La gama media se está poniendo muy fuerte estos años. ¿Vencerá a la gama alta de Android?
Hace unos años, en los albores de Android, los dispositivos que le daban vida a este sistema eran algo rudimentarios, y su hardware no nos permitía mucho más que el uso de las nuevas novedades que nos traía con el paso del tiempo. No había color: las gamas altas superaban con creces a sus esbirros de los bajos fondos. Todavía recuerdo el revuelo que causaron los Samsung Galaxy S2 y S3 demostrando ser portentos en su época.
Hoy en día no sólo la cosa ha dado un giro de 360 grados, sino que la gama media y la alta riñen mucho: la una no tiene demasiado que envidiarle a la otra. Mientras que antes veíamos características sólo reservadas a las altas esferas ahora en la gama media tenemos muy buenas opciones a un precio significativamente menor a sus competidores. ¿Llegará la gama media a derrotar a la gama alta de Android? Y si es así, ¿qué pasaría?
Potencia y muy bruta
Es lógico que, si hablamos de buques insignia como el OnePlus 5 o el Samsung Galaxy S8, nos venga a la cabeza potencia bruta. Estos dispositivos (y casi todos los de la gama alta) son auténticas maravillas en cuanto a rendimiento se refiere, y esto era una característica propia sólo de las altas esferas. Hasta ahora. Dispositivos como los Honor o los Xiaomi de gamas más intermedias no llegan a dichas cuotas de frames, pero van muy sobrados de rendimiento, por lo menos para lo que sería un usuario corriente y moliente.
A día de hoy no es difícil recomendar dispositivos de gama media que vayan muy bien y que tengan rendimiento similar a sus hermanos de gama alta. Sí, todo depende del procesador ya no le podríamos pedir a un Snapdragon 430 que rindiera como un 821, pero para tareas del día a día con un Snapdragon de la gama 600 más o menos moderno un usuario medio tiene de sobra. De hecho, el Snapdragon 660 ya está superando al todopoderoso Snapdragon 820. Y eso no es malo.
Si el punto de la potencia ya está tocando techo en nuestro panorama telefónico no quiero imaginar dentro de unos años. Pensad en un procesador de gama media que emule la potencia y el rendimiento de un Snapdragon 835 o del futuro Kirin 970. Aquí es cuando la diferencia entre gamas radicaría en los materiales de construcción o en detalles como pantallas curvas y demás innovaciones. Y sí, lo habéis adivinado. Eso ya se está viendo en la gama media.
La exclusividad se está acabando
Sí, lo sé, me estoy yendo a China. Pero es sólo un ejemplo de los muchos que puedo dar. El Maze Alpha es la copia del Xiaomi Mi MIX, el primer dispositivo conceptual que introdujo la moda de los teléfonos sin marcos. Cuando la potencia de nuestros smartphones empezó a alcanzar los niveles más álgidos se intentó diferenciar claramente a la gama media de la gama alta. ¿Quién iba a comprar dos dispositivos iguales pero valiendo uno más caro? Se diferenciaban en los materiales.
Había que diferenciar a las gamas, y se usaron los materiales como excusa
Mientras que los materiales de construcción como el plástico o el metal eran frecuentes en las gamas más intermedias los acabados en cristal y metal llegaron a lo más alto de Android, considerándose aspectos premium en un teléfono. Esto se empezó a diluir, teniendo como pruebas al Honor 8 o al OnePlus X, terminales que, siendo de gama media-alta, tenían un acabado más que premium. ¿Cuál era el siguiente paso? Características sólo de gama alta.
Cámara doble, pantallas sin marcos, pantallas curvas… ¿Querías alguna de estas cosas? Pues debías irte a lo mejorcito de Android, no había más. ¿Problema? El marketing funcionaba demasiado bien: si podías vender un dispositivo caro sólo por su doble cámara también podías hacerlo con teléfonos más baratos. Así partías por dos fuentes de ingresos. Ya no es difícil ver teléfonos baratos con este tipo de detalles, aunque siguen siendo un reclamo muy directo. Y esto no para.
Precios locos, muy locos
¿Y cuál es la barrera principal que separa los mundos de las gamas medias y altas de Android? Exacto, el precio. Hace años, comprabas lo mejor de lo mejor y te gastabas un auténtico dineral. Y, aunque en cierta parte sigue siendo así, no hace falta gastarse esa «pasta» para tener un smartphone de calidad. Sólo os diré unos nombres: Xiaomi Mi6, OnePlus 5, LG G6… Y si no os convencen, podemos ir a terminales algo más antiguos. Xiaomi Mi5, OnePlus 3T, HTC 10… Y la lista sigue.
Podemos encontrar terminales absolutamente increíbles por un precio irrisoriamente más bajo que el de sus hermanos. De hecho, es cada vez más notorio entre mi círculo ver terminales que siguen esta premisa de precio ultra competitivo. Recordando los dispositivos que llenan los bolsillos de algunos amigos míos me vienen a la cabeza un OnePlus 3T, un Xiaomi Mi5, un LG G6… Dispositivos que comparten una relación calidad/precio prácticamente imbatible.
Y esto seguirá pasando. Sí, los smartphones chinos de marcas tradicionales cada vez son más caros. Pero la política de precios de risa se sigue manteniendo, y durará hasta que se descubra que es la mejor manera de atraer a un cliente con recursos más bajos que los posibles compradores del Galaxy Note 8. Y ahí voy precisamente, a hablar de esos últimos resquicios. Esos últimos intentos por acentuar la franja todavía más.
Se sigue intentando marcar la diferencia
Entonces ¿qué queda? ¿Cómo podemos diferenciar la gama media y la gama alta si cada vez se parecen más? Con dos factores. El precio, como bien he mencionado, y la exclusividad. Ya no es cuestión de tener lo mejor de lo mejor (aunque un poco sí), sino de tener lo último de lo último, sea lo que sea. El ejemplo más flagrante está en el reciente Samsung Galaxy Note 8. Os recomiendo encarecidamente que investiguéis en el blog para saber lo último de este dispositivo.
Si bien el Galaxy Note 8 es un dispositivo bastante impresionante no deja de ser un Galaxy S8 Plus vitaminado y que vale (en su versión más alta) la friolera de 1000 euros. Teniendo en cuenta que el Galaxy S8 ya ha bajado de la barrera de los 600 euros el que adquiera este terminal se basará en dos preceptos: su posible amor por la gama Note o su deseo de tener lo más «in» del momento en sus manos. Volvemos a la exclusividad y a su intento de diferenciar diferentes gamas. Y la última cuestión es: ¿qué beneficia más?
Creo personalmente que ninguno de las dos partes está errada. No es malo ni que la gama alta y media se fusionen ni que se intenten diferenciar en los precios. ¿Por qué? Tenemos muchísimas opciones distintas, tanto pasadas como presentes; por no hablar de las fluctuaciones de precio: puedes encontrar un Galaxy S8 por unos 200 euros menos de lo que valía inicialmente. Una auténtica pasada.
Nadie nos obliga a pagar ese dinero, y hay muchas opciones
Por lo cual, aunque estemos aún lejos de ver una gama media y alta totalmente unidas, podemos disfrutar de terminales geniales a un precio bastante menos costoso. Por lo tanto, depende íntegramente de las empresas decidir qué clase de estrategia comercial desean para sus dispositivos. Y ahí estaremos nosotros: los que decidirán si eso está bien o mal. Y actuar en consecuencia para ser personas y no meros bolsillos.