Almorcé con Chema Alonso, el alfil de Telefónica en la Inteligencia Artificial. La larga conversación de sobremesa provocó en mí la admiración y el desasosiego. Vivió la Humanidad la Edad Antigua, la Edad Media, la Edad Moderna y la Edad Contemporánea. Estamos ya en la Edad Digital. La aldea global de McLuhan se ha convertido en la ceniza de los cadáveres tecnológicos del siglo XX. El mundo es ya un patio de vecindad. La Inteligencia Artificial avanza de forma imparable. No contar con la nueva realidad significaría retornar a la prehistoria.
Estados Unidos está reconocido como el imperio militar del mundo. Es también el imperio del dólar. Pero, sobre todo, es el imperio de la tecnología. La audacia china, al ponerse al frente del 5G, ha desencadenado ya la nueva guerra fría. Washington se enfrenta a Pekín para cegar el control de la nueva realidad tecnológica que se desarrolla entre las manos y los talentos chinos. El 5G es el caballo de Troya de la Edad Digital. Si China termina ganando la partida, el mundo entero será controlado desde Pekín, donde se ha consolidado la dictadura que germinó con Mao Tse-tung, el primer revolucionario del siglo XX.
El 5G significa la cuarta revolución industrial. Sus conexiones serán en poco tiempo 200 veces más rápidas que las del 4G. En un milisegundo, los dispositivos más diversos responderán a la señal, haciendo prácticamente instantáneo el tiempo de latencia. El conocimiento agrupado en clústeres pugna con las innovaciones tecnológicas.
Según me explicó Chema Alonso, la televisión en 8K proporcionará calidades asombrosas que no podemos ni imaginar. No hará falta un televisor para ver el partido de Nadal contra Federer o a Messi haciendo diabluras sobre el césped del estadio Bernabéu. Las gafas de realidad virtual nos permitirán contemplar los partidos desde el lugar que escojamos en el campo. Un robot sustituirá al periodista en la redacción de los editoriales del periódico. Incluso podrá escribir un poema nuevo de Federico García Lorca. Alonso se sonrió ante mi escepticismo y quedó en fabricar en el ordenador un poema lorquiano. Ya veremos. Nuestros tataranietos vivirán hasta los 150 años. Tendremos en poco tiempo un robot como abogado, un robot como contable, un robot doméstico que, incluso, se expresará con sentido del humor. Nuestra casa estará domotizada y la manejaremos a distancia. La cirugía se efectuará teleasistida y podrá operarnos el cirujano elegido desde cualquier parte del mundo. O el robot sabio.
Hoy llevamos en el bolsillo un ordenador más potente que el que condujo al hombre a la Luna y en él, en el teléfono móvil, se pueden consultar, por ejemplo, todas las grandes bibliotecas del mundo. El Espasa o la Enciclopedia Británica se han convertido en una reliquia, cadáveres momificados enterrados en las estanterías de las viejas bibliotecas. El saber enciclopédico está encerrado en un aparato que cabe en la palma de la mano y que nos permite, además, comunicarnos de palabra o imagen con personas en cualquier parte del mundo.
El 5G, en fin, explotará la Inteligencia Artificial y controlará las redes sociales. Estados Unidos no quiere perder el mando tecnológico. China se está adelantando con el 5G y Washington ha declarado la guerra fría para impedir que el país asiático se convierta de hecho en la primera potencia del mundo. Difícil vaticinar quién vencerá en la gran contienda, pero la lucha va a ser encarnizada con consecuencias imposibles de calcular. El estallido en torno a los móviles chinos Huawei y sus derivados es solo una anécdota. Y eso lo saben los grandes operadores mundiales. Lo que está claro es que sería un error, un inmenso error que en España, que en Europa nos quedáramos atrás, desplazados del combate por la Inteligencia Artificial que gobernará el mundo.