Clara Obligado. Foto: Manuel Yllera.

Clara Obligado. Foto: Manuel Yllera.

Novela

La muerte, el duelo y la ausencia: las 'Tres maneras de decir adiós' de la argentina Clara Obligado

La autora firma un relato generacional sobre tres mujeres de la misma familia que deberán despedirse de un ser querido. 

13 abril, 2024 02:19

Clara Obligado (Buenos Aires, 1950), que sabe mucho del oficio (no en vano dirige la afamada escuela de Escritura Creativa que lleva su nombre) y que ha compuesto trabajos memorables (La hija de Marx [1996], Petrarca para viajeros [2006] o Salsa [2018] entre otros), presenta ahora Tres maneras de decir adiós.

Dos paratextos bien escogidos sirven de marco a la publicación. El primero es de Ulises, de James Joyce, y define qué es un fantasma; el segundo es un fragmento de “La huanchaqueña”, de Atahualpa Yupanqui, y alude a la tristeza que implica cualquier despedida.

Si este refrenda el sentido general del libro, el de Joyce avala la introducción de cierto componente mágico en una narración realista: alude a los muertos que, transformados en fantasmas, visitan a los vivos para acompañarlos en el duelo o para darles consejo ante una situación difícil.

Tres maneras de decir adiós

Clara Obligado

Páginas de Espuma, 2024. 136 páginas. 16€

La obra está formada por tres novelas cortas que, en realidad, pueden leerse como una sola novela larga. Las protagonistas son tres mujeres que pertenecen a tres generaciones de la misma familia y que se verán obligadas a despedirse de alguien querido para ellas. El primer relato se ambienta en la Barcelona de los Juegos Olímpicos, cuando todavía resuenan los ecos de la Guerra del Golfo.

En él, Emma se recluye en un pueblo de Castilla para recuperarse de la muerte de su amante, fotógrafo en el conflicto bélico. Su hijo Nico la acompaña y la ayuda en este delicado trance, aunque el destino les deparará sorpresas aún más difíciles de digerir.

La segunda tiene lugar entre dos y tres décadas después y la protagonista es esa misma mujer en otra circunstancia. El argumento se centra en la relación que mantiene con su hija Fernanda, con su nieta Adina y con Elio, un amante intermitente que, en la recta final de la vida, le propone matrimonio.

La tercera se desarrolla en un país del Este, tal vez Rusia, en una contemporaneidad dominada por conflagraciones de vanguardia y, sobre todo, tiranizada por una necedad que Obligado satiriza sin contemplación. Ahora, Adina es una muchacha en la veintena que ha decidido dejarlo todo para estudiar ballet en esa nación lejana, aunque la realidad y los consejos de su abuela convertida en espectro la harán cambiar de idea.

Su estilo, muy trabajado y depurado, crea una composición que en algunos relatos es una clase magistral

La muerte, la separación, la ausencia, el duelo y el conflicto interpersonal son temas recurrentes en los relatos, aunque todos ellos cuentan, a modo de contrapeso, con el amor, la esperanza, la compañía, los afectos y la empatía ante las causas ajenas. Estas historias comparten protagonistas en diferentes etapas de la vida, desarrollan relaciones familiares esencialmente entre madres e hijas— y están urdidas con las mimbres casi invisibles de la memoria.

Incluso cuentan con un hilo conductor explícito —la Odisea homérica— que es el origen de cualquier narración, un modelo de situaciones y paradigma de la condición humana. Otro vínculo entre ellos es la dedicación de estas mujeres a la escritura, una forma de terapia que las ayuda a entender el presente y a recomponer el pasado. Su equivalente —la lectura—, que también tiene su espacio, revela algunos de los estímulos creativos de la autora.

Profunda conocedora de los hilos con los que se teje una historia, Obligado elabora una obra fragmentaria llena de elipsis elocuentes que hacen avanzar el contenido y que exigen un lector atento, capaz de reconstruir el sentido del texto. Su estilo, muy trabajado y depurado, crea una composición que en algunos relatos –sobre todo en el segundo– es una clase magistral sobre el punto de vista y el uso de la voz narrativa.