Escena de la versión teatral de Hatty Potter y el legado maldito
El mágico séptimo volumen de la serie Harry Potter, de J.K. Rowling (Yate, 1965), es la novela de aprendizaje por excelencia. El libro sigue la pista del proceso de maduración del joven mago, durante el cual este no solo se enfrenta al mal, sino que lucha por aceptar las responsabilidades, las pérdidas y las cargas de la edad adulta. A lo largo de las novelas vimos cómo un intrépido estudiante desgarrado por las dudas y la confusión de la adolescencia crecía y se convertía en un héroe épico en la línea del rey Arturo, Luke Skywalker y Spiderman.Ahora, en una obra teatral ambientada 19 años después, podemos ver al legendario héroe ya en la mediana edad e instalado en Londres, donde trabaja como funcionario para el Ministerio de la Magia. Y, lo que es más importante, lo vemos en su papel de padre, y vemos también los esfuerzos de su hijo Albus por lidiar con las asfixiantes expectativas que conlleva tener un progenitor famoso. Harry Potter y el legado maldito trata del viaje de Albus en su infancia y de los papeles que desempeñan él y su mejor amigo, Scorpius (hijo de Draco Malfoy), cuando las fuerzas oscuras, posiblemente aliadas con Voldemort, vuelven a poner en peligro el destino del planeta.
Esta versión en forma de libro de Harry Potter y el legado maldito es el guión de la popular obra de teatro que se acaba de estrenar en Londres. A pesar de no contar con los comentados efectos especiales del montaje teatral, resulta una lectura absorbente que hace pasar la noche en vela. La obra, escrita por el dramaturgo Jack Thorne (y basada en una historia original de Rowling, Thorne, y el director teatral John Tiffany), enlaza con el punto en el que se quedó Harry Potter y las reliquias de la muerte, de 2007, la última novela de la serie, y da un salto adelante hasta los últimos cursos de Albus en Hogwarts. El texto carece de la amplitud absolutamente imaginativa y envolvente de las novelas de Rowling, pero en esos volúmenes, la autora hizo un trabajo tan sobresaliente a la hora de conjurar un universo de ficción, que la pieza teatral se sostiene a sí misma con soltura solo con situar su inteligente trama en ese mundo y permanecer fiel a sus personajes y a sus reglas.A pesar de no contar con los efectos del montaje teatral, es una lectura absorbente que hace pasar la noche en vela
Igual que en los libros, el suspense es electrizante e ininterrumpido, y la obra se ha construido astutamente en torno a acontecimientos que nos recuerdan sucesos de las novelas originales, como las escenas del Torneo de Harry Potter y el cáliz de fuego. De propina, los admiradores también reciben aquí y allá unas cuantas revelaciones interesantes sobre Harry, Dumblemore y Voldemort.
Al igual que Sirius Black, Dumblemore es una de las diversas figuras paternas de Harry, y la dinámica edípica entre padre e hijo es fundamental en El legado maldito, de forma muy similar a como la relación entre Luke Skywalker y Darth Vader es fundamental en las películas de La guerra de las galaxias. Las tensiones crecen no solo entre Harry y Albus, sino también entre Draco y el inseguro Scorpius, del cual se rumorea de hecho -como se nos da a conocer muy al principio- que es el hijo secreto de Voldemort. Para consternación de Harry, Albus enseguida hace buenas migas con Scorpius debido a los problemas con sus respectivos padres y al hecho de que ambos son marginados en Hogwarts. A Albus le disgusta ser el hijo de El Elegido, y la rabia que le invade por las expectativas puestas en él no hace sino aumentar. Y aunque tiene mucho en común con el joven Harry -la sensación de ser un extraño y los deseos de ponerse a prueba-, cada vez se lleva peor con su padre, cuyo trato temeroso y excesivamente protector alimenta el antagonismo entre ambos.
El legado maldito intuye con perspicacia que la traumática juventud de Harry -la pérdida de sus padres siendo niño, el haberse criado con los desagradables Dursley y, más tarde, el tener que liderar durante años una guerra contra Voldemort- probablemente se cobró un peaje psicológico, que, en el mejor de los casos, lo incapacitó para expresar sus sentimientos y le infundió un miedo profundo a sufrir más pérdidas.
Los viajes en el tiempo, igual que el arte de escribir ficción, brindan la posibilidad de imaginar otros futuros
Aunque los lectores echarán de menos la inagotable fantasía de Rowling, Thorne posee una comprensión instintiva de las dinámicas y los temas que intervienen en las novelas: la compleja ecuación entre destino y libre albedrío, el pulso entre el deber y el amor, y el papel que la soledad y la ira pueden desempeñar para alimentar el odio. Al igual que en los libros, las fuerzas de la luz (la bondad, la empatía y la inclusión) se alinean contra las fuerzas de la oscuridad que amenazan con resurgir tras años de paz, una dinámica, que, como muchos lectores apreciarán, tiene un eco especial en nuestro días.El poder del tiempo es un elemento central de las novelas de Rowling. Aunque sus relatos se proyectan hacia delante con un ímpetu irresistible, para entender a Voldemort y a sí mismo, Harry tuvo que hacer incursiones en el pasado. Y lo mismo se puede decir de El legado maldito. En los libros de Potter, los viajes en el tiempo y el espacio contaban con la ayuda de artefactos asombrosos, como el pensadero y el traslador. En El legado maldito, el instrumento clave es un giratiempo similar al que utilizó Hermione en El prisionero de Azkaban.
Aquí se utiliza un giratiempo con consecuencias que a algunos lectores les recordarán la película Regreso al futuro, y a otros el relato de Bradbury El ruido de un trueno, en el que un descuidado viajero del tiempo se traslada a la época de los dinosaurios y pisa accidentalmente a una mariposa, alterando el tiempo.
En este caso, un simple recordatorio de las palabras de Dumblemore en El prisionero de Azkaban no supondrá destapar demasiado la trama de esta absorbente obra: "Las consecuencias de nuestros actos son siempre tan complejas y tan diversas que predecir el futuro es un asunto realmente muy difícil". Y los viajes en el tiempo, igual que el arte de escribir ficción, brindan la posibilidad de imaginar otros futuros aciagos y otros mundos asombrosos y espeluznantes.
@michikokakutani