Todo está iluminado
Jonhatan Safran Foer
19 diciembre, 2002 01:00Jonhatan Safran Foer. Foto: Qué Leer
La historia del pueblo judío se aproxima al mito, pues en ella confluyen elementos tan primordiales como la construcción de la identidad colectiva, la pérdida de las propias raíces y la resistencia contra el fervor exterminador de los gentiles.Al igual que los mitos griegos o las historias de la frontera en la conquista del Oeste, su tragedia ha adquirido ese valor simbólico que sirve de inspiración a los artífices de la ficción literaria o cinematográfica. El holocausto ya es una categoría cultural. Jonathan Safran Foer (1977, Washington) ha optado por la novela para explorar sus efectos en una comunidad que oscila entre la asimilación y el apego a la tradición. Safran Foer se introduce en el relato para narrar el viaje de un joven judío norteamericano a Ucrania. El deseo de recuperar los orígenes familiares desembocará en una serie de situaciones hilarantes que no borrarán el espanto ante la violencia de las fuerzas alemanas, cuyo odio hacia los judíos rivalizaba con el antisemitismo del pueblo ucraniano. La evocación de Trachimbrod, pueblo inmolado por los nazis, actualizará el viejo problema teológico sobre la existencia del mal. Ante la posibilidad de que el pogromo de Trachimbrod constituya una prueba sobre la fe de los judíos, Augustine, la única superviviente, manifiesta su incapacidad de creer en un Dios que impone esas pruebas. Y tampoco es posible creer en el hombre. Trachimbrod o Jedwabne, donde los polacos asesinaron a sus vecinos judíos, impiden el optimismo sobre la naturaleza humana.
La reconstrucción del pasado no se estanca en los aspectos dramáticos. Safran Foer escoge el registro humorístico para articular su relato. Este procedimiento no es lo mejor del libro. Estamos muy lejos del ingenio basado en el matiz. Safran transita por el camino del chiste fácil. La repetición de una palabra durante cuatro páginas, la prolongación de letras (ZZZZ) o el empleo de los puntos suspensivos no contribuyen a consolidar la credibilidad del texto. éstos y otros recursos, como utilizar acotaciones teatrales o introducir esquemas, sólo pueden justificarse cuando producen una impresión de necesidad que, en este caso, no se cumple.
Safran Foer, que no ha tenido suerte con la traducción española, se muestra más perspicaz al escribir sobre la memoria o los sueños. Entre los aciertos hay que incluir la ambigöedad sobre la identidad del narrador o la verosimilitud de los hechos. Esa incertidumbre impregna las mejores páginas, compensando la insatisfacción que produce el abuso de cierto efectismo. Es innegable que Safran Foer posee cualidades narrativas, pero habrá que esperar a obras posteriores para comprobar su capacidad de urdir historias sólidas y perdurables.