Bocas del tiempo
Eduardo Galeano
10 junio, 2004 02:00Eduardo Galeano. Foto: Carlos Miralles
El escritor uruguayo Eduardo Galeano regresó a Montevideo en 1985, porque desde 1973 estuvo exiliado en Argentina (donde fundó y dirigió la revista "Crisis") y más tarde en España. Tal vez por esto último es un escritor ampliamente conocido entre nosotros.Ha cultivado diversos géneros: la novela, la poesía, el ensayo, el periodismo. Ha sido distinguido con diversos premios europeos y americanos. Pero en Bocas del tiempo, como ya precisa en sus primeras páginas: "... algunos de los relatos aquí reunidos fueron publicados en diarios y revistas. Al integrarse a este tejido, aquellas primeras versiones cambiaron de forma y de color. "Este libro cuenta historias que viví o escuché..."). En realidad, podrían clasificarse, en efecto, como microrrelatos; pero buena parte de los textos cabría entenderlos también como microcrónicas y su legítimo origen periodístico, aunque modificado, parece evidente. Algunas se inspiran en determinados hechos, otras surgen a raíz de una idea. En todas, sin embargo, alienta el eco poético; es decir, la combinación en forma de prosa, de periodismo y poesía, ambos géneros cultivados por Galeano; aunque aquí fundidos. El libro, acompañado de pequeños grabados anónimos procedentes de la región peruana de Cajamarca, ha sido diseñado por el propio autor en el seno de una "Biblioteca" personal que la editorial le está dedicando.
Son textos pasados por el tiempo; en algún caso puede conocerse, puesto que aparece en su interior la fecha o la circunstancia histórica que lo determina. Los hay que responden a una inspiración casi inmediata, pues el autor alude, por ejemplo, a acciones bélicas tan recientes como la presente guerra de Iraq. Galeano ofrece el conjunto con aparente objetividad para que el lector pueda extraer sus propias consecuencias. Junto a microrrelatos dedicados a exponer hechos históricos o historias personales que le han podido llegar por vía oral, descubrimos también las dedicadas a los elementos que configuran nuestro entorno: pájaros, árboles, agua, mitos americanos, personajes tan populares y más o menos contemporáneos como Maradona o Libertad Lamarque. Pero el autor relata en breves líneas la llegada del desconocido emigrante de Sierra Leona a Barcelona, donde duerme a la intemperie en plena plaza de Cataluña o alude a seres que vivieron los exilios, desde los españoles republicanos a los salmones. Por lo general, agrupa las historias que poseen una trama afín. Pero las desliza y cambia su orientación bruscamente cuando así lo considera conveniente. Pero existe, en efecto, una nervadura invisible aparentemente desconocida por el lector, aunque Galeano trata formar pequeños conjuntos significativos que se mezclan, pese a todo, entre sí. Se sirve de un lenguaje afinado, sensible, del que no se excluye ni el diálogo, ni el que aparece inscrito en la narración gracias a una estructura reiterativa, próxima al artículo de opinión. Arranca de afirmaciones muy concretas: "Las hormigas del desierto asoman desde las profundidades y se lanzan a los arenales" y finaliza con conclusiones en las que asoma, aquí o allí, su sentido del humor: "Nadie entiende como pueden saber tanto estos cerebritos que pesan un miligramo". Galeano incluye también textos de origen religioso "La Virgen" (alude a la canaria de la Candelaria) o "Las otras" (donde alude a las cinco mujeres que aparecen en los Evangelios como antepasadas de Jesús ("tres pecadoras y una despreciada, malditas en las tierra, habían sido las abuelas del hijo del Cielo"). Los múltiples personajes aludidos pueden ser reyes históricos o simples vecinos. De sus vidas se derivan tragedias colectivas, amores, historias infantiles, acciones indignas. Advertimos que la trama se sustenta una moral -la que va desde los mitos de los indios navajos al terrorismo de las Torres Gemelas- que apenas si se ha modificado con el transcurrir del tiempo humano, comparado al de la Tierra y al del Universo. Pero es la ética humana o su violación lo que da sentido o sinsentido a esta huella secreta con la que ha hilado historias. Leídos como poemas narrativos, como historias, como crónicas o escarceos líricos descubrimos tras ellos al escritor que no disimula su compromiso ante la injusticia de ayer y hoy.