La verdad es que desde que Android salió al mercado, hemos asistido a un fenómeno curioso que, afortunadamente, cada vez se repite con mayor frecuencia, aunque no todo el mundo termina de entender qué es o para qué sirve: la liberación del código fuente del sistema de nuestros teléfonos o tablets.
El problema es que aunque eso es una gran noticia para aquellos a los que nos gusta programar o trastear, no parece que sea una gran noticia para todo el mundo, así que hoy vamos a explicaros alguna de las implicaciones principales que puede tener esto, para que entendáis un poco por qué es una gran noticia (y un paso importante) tanto para los usuarios como para las compañías y, en definitiva, para todo aquel que forme parte del enorme ecosistema que rodea esta tecnología.
Por un lado, y la ventaja más obvia, es el enorme salto, tanto en velocidad como en calidad, de las ROM personalizadas para nuestros dispositivos. La disposición del código fuente permite que los desarrolladores dispongan de los drivers originales y de la relación de los mismos con el sistema, por lo que a la hora de implementar una distribución alternativa, es mucho más
sencillo y efectivo conseguir una buena colección de la información necesaria (si no toda directamente) de una fuente como el fabricante, que suele tenerlos probados y por tanto ofrecernos un punto de partida bastante más estable y avanzado que si los propios desarrolladores tuvieran que obtener todo ello desde cero. No obstante, como sabréis, la mayoría de los teléfonos comparten muchos más componentes que los que los diferencian de otros, por lo que la obtención de ciertos drivers ya no es TAN terrible para la gente que gusta de trabajar con ese hardware de forma independiente. Además, así, gracias a ellas podemos disponer incluso de alguna funcionalidad extra que el fabricante prefirió no incluir (o no pudo)
Esa era la primera, que es claramente para los usuarios que más trasteamos con nuestros teléfonos o para aquellos que nos gusta desarrollar. Y es posible que alguno me digáis que vosotros no tocáis vuestra ROM, que solamente instaláis la del fabricante, pues aquí viene la segunda ventaja y es que los fabricantes no hacen sus propias ROM tan bien como deberían, a fin de cuentas son humanos y cometen errores. Sin embargo, si la gente desarrolla una versión que palía o incluso soluciona un problema que el fabricante no vio, ¿por qué no iba a aprovechar éste las ventajas que ofrezcan las versiones de los usuarios? Puede ser que tarden un poquito más, pero de esta forma obtienen una ROM que ha sido probada por un entorno altamente especializado de usuarios que además gozan de avanzados conocimientos, con lo que
la fiabilidad suele ser a prueba de bombas. Así que esta liberación del código acaba redundando en una versión mejorada del propio software del fabricante.
Además, cuando los usuarios de una marca trabajan a la par con ella, esa sinergia (oh dios, he usado esa palabra y no me ha explotado la cabeza) obliga al resto de fabricantes a ponerse las pilas y, o bien mejorar su propio software ellos mismos, o ponerlo a disposición de la gente para que les ayuden con tan ardua tarea. Además, con lo poco que les gusta ser originales a la mayoría de los fabricantes, hasta en esto se copian, con lo que en la práctica suele desembocar en que si un grande libera el código de su buque insignia, el resto caen como fichas de dominó.
De esta forma, esa liberación del código por parte de unos u otros, permite involucrar con sus ventajas por un lado a los usuarios, por el otro a los propios fabricantes y, por último, pero no menos importante, a la competencia de los anteriores, por lo que, como veis, no es un asunto baladí, sino una de las claves de por qué el entorno de Android no para de crecer y cada vez es más atractivo para industria y público.