Casas deshabitadas
Gonzalo Torné
¡Hay que ver cómo han cambiado los escritores en la Red en los últimos diez años! Y no me refiero a los cambios físicos o de mentalidad de soporta cada uno, sino a la manera cómo se presentan y actúan mayoritariamente en el mundo digital.Hace unos diez años lo primero que hacía un novelista era abrirse un perfil en Wikipedia (es posible que el hábito siga vigente) y después, si quería seguir incrementando su presencia, se ponía a diseñar un página personal, que es lo hoy nos interesa.
Estas incipientes webs personales incluían información variada sobre el autor repartida en distintos apartados: biografía, obras, críticas, entrevistas, traducciones… casi como si fueran las distintas dependencias de una casa (uno de los diseños favoritos adoptados por estas "páginas de escritor"), donde se depositaba la variada información sobre el escritor. Estos registros, aunque podían ser muy útiles (sobre todo si el protagonista era consagrado y con mucho material disperso) corrían el riesgo, dada la lentitud con la que se actualiza la bibliografía de un novelista, de confundirse con mausoleos o cenotafios.
En algunas de estas páginas personales (las más atrevidas) se destacaba el enlace hacia un blog personal, este espacio innovador terminó convirtiéndose en el centro de la actividad virtual del escritor, y devoró el resto de la "casa". Las webs-personales ya no se actualizaban para reflejar un nuevo artículo o un nuevo libro en el mundo "físico", sino al dictado del material creado a propósito para la Red. Las páginas se volvieron más dinámicas (una de las palabras favoritas del gremio) y los escritores agentes activos. El siguiente paso natural para favorecer el dinamismo ha sido irse desembarazándose del blog (que no dejaba de ser un tanto aparatoso) para intervenir de manera mucho más frecuente en las diversas redes sociales: tanto es así que muchos de los novelistas que andan por Internet se han convertido, con independencia de la calidad de sus emisiones, en productores de contenido en directo.
(Cambios, por cierto, que no tienen nada de "naturales", sino que vienen azuzados por la idea de que un escritor no entra en la Red a divertirse o pasar el rato como cualquier otro ciudadano sino a promocionarse tanto como le sea posible).
Entre tanto, ¿qué ha sido de las ya viejas páginas personales? Algunas ha sido borradas, claro está, otros escritores, los menos, siguen actualizándolas, pero un grueso considerable siguen abiertas y descuidadas, y pueden visitarse todavía como si fueran casas deshabitadas (o una feria de automóviles viejos). Pueden haber medio abiertas miles, claro está, pero en está dirección (http://www.trazegnies.arrakis.es/pagescritores.html) viene una selección manejable.
Se puede pasar un rato entretenido sonriendo ante las viejas plantillas o calibrando la audacia y la imaginación de algunos diseños pioneros. Como tanto de lo que queda arrinconado estás "casas abandonadas" desprenden algo de ingenuidad, y con todo su "estatismo" invitan a preguntarse si no tenía su gracia el pedestre mundo virtual previo a la marea de la auto-promoción, cuando todavía parecía sensato intervenir con cierta vocación de servicio.
@IAjena