Sombra en Tiananmen
Días atrás se conmemoraron los treinta años desde las manifestaciones en la plaza de Tiananmen, en Pekín, que se saldaron con una masacre. La prensa ha dado amplia cobertura al aniversario, poniendo especial énfasis en el tratamiento que el Gobierno chino ha dado a aquellos acontecimientos. No sé si con este motivo se le ha ocurrido a alguien recordar una excelente novela, publicada en España en 2017, que precisamente tiene por tema y trasfondo lo ocurrido en Tiananmen. Me refiero a La quimera del Hombre Tanque, de Víctor Sombra (Literatura Random House). Por si nadie lo ha hecho, la recuerdo yo aquí, aprovechando la ocasión para recomendarla muy vivamente.
La quimera del Hombre Tanque es una especie de thriller político en el que se fabula sobre un hipotético encuentro entre el icónico “hombre del tanque” –ese hombrecillo que, cargando con dos bolsas de plástico, detuvo tozudamente a toda una columna de tanques en la plaza de Tiananmen– y el comandante del blindado al que se enfrentó. El encuentro habría sido urdido por los dirigentes chinos con motivo del 25 aniversario de los sucesos, con vistas a ofrecer, de cara a la comunidad internacional, una favorecedora imagen de reconciliación nacional. En la novela, el agente encargado de localizar al hombrecillo entrevé durante su búsqueda un oscuro entramado de intereses económicos y geopolíticos que proyectan sombras tenebrosas sobre la simplificadora lectura que en su día se hizo y se sigue hoy haciendo de unos hechos en los que despuntaban ya muchas de las tensiones y de los vectores ocultos que determinan en la actualidad el orden global.
Víctor Sombra, que investigó sobre el terreno, subraya que las imágenes del hombre del tanque captadas por la CNN desde la azotea se un hotel en Pekín fueron tomadas dos días después del desalojo de la plaza de Tiananmen
Víctor Sombra, que investigó sobre el terreno aquellos hechos, ha insistido en subrayar que las famosas imágenes del Hombre del Tanque captadas por la CNN desde la azotea de un hotel de Pekín fueron tomadas dos días después de haberse consumado el desalojo de la plaza. Que los tanques a los que se enfrenta el hombrecillo no se dirigían a la plaza, sino que salían de ella. Que lo que inmediatamente se divulgó como un icono de la heroica resistencia de una ciudadanía ansiosa de democracia contra la tiranía comunista encubría un conflicto mucho más complejo, parte del cual se desarrollaba en el seno mismo del Partido Comunista chino, y en el que estaban en juego cuestiones que iban más allá de la conquista de determinadas libertades formales, pues tenían que ver con la orientación general del modelo de sociedad y de economía a los que podía aspirar, en un momento crucial –estamos en el año 1989, recuerden–, el país más poblado del mundo.
En la novela de Sombra hay un personaje colectivo que él mismo reivindica: la plaza, ocupada no sólo por estudiantes, también por médicos, funcionarios, obreros, e hijos y familiares de miembros del Partido Comunista. Resulta tentador, salvadas las enormes distancias, establecer remotos paralelismos con la ocupación de la Plaza del Sol en 2011. En cualquier caso, lo que Sombra indaga y hace patente es la casi exclusiva focalización del conflicto democracia/tiranía como medio de distraer tensiones más presentes y tanto o más acuciantes.
Víctor Sombra es uno de los narradores más inconformes, más sólidos intelectualmente, más severamente escrutadores también, e interpeladores, del panorama literario español. Sobre los sucesos de Tiananmen y sobre el balance que cabe hacer de ellos publicó al hilo de su novela, el mismo año 2017, en la revista digital Contexto (CTXT), un estupendo artículo elocuentemente titulado “¡Carguen, apunten, flash!: elementos de una imagomaquia contemporánea”. Búsquenlo. En él reflexiona sobre el ambiguo poder de la imagen en el periodismo contemporáneo y señala Tiananmen como preocupante ejemplo de cómo los medios de comunicación que cubrían los acontecimientos determinaron decisivamente su catastrófico rumbo, primero, y colapsaron luego la posibilidad de interpretarlos adecuadamente.
Por cierto que recuerda Sombra –como hiciera antes Eugenio Bregolat, ex embajador de España en China– que TVE fue la única televisión del mundo que permaneció en la plaza de Tiananmen toda la noche del 3 al 4 de junio de 1989, y la única que grabó la salida de los estudiantes por su propio pie. De momento, sin embargo, no se ha decidido nunca a rescatar aquel material. ¿A qué diablos espera? l