Joan Miró. El niño que hablaba con los árboles
Josep Massot
13 abril, 2018 02:00Joan Miró a mediados de los años 60
Faltaba una biografía sobre Miró. Las que se manejaban hasta el presente eran aproximaciones de urgencia. Ahora Josep Massot (Palma, 1956) acaba de publicar un monumental y exhaustivo estudio, Joan Miró. El niño que hablaba con los árbboles, que ha de quedar como un trabajo de referencia. Ciertamente en este tipo de ensayos, de dimensiones tan vastas (el libro posee más de 800 páginas) y que manejan tanta información, existen aspectos revisables o discutibles, pero lo importante es considerar la aportación global de esta biografía, que supone un salto cualitativo en relación a los estudios sobre Miró.Josep Massot, que es conocido especialmente como periodista cultural de La Vanguardia, se ha esforzado en subrayar que su biografía no es un estudio académico. Acaso tengamos nociones diferentes de lo que significa un trabajo académico, pero lamento, en este sentido, que se hayan eliminado las notas a pie de página, lo que hubiera otorgado más autoridad a su texto. Igualmente echo de menos la presencia de un índice onomástico en un libro como el presente, que lo merecía y tanto esfuerzo ha costado y que, además, está destinado a ser una herramienta para cualquiera que se quiera aproximar al artista.
Sin embargo, no cabe duda de que la escritura de Massot es ágil y clara, incluso diría que entretenida. Además, un trabajo de estas características necesita rigor. Y esta biografía es ciertamente de un rigor ejemplar. El autor se acerca concienzudamente a Miró con los instrumentos de exploración tradicionales del biógrafo: estudio de la correspondencia -publicada o no-, revisión de la bibliografía existente, exhumación de archivos, recuperación de la memoria oral y de testimonios cercanos al artista, análisis de las obras plásticas...
Massot maneja con soltura una extensa bibliografía -y otros materiales-, ya sea sobre el arte del siglo XX, ya sea sobre Miró, lo cual permite situar al artista en sus diversos contextos. En este sentido, uno de los episodios más interesantes en el capítulo dedicado a la construcción del artista, es la interrelación de Miró con la vanguardia cosmopolita en París y la ruptura con los círculos culturales catalanes a finales de los años 10 y principios de los 20. Josep Massot articula convincentemente un tejido de episodios y relaciones que explican de manera verosímil los entresijos y las motivaciones de la apuesta de Miró como artista bajo el signo del arte de experimentación. Esta es una de las contribuciones de la presente biografía: Massot no retrata al artista como un itinerario solitario, sino dentro de una suerte de ecosistema en el que la individualidad interactúa en una trama colectiva.
Y otro aspecto fundamental: cuando se pregunta a Massot cuánto ha tardado en escribir esta titánica biografía, él responde irónicamente que toda la vida. Algo hay de cierto. No hace falta decir que Miró, como Picasso o Dalí, son herméticos y que, huidizos, se resisten al análisis. Pero hay acaso otra circunstancia que los hace más opacos y autistas: su entorno inmediato que, receloso, gestiona su legado y cualquier otro tipo de información. Y, sin embargo, Massot, palmesano, que conoció a Miró en su adolescencia, entró en contacto con la familia y el ambiente del artista -que vivía en Mallorca desde los años 40-, lo que le ha permitido acceder a su intimidad familiar, es decir, a la correspondencia no publicada, a la biblioteca personal, a historias y relatos de su entorno, lo que aporta una perspectiva diferente del pintor.
También se refiere Massot en esta biografía a episodios de la vida sentimental del artista. ¿Son acaso aspectos anecdóticos? En absoluto. El libro es una biografía intelectual que esclarece zonas oscuras de la obra del artista y de su proceso creativo, pero igualmente se puede considerar como un gran fresco de los tiempos que vivió, en virtud de la lectura contextualizadora de Massot. Así, por ejemplo, la relación con Lola Anglada, artista y escritora, compañera de generación de Miró -y, por extensión, con las otras mujeres mencionadas por Massot, entre ellas, su esposa Pilar Juncosa- las interpreto como una reflexión sobre la posición social de la mujer y la mujer-artista que se confronta con la personalidad y ambición de Miró. Del examen de todas estas relaciones se desprende una manera propia de entender el arte y el proyecto de Miró como artista.
Esta biografía es como un río caudaloso con múltiples afluentes en la que Miró aparece como una personalidad poliédrica con infinitud de matices. Y creo que, además, hay un mensaje: la idea de Miró como héroe, el artista que busca alcanzar las estrellas, que se enfrenta contra la adversidad en una lucha desesperada, que roba el fuego y el secreto de los dioses con la ambición de alumbrar el misterio de las cosas. Esta es la batalla de Miró.