Desde la presentación de Android Wear, no hemos sido pocos los que hemos visto estos nuevos productos con un poco de escepticismo. Por lo general, estos wearables ofrecen pocas funcionalidades para su precio, y de las pocas interesantes que ofrecen, no son promocionadas de forma que hagan destacar a este tipo de productos.
Vista la debilidad actual de Android Wear, muchos fabricantes han apostado por soluciones propias basadas en sistemas operativos propietarios, sin ofrecer mayor éxito que las soluciones de Google. Pensando en las funciones de un smartwatch, nos hemos planteado qué características lo convertirían en dispositivos interesantes.
La dependencia del smartphone debe finalizar
Una de las principales desventajas del smartwatch en la actualidad es bastante evidente. A pesar de que incluyen especificaciones de un teléfono de gama media, no son capaces de hacer todo lo que un smartphone puede hacer, puesto que gran cantidad de funciones requieren de la conexión con un teléfono.
Es cierto que en gran parte de las ocasiones tenemos acceso tanto al teléfono como al smartphone ¿Pero qué sucede cuando a nuestro teléfono se le agota la batería? Es muy incómodo disponer en la muñeca de un dispositivo que sea tan dependiente de otros dispositivos, siendo capaz de hacer mucho más.
Por ejemplo, la conectividad WiFi que algunos Android Wear poseen podría ser usada perfectamente de forma directa en el teléfono, al igual que otros sensores como el GPS, que sumados a un mayor almacenamiento podrían convertir a nuestro reloj en el centro de nuestra experiencia multimedia, en lugar de ser el último eslabón.
La autonomía necesita dar un salto de calidad
Otro punto débil del smartwatch es su baja autonomía. El hecho de tener que estar pendiente de si nuestro reloj aguantará la batería es un punto muy negativo a la experiencia de usuario, y a pesar de que los nuevos modelos pretenden estirarse hasta los dos días de batería, a más de uno se le acaba antojando como insuficiente.
No nos gusta tener que cargar el reloj todas las noches, y eso para aquellos que no estamos interesados en los sensores biométricos. ¿Cuándo carga su reloj alguien que tenga interés en medir sus patrones de sueño? Realmente lo tiene bastante difícil.
Las soluciones en este segmento son bastante complicadas, y pasan por baterías de mayor rendimiento o procesadores tan capaces como los actuales que disfruten de un menor consumo. Aunque la solución ideal sería un cargador inalámbrico de mayor rango que fuese capaz de cargar nuestro reloj sin quitárnoslo de la muñeca, este tipo de cargadores parecen estar muy lejos de llegar al mercado.
Más aplicaciones de terceros
Otro aspecto que queda en entredicho de los smartwatch es la ausencia de aplicaciones dedicadas al uso del reloj, estando este tema fuertemente relacionado con la dependencia que estos dispositivos. Los smartwatch tienen un gran potencial para ser mucho más que un centro de notificaciones en nuestra muñeca, y es algo que en la actualidad no se está explotando lo suficiente.
Los ejemplos más claros se encuentran en las aplicaciones deportivas y multimedia. ¿Por qué tener que cargar con el teléfono cuando vamos a hacer deporte si podríamos cargar nuestros mapas de ruta y música en el reloj?
Material Design ofrece una interfaz muy bien cuidada, pero podría aprovechar mejor el tamaño de la pantalla. A falta de que Google revise sus guías de diseño para smartwatches, los desarrolladores disponen de margen para mejorar el diseño que llegó con Lollipop, mientras que la estandarización de algún tipo de tecla física como el botón del iWatch o la rueda interactiva del Galaxy Gear S2 abrirían un mundo de posibilidades.
Un diseño para cada presupuesto, la misma experiencia
Con la llegada del Apple Watch hemos visto como llegaba una regulación en el precio de los dispositivos que se ha centrado más en los materiales que en las propias especificaciones. Todos los modelos incluyen las mismas funcionalidades, el mismo rendimiento y la misma autonomía, por lo que acabamos pagando un sobreprecio simplemente por personalizar nuestra muñeca a nuestro estilo.
Este modelo de ventas nos indica que los smartwatch están más cerca de ser productos de moda con funciones inteligentes más allá de productos tecnológicos con buen diseño, pero no todo es tan negativo como parece.
Es cierto, pagar más no te va a ofrecer mejor procesador, o más capacidad, pero es que tampoco son necesarios en el uso que le vamos a dar al smartphone, cuyas tareas que demandan más potencia ya se encuentran cubiertas por los chips actuales.
Ser un producto de moda con tecnología nos libra de la tan temida obscolescencia programada, al no ser la tecnología el centro económico, mientras que por otro lado, tenemos a la moda como factor diferenciador en el coste del producto.
Lo bueno de este movimiento de mercado es que si lo que buscas es la experiencia smart, podrás disfrutarla desde el modelo más básico, mientras que si queremos un estilo para cada día, podemos convertir al reloj en una extensión de nuestra vestimenta.
El peligro que vemos para el futuro aquí es que cada fabricante quiera barrer para su casa. Es comprensible que carcasas que cubran un determinado dispositivo solo funcionen en un modelo concreto, pero si nos fijamos en las correas, ya existe un estándar de correas en los relojes tradicionales, y es el camino que deberían seguir todos los fabricantes para que los amantes del estilo se sientan agusto con los smartwatch.
El reloj como interfaz del internet de las cosas
El último asunto que nos queda como duda sobre el futuro de los smartwatch es el camino que pueda seguir. El Internet de las cosas cada día que pasa se encuentra más cerca de convivir con nosotros, y el reloj es un perfecto candidato para interactuar con estos pequeños dispositivos conectados.
Acceder a la domótica de la casa resulta mucho más cómodo desde un reloj que desde la pantalla del smartphone, al ser un dispositivo del que nunca nos desprendemos, así como otras funciones útiles como dotarlo de un monedero virtual para los pagos móviles de Android Pay o como tarjeta de transporte.
Los smartwatch tienen un futuro prometedor con la llegada del Internet de las cosas, pero ante la falta de esta nueva generación de dispositivos, el smartwatch perfecto se queda en una promesa aún por despegar.