Ilustración de 'Mysterium Magnum'

Ilustración de 'Mysterium Magnum'

Ensayo

'Mysterium Magnum', de Jacob Böhme: la Biblia según un zapatero fascinado por una vasija de estaño

El autor, nacido en el siglo XVI, compaginó su oficio con su labor creativa, que se originó a partir de una epifanía por el reflejo de la luz en un plato. 

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“El zapatero asombroso” titula Reguera su prefacio y así es. Jacob Böhme nació en Görlitz (este de Alemania, hoy Polonia) en 1575 en una familia luterana sin vínculos o raíces culturales. Tuvo una formación elemental y trabajó en el campo antes de hacerse zapatero. De complexión delicada y frágil, fue un autodidacta —o iluminado— que se limitó a tratar de explicar y entender las varias visiones místicas que llenaron su vida, en especial la ocurrida en 1600, al quedar prácticamente abducido por el brillo del sol sobre una vasija de estaño.

Mysterium Magnum

Jacob Böhme

Traducción de Francisco M. Albarracín. Atalanta, 2024. 968 páginas. 59 €

Dijo haber vivido un cuarto de hora mágico, durante el que conoció “la esencia de toda esencia, el fundamento y el vacío; ítem, el nacimiento de la Santa Trinidad, la procedencia y el estado originario de este mundo y de todas las criaturas en la sabiduría divina […] Vi y conocí toda la esencia en el mal y el bien, cómo uno surgió de otro. En el interior lo vi (el Gran Misterio) como en un gran Sin-fondo…”. Después de ese trance —como suele ocurrir en toda mística— cae en honda melancolía, la noche oscura del alma.

De ahí surgirá su primera obra, Aurora (1612, la única hasta hoy traducida al español), sus viajes, su vuelta al hogar como zapatero y su matrimonio con Katharina, hija de un carnicero, de la que tendría cuatro hijos. Desde Aurora hasta Mysterium Magnum, (1623) la obra toda de Böhme no es sino el intento —ahondando más cada vez— de explicar la experiencia de la luz sobrenatural en el plato de estaño…

Como suele ocurrir en estos casos, y aunque sus escritos circulaban manuscritos, el contenido teológico de sus explicaciones bíblicas choca con la estricta fe luterana, muy firme en el norte alemán. La ortodoxia religiosa (sobre todo en la figura del predicador Gregor Richter) se enfrenta con él, lo acusa de hereje —con un breve período de encierro— y se le prohíbe escribir.

Dejó la pluma durante un lustro y sólo la retomó —sin ánimo de publicar— en 1618, al inicio de la Guerra de los Treinta Años, tras haber vendido la zapatería, viajado a Praga y viviendo en buena medida, y pobremente, de la ayuda y caridad de amigos o discípulos. Pero, en tanto, y tras conocer las obras de Eckhart y de Nicolás de Cusa, se ha entrañado en Paracelso, quien termina de conformar ese trío de maestros en los que se basa la singularidad de Böhme, que escribe más cada vez.

Místico esencial, Böhme ha de ser leído hoy como otro sembrador de misterios, no conformista

Antes de morir (en noviembre de 1624) publicó su única obra en vida, Christosophia o camino hacia Cristo, y ello gracias al dinero de un terrateniente que lo admiraba. Pobre y en dificultades varias, Jacob murió sintiéndose un elegido y diciendo —no era óbice para la humildad, tras tantos quebrantos— “Ahora voy por fin al Paraíso”.

Mysterium Magnum se sigue considerando la principal y más honda de sus obras. De muchas maneras, el conjunto de los 78 capítulos del libro no es sino una exégesis de la Biblia, considerada como un laberinto de símbolos. Veamos un título: “Sobre la ofrenda de Caín y luego de Abel, y sobre la iglesia falsa y anticrística, así como sobre la verdadera santa Iglesia.” Es evidente que Böhme no va a recontar la Escritura sino a hallarle sentidos totales, que tienen que ver con el centro/eje de su mundo: la explicación del mismo corazón de Dios que es el Misterio Magno.

No importan teorías académicas ni universidades sino “lo que queda oculto más allá de la verdadera doctrina de Cristo”. Como Dios, el infierno carece de lugar, pues está por todas partes. Dios es Nada y Todo, pero Nada y Todo son Dios. Místico esencial, y parte de una cadena que cuestiona el racionalismo, Böhme ha de ser leído hoy como otro sembrador de misterios, no conformista.