La era Pablo Laso nunca acaba. El entrenador vitoriano ha impulsado al Real Madrid a la conquista de un nuevo título. Sin embargo, este éxito no será recordado como un trofeo más. La Liga número 36 tendrá un lugar muy especial dentro del corazón de una persona que ha sufrido más que nunca para llegar a este momento.
A pesar de que la historia tiene ahora un final feliz, lo cierto es que se ha necesitado más esfuerzo, más dedicación y más sacrificio que nunca. Y todo porque durante unos días para Pablo Laso lo más importante dejó de ser pelear por una Liga. Tenía que ganar el partido más importante de su vida.
El pasado 5 de junio, Pablo Laso sufrió un infarto que le ha impedido sentarse en el banquillo en la final contra el Barcelona. El vitoriano regresó a los entrenamientos solo 8 días después, lo que sirvió al equipo de motivación. Esta es la Liga de Pablo Laso Biurrun. Más que nunca hay que personalizar este título en el entrenador.
El resultado ha sido positivo y la lucha sigue hacia delante con paso firme, pero ese problema solo fue el último de todos los que se ha ido encontrando en su camino este curso. Probablemente, el más complicado de que comenzase su estancia en el Real Madrid allá por el año 2011.
Esta ha sido la temporada en la que mayor protagonismo ha tenido también su cuerpo técnico, con Chus Mateo a la cabeza. Los ayudantes del entrenador han sabido ayudar y guiar a Pablo en los momentos más difíciles e incluso sustituirle y dar la cara por él en los momentos más complicados. Toda una prueba de fuego que ese banquillo ha pasado con nota y que ahora celebra con una Liga más en las vitrinas.
Un año de sustos
La temporada que se termina ahora con este brillante título ha estado repleta de sustos para un Pablo Laso que ha atravesado por los momentos más complicados y extraños. En plena subida de la incidencia de la Covid-19, tuvo que acostumbrarse a ver los partidos por televisión tras dar positivo. Su contagio encabezó un brote dentro del vestuario que puso a prueba la resistencia titánica de las defensas de una plantilla diezmada y también la pericia de un valiente Chus Mateo que asumió la responsabilidad.
Si hay un año en el que Pablo y Chus han ido de la mano ha sido en este. El técnico ayudante del vitoriano ha tenido que estar al pie del cañón en varios momentos que han sido cruciales para el equipo. Con la ayuda de Paco Redondo y Lolo Calin han conseguido torear en las plazas más difíciles hasta salir a hombros.
Después de la racha de contagios, el Real Madrid se sumió en una profunda crisis que trajo consigo los peores resultados desde que comenzó la era Laso. El equipo no solo se hundió en la Liga Endesa, sino también en la Copa del Rey. Encadenó una racha de ocho derrotas en nueve partidos dentro de otra alarmante de 17 partidos perdidos de 28 disputados.
Una caída libre que parecía no tener freno y que además amenazaba con llevarse el proyecto de una década por delante. Pero Laso y su Real Madrid aguantaron, aunque tuvieron que lidiar con mil y un problemas. Las lesiones, en especial en el puesto de base, los problemas extradeportivos con jugadores como Thomas Heurtel, Trey Thompkins y Guerschon Yabusele, el intento de encajar a un fichaje como Gaby Deck en plantilla y la pérdida por el camino de la Copa del Rey.
Pero el Real Madrid resurgió de sus cenizas como el Ave Fénix, sacando la fuerza y la raza de campeón que le caracteriza. Rozó el sueño de la Euroliga, pero se terminó llevando el merecido triunfo de la Liga Endesa ante un Barça que sigue sin encontrar el camino hacia los grandes títulos a pesar de los millones invertidos.
En ese cambio de paradigma el Real Madrid pasó de claudicar en todos los Clásicos a ser ahora el dominador de la contienda con una autoridad incontestable. Y eso que por el camino el equipo ha superado más lesiones y más problemas. Pero ninguno tan importante como ese infarto sufrido por el propio Laso que sirvió para darle un aviso y para ceder el testigo a Chus Mateo en este apasionante final de temporada.
Mateo, una ayuda de lujo
La llegada de Chus Mateo al Real Madrid se produjo en un momento de crisis muy similar al que pasó el equipo hace unos meses. Pablo Laso estaba en el alambre y había dificultad para encontrar al candidato idóneo, llegó a sonar con fuerza Fotis Katsikaris. Todo ello provocó que hubiera cambios en el cuerpo técnico del vitoriano. Él seguía, pero no así alguno de sus ayudantes como Jota Cuspinera.
En ese momento aterrizó un Chus Mateo que se había criado en la casa, alternando el primer equipo con la cantera, y que había estado unos años fuera acumulando experiencia y sabiduría. Desde entonces se convirtió en un inesperable de Laso tanto en los éxitos como en los fracasos. Si algo caracteriza al entrenador blanco es que hace a su cuerpo técnico partícipe de todo lo que pasa en el equipo.
Por eso él mismo sabía que Chus, Paco y Lolo iban a estar perfectamente capacitados para suplirle en los momentos que fueran necesarios. Así fue durante su baja por Covid-19 y así ha sido ahora, cuando Pablo más descanso necesitaba. Un buen patrón que dejó a sus marineros más fieles y hábiles al frente de un barco que, lejos de acusar el temporal, se ha mantenido a flote, surcando las olas rumbo la victoria. La liga 36 tendrá escrito el nombre de Laso, pero también el sello de Chus y de todo su cuerpo técnico.
El madrileño, acostumbrado a ser el estratega en la sombra, ha sabido afrontar con personalidad y madurez el momento más importante de su carrera. Resolvió de manera inmaculada el periodo marcado por el positivo de Laso y ahora ha guiado al equipo hasta la victoria doblegando al todopoderoso Barça. Méritos y credenciales que demuestran su valía y su condición de gran entrenador.
Laso, camino a la leyenda
Pablo Laso se ha convertido ya por méritos propios en una de las personas más importantes en la historia del Real Madrid de Baloncesto. Y eso se dice pronto. El vitoriano aterrizó en la capital de España generando algunas dudas tras su nombramiento, pero año tras año desde el 2011 ha sabido ir tocando las teclas necesarias para convertirse en leyenda.
Ha sido el líder de una generación única que ha contado con las figuras especiales de Sergio Llull y Rudy Fernández. La vieja guardia que todavía sigue en plantilla. Y junto a ellos, otros nombres de pasado y presente como Felipe Reyes, Jaycee Carroll, Sergio Rodríguez, Jeff Taylor, Facundo Campazzo, Gustavo Ayón, Anthony Randolph, Edy Tavares y tantos otros.
Laso ha conseguido dar la vuelta a la historia reciente de un Real Madrid que se había olvidado de ganar y de competir, especialmente en Europa. Desde su llegada, con la consecución de una Supercopa y una Copa del Rey en su primer año -allá por 2012-, Laso no ha dejado a la afición del Palacio de los Deportes sin títulos ninguna temporada. Una regularidad histórica y casi imposible de lograr.
Con esta Liga 36 ya son 22 los títulos que tiene Pablo Laso en su contador particular, lo que le permite igualar así a una institución dentro de la casa como Lolo Sainz. De esta forma, ocupa el segundo puesto en el ránking de mejores entrenadores de la historia de la entidad, solo por detrás del mítico Pedro Ferrándiz.
Después de casi una vida dedicada al Real Madrid, Laso ya es el entrenador que más partidos ha dirigido al equipo con 800 y el que más victorias ha conseguido con 619. Unos números que le dan un porcentaje de victoria superior al 77%. Cifras de una leyenda única que tardarán en repetirse quizás otros 30 o 40 años.
Lo más positivo para el madridismo es que Laso parece no haberse cansado de ganar todavía y seguro que ya piensa en la próxima temporada. Momento para regresar a los banquillos de manera oficial y para seguir haciendo grande un proyecto que ha vuelto a lo más alto incluso en su año más complicado.