Rilke. Vida y obra
Federico Bermúdez-Cañete
15 mayo, 2008 02:00Rainer Maria Rilke. Foto: Archivo
Si hay una figura de la poesía europea que regresa de continuo a la atención de los lectores ésta es la de Rainer Maria Rilke. A veces, para muchos de estos lectores hay siempre un factor que tiende a apartarlos de esa atención: la lengua en la que el escritor escribió. Sin embargo, ese interés hacia su persona y su obra no cesan, porque es la sincera y fuerte personalidad del poeta la que primordialmente subyuga. La fusión entre poesía y vida regresa siempre como referencia cumbre al pensar en Rilke. De igual manera, los límites entre ética y estética en él tienden a ser difusos. Acaso porque en la obra de Rilke hay una hermosa intemporalidad, lo que permite que en ella sigan bebiendo no sólo los poetas sino también otras formas del conocimiento, como la filosofía y el arte. Por ejemplo, en la medida en que en la obra de Rilke se da también una metafísica, reconocemos la afirmación de Heidegger de que su filosofía no fue "sino el despliege lógico de lo que Rilke había expresado en la forma del poema".También entre nosotros ese conocimiento se ha ido ampliando y consolidando. No hace mucho que vio la luz la biografía que Antonio Pau le dedicó al poeta checo (Vida de Rainer Maria Rilke. La belleza y el espanto, Trotta, 2007) y ahora aparecen dos nuevas obras que vienen a ampliar en España ese conocimiento progresivo que hemos tenido del autor. Me refiero a Rilke, vida y obra, de Federico Bermúdez y a la traducción de los Poemas a la noche y otra poesía póstuma y dispersa, debida a Juan Andrés García Román. Bermúdez es un buen conocedor y traductor de la obra de Rilke, ya desde que publicara su primera monografía sobre el poeta (Rilke, Júcar, 1984), pero no debemos olvidar otros textos teóricos suyos y, sobre todo, sus versiones poéticas, como las que ha hecho de los poetas románticos alemanes (Cátedra, 1995) y de Hülderlin (Cátedra, 2002); pero, recordamos las traducciones que nos ha ofrecido de Rilke en Hiperión y en volúmenes que atañen a la primera etapa rilkeana, tan pura y emocionada.
La monografía que ahora nos ofrece Bermúdez-Cañete responde, sobre todo, al afán de permeabilizar los grandes hechos de la vida de Rilke con los grandes rasgos de sus obras, con las distintas etapas por las que ésta fue pasando, precisamente desde esa sencillez primera hacia la complejidad de las Elegías de Duino o los Sonetos a Orfeo. Nos faltaba, en suma, este gran trabajo de síntesis que nos entrega, con gran rigor, vida y obra. Infancia, formación, viajes y amores, se van combinando con las características y temas más distintivos de su obra, de tal manera que el libro constituye un epítome ideal de materiales básicos no sólo para el no iniciado en Rilke, sino también para quien ya lo conoce.
Imaginamos que traducir a Rilke a cualquier lengua es siempre una tarea tan compleja como inacabada. De ahí que celebremos siempre cualquier nueva versión de una poética tan sutil y personal, en la que la emoción contenida y la compleja meditación van siempre estrechamente ligadas como lo fue su obra a su vida y su vida a sus poemas. Teniendo, en lo fundamental, las versiones de García Román un carácter antológico, vienen sin embargo a cubrir lagunas que aún existían en las ediciones españolas. Hay en esta entrega bloques coherentes, como el ciclo de los "Poemas a la noche" y los esbozos y fragmentos en torno a ellos, pero también muestras de poemas dispersos, homenajes en muchos casos, como los que dedicó -muy distantes en el tiempo- a Lou Andreas-Salomé y a Hülderlin, o la elegía a Marina Tsvietáieva, ya cuando la muerte llamaba a las puertas del poeta en Muzot. Pareciera, en poemas como éstos, que el caudal de la inspiración de Rilke fluye de manera más natural, pero estos poemas dispersos y ocasionales permiten valorar los muchos registros que tuvo su voz. Para ello, entre muchas otras opciones certeras y valientes, el traductor ha optado por cuidar exquisitamente de la música del verso rilkeano, teniendo presentes las cláusulas métricas, los ritmos y acentuaciones de las frases que son consustanciales a esa música y en las que la pureza expresiva de Rilke -su sentir y pensar en los límites- buscan siempre una hermosa acomodación.