hakimi, Gianluigi Donnarumma y Georginio Wijnaldum.
La mano de hierro es la otra seña del PSG a la hora de negociar. El Barça fue a por Verratti en 2017 y no es que no le fichara sino que se quedó a las semanas sin Neymar. El del italiano y el de Adrien Rabiot son los mejores casos de lo difícil que es salir de París. Al primero le amenazaron con irse a la grada si no dejaba a su agente -el que le acercó al Barça- y con el segundo lo cumplieron por no renovar su contrato, tal y como podría pasarle a Mbappé si no sale este verano y se queda un año sin ampliar su vínculo.
Así es Tamim bin Hamad Al Thani y su legado dentro y fuera del deporte. Como dato final, tiene tres esposas y doce hijos. Ahora se pone en la tesitura de decidir el futuro de Mbappé, que amenaza con ser la primera gran estrella que se va de París desde que él manda por deseo propio. El caso es de extrema importancia y afecta al rumbo que la entidad tomará los próximos años. Por eso está en manos del emir de Catar.
[Más información - Los gestos de Mbappé con el PSG desatan los rumores sobre sus intenciones con el Real Madrid]