El río de la literatura
Como la Odile de Climas, el cansado río de la Literatura se va lentamente al mar. Los manantiales, sin embargo, permanecen vivos y fluyentes. El fulgor digital no lo oscurecerá todo. El libro impreso no eliminó la oralidad, asegura Francisco Rodríguez Adrados, y no han resultado verdad ni la muerte de Dios, de Nietzsche, ni la de la Historia, de Fukuyama, ni la del pasado, de Plum. No morirá la Literatura. No se extinguirá la creación literaria aunque se atolondre en los cauces nuevos para expresarse.
Francisco Rodríguez Adrados es un sabio del lenguaje y de las Letras. Indiscutido. Hay reconocimiento general de lo que el profesor significa en la vida intelectual española. Su sabiduría lo abarca todo. Solo él podía explicar en un libro de 600 páginas la significación profunda de la historia de la Literatura. En esta época de globalización, Adrados abarca la entera expresión literaria desde el Gilgamés y su influencia sobre Homero hasta los dos grandes: Cervantes y Shakespeare.
Me ha sorprendido la profundidad con que Adrados se refiere a la literatura oral. Mantuve con Léopold Sédar Senghor largas conversaciones en Dakar sobre la poesía oral, sobre todo cantada, que constituye para el autor de Hosties noires la esencia lírica más profunda. Desconocía yo, y lo he aprendido en el gran libro de Adrados, el alcance de la literatura sumeria que forma un tejido muy denso con la acadia, la asiria y la babilonia, aparte el encontronazo con la hebrea y la ugarítica.
Adrados se mueve como el pez en el agua cuando escribe sobre el mundo literario indoeuropeo hasta desembocar en lo que conoce más a fondo: la explosión griega con Homero y Hesíodo para realzar el teatro de Esquilo, de Sófocles, de Eurípides, de Aristófanes. Penetra el autor en Sócrates y también en Hipócrates y la literatura científica, se rinde ante Aristóteles y subraya la calidad histórica de Tucídides y Herodoto. La erudición más selectiva arropa todos estos capítulos en los que incluso se detiene en la poco conocida novela griega.
El mundo latino, el cristiano, el indoeuropeo confluyen en el río de la literatura y la interpretación de los Evangelios o los Vedas resulta especialmente sagaz. Sería absurdo desvincular los textos sagrados de la belleza literaria. La Biblia, el Talmud, el Ramayana, el Tao te King, las Vedas, el Kalerak, el Bardo Thodol, el Chu King o el vendanka sankárico, son también literatura. El análisis de la expresión bizantina y eslava conduce a Adrados a las fronteras de su libro, a Shakespeare y a Cervantes.
Como no todo van a ser rosas al referirme al monumento intelectual que ha escrito Adrados, he echado de menos una alusión detenida a la literatura kirguisa, tan importante y decisiva en Asia, sobre todo por el gran poema épico, el Manas, “la Iliada de las estepas”, así como el análisis de ciertos aspectos de la expresión lírica en China, en Japón y en el mundo árabe. También en Vietnam, aunque el soberbio poema annamita Kim van kieu sea posterior al siglo XVI. La ausencia de la Negritud en el libro de Adrados es más explicable.
Estamos, en fin, ante una obra excepcional. Es muy raro encontrarse en estos tiempos de las prisas y el éxito comercial con libros de tanta calidad y tanta hondura. Adrados permite al lector hacerse una idea global de lo que ha significado la literatura en el devenir de la historia universal.
ZIGZAG
Gran éxito de Víctor García de la Concha en la Universidad de Harvard. Estamos ante el top del mundo docente. El acuerdo entre el Instituto Cervantes y la gran Universidad americana consolidará la posición del español como segunda lengua de influencia mundial a todos los niveles. Aún más. Se trata de imponer la excelencia del idioma más allá de su intrínseco valor de comunicación. Estados Unidos puede convertirse en cuestión de pocas décadas en el primer país hispanohablante del mundo superando a México. Pero no se trata solo de la extensión del idioma que se ha hecho, por cierto, imparable. Se trata de la consideración intelectual y científica que aún le falta en Estados Unidos al español. El acuerdo con Harvard contribuirá de forma decisiva a robustecer el aprecio por la lengua de Cervantes y Neruda.