FBI y Whatsapp. Un iPhone 5C azul ha destapado la caja de Pandora. El terminal al uno de los presuntos autores de la matanza de San Bernardino no sólo ha puesto a Apple en el ojo del huracán, sino también a Whatsapp, que ha sido presionada por el FBI para tener acceso a las conversaciones de sus usuarios.
Según publica The New York Times, el FBI y Facebook se encuentran en un punto muerto después de que el Bureau lograse una orden judicial para realizar escuchas telefónicas, así como la adquisición a tiempo real de los mensajes de Whatsapp. La aplicación de mensajería comenzó a aplicar cifrado de extremo a extremo desde 2014, por lo que no puede facilitar los datos requeridos por el FBI.
Ni la misma Whatsapp tiene acceso a los mensajes que pide el FBI
Aunque los mensajes de Whatsapp pasan por los servidores de la compañía, lo hacen en un formato que sólo puede ser leído por el emisor y el receptor.
Según informa el diario neoyorkino, el Departamento de Justicia todavía no habría decidido si buscar una segunda orden, que sería similar a la que recibió Apple, y según la cual Whatsapp estaría obligada a facilitar el acceso de los servicios de seguridad, escribiendo un código que sería capaz de romper su propio cifrado.
No es la primera vez que Whatsapp tiene problemas con la justicia por no facilitar datos. El pasado 1 de marzo el presidente de Whatsapp en Latinoamérica,Diego Dzodan, fue detenido en Brasil por contradecir a la justicia y no facilitar datos a una investigación sobre el crimen organizado y tráfico de drogas.
Las grandes tecnológicas aumentarán el cifrado
Con todo, las principales compañías tecnológicas parecen decididas a aumentar la seguridad de sus dispositivos. Según informa The Guardian, Facebook, Google, Snapchat y Twitter. Mientras, Whatsapp planea expandir su cifrado de extremo a extremo también a llamadas de voz, mientras que su compañía madre, Facebook, también está estudiando aumentar la seguridad de Messenger.
Lo que está claro es que los gobiernos, en particular el de EEUU, no van a cejar en su empeño por controlar al máximo la información de los dispositivos móviles. Las empresas, por su parte parecen haber tomado la decisión de hacer frente con todas las armas posibles a esta carga gubernamental.
Megacorporaciones rebeldes
El resultado es de lo más fascinante, y es que unas megacorporaciones millonarias -que en cualquier película podrían haber sido los malos- parecen unas rebeldes defensoras de la libertad y privacidad individual. Una posición desafiante que no es descartable que se produzca para compensar las informaciones que involucraban a muchas de ellas en el espionaje masivo de la NSA destapado por Snowden.
Estamos ante un debate peliagudo. Es evidente que las compañías deberían colaborar con la justicia en las investigaciones criminales, pero la cosa se vuelve menos clara cuando esa colaboración significaría dar acceso a las autoridades a todos los smartphones del mundo, y está claro que una vez lo tengan las agencias de seguridad, es cuestión de tiempo que estas llaves maestras lleguen también a manos de cibercriminales. Momento en el que sería peor el remedio que la enfermedad.