Tillie Walden, una adolescencia entre patines y dudas existenciales
Tillie Walden. Foto: F.D.Q.
Con solo 21 años y cuatro novelas gráficas publicadas, la autora estadounidense presenta en el Salón del Cómic de Barcelona Piruetas, unas memorias centradas en su etapa como patinadora artística y el desarrollo de su identidad sexual.
Con 400 páginas y la notable influencia de hitos del género como la monumental Blankets de Craig Thompson, Piruetas no es solo una historia sobre patinaje, sino sobre cómo la autora tuvo que lidiar con la autoexigencia, la frustración, unos entrenadores estrictos, la falta de interés de sus padres y un ambiente donde la feminidad era un cliché artificial de niñas con pintalabios y sobredosis de estrés y competitividad. Por si fuera poco, Walden tuvo que enfrentarse también al miedo a salir del armario, al acoso escolar y al acoso sexual, además de las dudas sobre el futuro que asaltan a cualquier adolescente.
Su trayectoria vital describe un inmenso triángulo sobre el mapa de Estados Unidos: nació en California en 1996, pasó su infancia en Nueva Jersey, la adolescencia en Texas y ahora vive de nuevo en California. en Por primera vez de visita en España, la autora participa estos días en el Salón del Cómic de Barcelona, donde se reunirá con el público y con otros artistas.
Detalle de la portada de Piruetas, de Tillie Walden
Pregunta.- ¿Necesitaba contar esta historia? ¿Ha sido terapéutico?Respuesta.- Más o menos, aunque ya voy a terapia de verdad. Surgió porque, cuando estudiaba cómic en Vermont elegí hacer una historia corta sobre el patinaje, y perdí el control, me puse muy emocional hasta el punto de no poder dibujar. Cada vez que empezaba a dibujarme a mí misma en la pista la situación me abrumaba y me ponía a llorar. Me di cuenta de que estaba pasando algo dentro de mí y que hasta entonces no había lidiado con ello, así que decidí hacer todo un libro para enfrentarme al problema. Pensé que eso me ayudaría a procesar todas esas emociones y así fue.
P.- A menudo los niños prodigio tienen detrás a unos padres extremadamente exigentes, pero en su caso era justo al revés. ¿De dónde surgía entonces esa presión?
R.- En gran medida venía de mis entrenadores -cuando eres un atleta tus entrenadores se convierten un poco en tus padres- y mucho de mí misma. Miraba a mi alrededor y veía a aquellas chicas ganando medallas de oro y pensaba que yo tenía que ser igual de buena o mejor. El típico caso es: niño tiene éxito en algo, los padres le obligan a seguir, el niño odia a sus padres y todo explota. Pero para mí todo aquello no estaba a mi alrededor, sino dentro de mí.
P.- ¿Por qué decidió dejar el patinaje artístico?
R.- Es muy complicado, porque patinar no era solo un deporte para mí; era mi vida, mi identidad. Cuando me presentaba a alguien, lo primero que decía era: soy patinadora. Dejarlo fue como cortar todo lo que había sido, pero creo que llegas a un punto en tu adolescencia, especialmente a los 16 o 17 años, en el que tomar esas decisiones importantes da menos miedo que con 13. Además, resultaba muy tentador pensar en la cantidad de tiempo que tendría de nuevo para mí si no patinara: las mañanas, las tardes, los fines de semana… Era increíble poder dedicar un sábado por la mañana a lo que quisiera en lugar de ir a la pista de hielo.
Viñetas de Piruetas, de Tillie Walden
R.- Al principio sí, pero entonces descubres que hay maneras de trabajar que son distintas a tener profesores de música o entrenadores de patinaje encima de ti, es mucho más sano cuando te escapas de ello.
P.- En el libro critica la forzada feminidad adulta que se impone a las niñas patinadoras: las medias, el maquillaje, los vestidos… Y, en general, todos los convencionalismos que envuelven a este deporte. ¿Cree que cambiará el ambiente en unos años?
R.- Depende de los patinadores, porque no creo que los jueces ni los entrenadores cambien de parecer. Me encantaría ver un cambio. Por ejemplo, siempre quise hacer un dúo pero con otra chica, pero el patinaje en pareja solo se admite entre chico y chica, uno con traje y la otra con vestido. Hay mucho más por descubrir en el patinaje si rompemos todas esas barreras. Así que tengo esperanza en que cambiará, pero hará falta más gente como yo hablando de ello y haciendo notar que ¡hey, a lo mejor puedes patinar igual de bien sin pintalabios! ¡Menuda idea!
P.- Creció en una época en la que supuestamente debería haber mucha tolerancia hacia la homosexualidad. ¿Por qué le costó tanto salir del armario?
R.- El matrimonio gay fue legalizado en Texas en 2015 y yo me gradué del instituto en 2014. Mucho de lo que he experimentado ocurrió justo antes de que un montón de cosas empezaran a cambiar. Ahora siento que las cosas están cambiando mucho más rápido, lo puedo ver especialmente en los niños, en cómo actúan y se hablan unos a otros. Pero la situación no es perfecta todavía. El cambio de actitud respecto a la homosexualidad ha tenido lugar sobre todo en la superficie, a menudo cuando alguien empieza a conocerme un poco más y descubre que soy lesbiana, la situación se hace más complicada.
Avance de Piruetas, de Tillie Walden
P.- También aparece en el libro un desagradable episodio de acoso sexual con un profesor particular y otra escena en la que un desconocido la observa fijamente desde la distancia. ¿Ha tenido que lidiar con este tipo de situaciones a menudo?R.- Sí, he vivido muchas situaciones así y solo he incluido en el libro unas cuantas. Desgraciadamente, creo que es algo común en todas partes, cuando eres una chica joven recibes mucha atención no deseada, mucha gente quiere herirte.
P.- ¿Cuáles han sido sus principales referencias como dibujante, especialmente a la hora de abordar este proyecto?
R.- Craig Thompson fue una gran influencia. Leí Blankets muy joven. Me inspiró mucho la manera en que usa la línea, su nivel de detalle, el movimiento, su manera de componer las páginas… También he leído mucho manga, y también me influyeron mucho. También he leído Stitches, de David Small, o Fun Home, de Alison Bechdell. En general he leído muchas memorias gráficas, así que me parecía lógico que yo también contara mi historia.
P.- ¿Dibuja siempre en papel o utiliza también herramientas digitales?
R.- Dibujo siempre en papel. No dibujo nunca en digital porque me aburre estar todo el día mirando una pantalla, en cambio clavar los ojos en el papel me parece mucho más divertido. Todo lo que aparece en color morado es tinta sobre papel, y también uso esa misma tinta mezclada con agua. Después escaneo la página y lo único añadido en Photoshop es el amarillo. Mi editor me sugirió que añadiera un color más al morado y elegí el amarillo porque ambos eran los colores de mi equipo de patinaje.
P.- Como nativa digital, ¿le parece relevante la dicotomía entre papel y soporte digital?
R.- Yo prefiero los libros impresos. En el espacio digital hay algo que falta y que siempre faltará. Me encanta mi webcomic pero me hace mucha ilusión que este año se publique en forma de libro. A la vez me resulta natural el mundo digital, especialmente las redes sociales. A menudo doy charlas a otros artistas sobre cómo usarlas para promocionar su trabajo y veo que para muchos de ellos no es algo instintivo, no saben realmente qué hacer. Para mí es un medio natural, entro en Twitter y sé instintivamente qué hacer para que funcione y conseguir cientos de miles de reacciones.
@FDQuijano