Ouya se renovará cada año. ¿Realmente es un problema?
En las últimas horas he leído en las redes sociales todo tipo de reacciones a la noticia de que los creadores de Ouya planean lanzar varias sucesoras con un año de diferencia, con el lanzamiento previsto de la primera en el próximo par de meses. Y sinceramente, no entiendo la mayoría de estas reacciones. La mayor parte provienen de aficionados con cierta experiencia en el sector de los videojuegos, y tal vez por eso creo que el concepto de Ouya les resulta aún difícil de comprender. No es que sea un gran concepto, por supuesto, ni tampoco uno que sea demasiado bueno desde mi punto de vista, pero es el que es.
Todo viene porque la idea de una consola de videojuegos que solo tiene un año de vida útil se ha asociado durante décadas con el fracaso absoluto. A los fabricantes “tradicionales” de consola no les conviene crear una nueva cada vez que dan con un nuevo diseño de chip o consiguen avances gráficos. Eso es porque supondría el abandono de los desarrolladores, que son los que realmente crean los juegos que dan sentido a una consola. Una compañía desarrolladora crea juegos a años vista, porque el contínuo cambio de hardware es totalmente inaceptable. Por eso cada vez las consolas tienen una vida mas larga, para proporcionar a los creadores la ventana de tiempo necesaria para poder explotar sus lanzamiento de manera apropiada.
Pero como he dicho eso es ver las cosas desde el punto de vista “tradicional”, el de la plataforma cerrada que se alimenta de exclusivas y que es mas un modelo de negocio que un concepto jugable. Ouya no es nada de eso. Que Ouya use Android no es en absoluto casualidad, y de hecho la elección de este sistema operativo es vital para comprender su concepto.
El mercado de dispositivos para Android está en la etapa de florecimiento. Decenas de fabricantes nos bombardean todos los días con nuevos modelos, nuevos chips y nuevas características que sumar a las anteriores. La lógica nos dice que tarde o temprano este ritmo bajará, pero no parece que vaya a hacerlo pronto. Por tanto es consecuente que una consola nacida en este movimiento también sufra de las ventajas e inconvenientes de sus congéneres. De la misma manera que un smartphone comprado hoy se quedará anticuado dentro de un año, también lo hará Ouya.
Pero, ¿eso significa que no podremos jugar con Ouya dentro de un año? Replantearé la pregunta, ¿Los móviles de hace un año pueden ejecutar los títulos actuales? La respuesta es sí. Porque pese al increíble ritmo de producción de nuevos dispositivos, los desarrolladores tienen que seguir dando soporte a los modelos antiguos, que es donde están la mayoría de sus potenciales consumidores. Si tuviese que apostar, yo le daría dos años de vida a Ouya, teniendo en cuenta que cuando llegue al mercado ya estará obsoleta.
¿Es eso algo malo? Pues si costase 400 € y cada juego costase 70€, pues seguramente sí. Pero olvidamos que Ouya cuesta 99 dólares. No se puede pedir una consola de menos de 100€ y pretender que dure mas de un año. O una cosa u otra, las dos no. No es una expectativa realista reclamar un hardware de última generación por tan poco dinero, y precísamente toda esa expectación será el elemento que haga mas daño a Ouya cuando llegue al mercado. Porque demasiada gente ve en Ouya la llegada del mesías, el elemento que haga cambiar de rumbo a la industria y que nos transporte a un nuevo mundo videojueguil. Por mi parte, veo en Ouya lo mismo que vi desde el principio: un dispositivo de 100€ para jugar a juegos de Android en el televisor. Ni mas ni menos.