Poesía

Un día... (Poemas sintéticos)

José Juan Tablada

18 octubre, 2000 02:00

Hiperión. Madrid, 2000. 178 páginas, 1.800 pesetas

Tablada, un esteta, fue un hombre de cosmopolitismos que trasladó el clima de invernadero simbolista a las modernidades de Nueva York

José Juan Tablada (1871-1945) fue uno de los grandes poetas mexicanos del modernismo y uno de los iniciadores de la vanguardia (más formal que intelectualmente) a quien su largo exilio de México en Nueva York, desde 1914, convierte pasado el tiempo mental de la estética simbolista, en un olvidado... Fue Octavio Paz quien rescató al poeta, colocándolo como brillante puntal de la vanguardia. El riesgo de esa postura radica en olvidar no sólo la gran obra en prosa de Tablada -novelas, memorias, libros de viaje- sino su obra poética estrictamente modernista, en sesgo decadente, en libros como El florilegio (1899) y hasta Al sol y bajo la luna (1918), que prologó Lugones, poeta muy admirado por Tablada, y también a caballo entre el modernismo y los inicios vanguardistas.

Esta edición de tres libros de Tablada (Un día..., Li-Po y otros poemas y El jarro de flores) recoge su obra más expresamente de vanguardia, o sea, la que Paz más admiró y cuidó. El breve estudio preliminar de Juan Velasco sigue tal camino. A mi entender son los dos primeros los libros mejores y más aquilatados -en esta vía- de Tablada, que rompe formalmente con el modernismo, aunque no con el clima mental (con la cosmovisión) que ese orbe implica. Un día... se publicó en 1919 en Caracas con bonitos dibujos que esta edición recupera. Y es todo él haikus, si no siempre formalmente estrictos, dentro siempre de ese clima japonés "sintético" que resulta de la observación lírica de detalles mínimos... Aunque la moda del haiku cundió enseguida, en América y en España, fue Tablada el primero en entrar a ella, llevado por su antigua admiración hacia la cultura japonesa. El día... posee haikus verdaderamente espléndidos, como "El saúz" y en cualquier caso muchas bellísimas pinceladas, eso sí, esteticistas siempre, y muchas veces con claras eufonías modernistas. Algo similar -en otra senda- ocurre con Li-Po..., publicado en Caracas en 1920. Entre caligramas y poemas ideográficos -visuales- Tablada escribe en estética modernista (en animología modernista) con formas de la naciente vanguardia. Esto es aún más visible al haber transcrito como apéndice los poemas, privándolos -para su mejor comprensión- de la visualidad inicial. (Labor realizada por Jesús Munárriz). Poemas tan llamativos visualmente como el dedicado a Amado Nervo (que murió en 1919) o "Huella" -con forma de pie- leídos fuera del caligrama y su disposición visiva, son puros poemas modernistas o postmodernistas, sí se atiende -dentro de un mundo similar- a ciertas rupturas rítmicas. El libro tiene grandes logros como el inicial poema largo "Li-Po", o el famoso "Nocturno alterno", que tanto elogiaba Octavio Paz.

El jarro de flores, de 1922, con dibujos ingenuistas al inicio de cada apartado, es un retorno al mundo del haiku (expresamente reconocido por Tablada en el prólogo, titulado Hokku) si bien, a mi entender, con menores logros líricos que Un día... José Juan Tablada fue un esteta. Un hombre de lujos y cosmopolitismos que trasladó (como muchos otros) el clima de invernadero simbolista a las modernidades de Nueva York, de la velocidad y de los anuncios luminosos, sin dejar de ser -al fondo- el esteta finisecular, refinado y lírico, que siempre había sido. ¿Vanguardista Tablada? No como Huidobro o Vallejo, ni siquiera como Guillermo de Torre... Vanguardista, sí, de lo puramente formal, en una poesía novedosa, dentro de un bien conocido orbe lírico, propenso al exotismo.