Yasmina Khadra. Foto: Begoña Rivas
Hace ya más de 10 años que se desveló, con gran sorpresa del publico francés, la verdadera identidad de Yasmina Khadra. Lo hizo en su obra autobiográfica El escritor (2001), en la que se supo que, a pesar del nombre femenino, no era una escritora árabe que defendía con valentía sus derechos, sino el comandante Moulessehoul (Kednasa, Sáhara argelino, 1955). Había obtado por un pseudónimo después de prohibirse sus seis primeras novelas. La primera que escribió en francés, en 1997, fue Morituri, sobre la crisis argelina. Después vinieron otros libros basados en historias bélicas hasta que le llegó el turno a África, continente en el que se desarrolla La ecuación de la vida.La historia de La ecuación de la vida es la de Kurt Krausmann, un médico alemán que lleva una existencia rutinaria junto a su mujer. En su vida cabe solo la monotonía hasta que adviene la desgracia. Una tarde, a la vuelta del trabajo, se encuentra a su mujer muerta en la bañera. Para ayudarle a superar la tragedia, su mejor amigo Hans le invita a navegar por las costas somalíes. Pero un día, entre Djibouti y Somalia, serán secuestrados por unos piratas y empieza el descenso a los infiernos.
La vida infrahumana que les hacen vivir unos mercenarios sin piedad, les difícil de imaginar. Desarrollan enfermedades, no les curan las heridas, apenas prueban el agua y la comida mientras sufren las mayores crueldades. En el campamento clandestino, Kurt y Hans conocen a Bruno, un francés que lleva en África más de 20 años y que intenta conciliar su pasión por la tierra con la violencia de sus agresores.
La escritura de Khadra no perdona ninguna escena por desagradable que sea y retrata hasta el mínimo detalle la psicología de agresores y agredidos. ¿Puro vandalismo? Las motivaciones de tal violencia resultan incomprensibles, más aún cuando Joma, el peor asesino, resulta ser una de las grandes voces literarias del momento.
La segunda parte de la novela, que tiene momentos de gran profundidad y belleza, abre el camino hacia la transformación del personaje. Kurt vivirá el amor, y sus meses de rehén le llevarán no solo a desprenderse de lo innecesario al haber podido sobrevivir sin nada, sino a plantearse las preguntas vitales que le convertirán en otra persona. Yasmina Khadra consigue que el lector occidental acabe entendiendo una mentalidad en la que parece solo dominar el odio, el rencor y la muerte. Hasta que junto a Kurt, nuestra mirada cambia, se transforma y aprende a descifrar una cultura que en las primeras páginas se mostraba como un verdadero criptograma.