Nuccio Ordine
Pese a gozar de merecido prestigio dentro de su especialidad -el Renacimiento y la obra de Giordano Bruno- Nuccio Ordine (Diamante,1958), profesor de literatura italiana en la universidad de Calabria y director de varias colecciones de clásicos de la editorial Les Belles Lettres, había pasado inadvertido para el gran público hasta la aparición de La utilidad de lo inútil. Un manifiesto (Acantilado, 2013), que en poco tiempo se convirtió en un acontecimiento editorial, traducido a veinte idiomas. Su defensa de los estudios humanísticos frente a la obsolescencia programada por el Plan Bolonia en las universidades europeas y su reivindicación del valor de la enseñanza de los clásicos por no rendirse al criterio mercantilista hoy dominante fueron recibidos con especial éxito de crítica, recogiendo el testigo de otras figuras que han oficiado de Casandras del humanismo en los últimos años, como Steiner o Nussbaum.Aunque el espectro de matices en esta defensa de la formación humanística resulta bastante amplio, desde los tonos más melancólicos hasta los más renovadores, hay tópicos recurrentes en su argumentario. Así, la idea de que la orientación unilateral de la enseñanza a la inserción laboral es una óptica bárbara y miope; que la creciente especialización profesional mata la creatividad; que las humanidades no son inútiles, sino que cultivan en lo esencial al dotarnos de un saber que nos permite un juicio autónomo; que las nuevas tecnologías no pueden suplir a un buen profesor, ni la didáctica más sofisticada puede garantizar una buena clase forman parte del razonamiento que Ordine reitera en la introducción a su nuevo libro que nace de una experiencia practicada en sus clases durante quince años, en los que ha leído a sus alumnos pasajes de escritores y filósofos para despertarles el gusto por las obras clásicas. De ahí surgió la idea de incorporar una selección de estos fragmentos a las páginas del prestigioso semanario Sette, del Corriere della Sera. Ahora aparecen compilados en este volumen, junto con breves y jugosos comentarios suyos.
Esta biblioteca ideal de cincuenta textos aspira tan sólo a propiciar un breve encuentro directo con los clásicos, capaz de suscitar la curiosidad del lector y animarlo a proseguir por su cuenta. Merece la pena, dice Ordine, porque aún hoy pueden responder a nuestras preguntas. La selección es espléndida y su propósito se cumple. Otra cuestión es si la reivindicación de la utilidad de lo inútil formulada por Ordine alcanza mayor esclarecimiento con recursos como éste. Para ello sería preciso una mayor elaboración teórica sobre la utilidad actual de las humanidades, problematizar una contraposición entre cultura y mercado y reflexionar más a fondo sobre las transformaciones de una economía del conocimiento en el mundo de hoy.
Esta ternura común por un discurso humanístico acogedor de todo es quizá uno de los modos más eficaces de desactivar su capacidad de subvertir un orden de cosas que prefiere la rentabilidad económica y tolera el ornamento cultural. Tomarse a los clásicos en serio supone cuestionar el modo en que los integramos apaciblemente en el circuito de consumo de bienes culturales y asumir que, antes que cómodas respuestas, lo que proyectan sobre el presente son interrogantes bastante intempestivos. Leído en esa clave, aquel recuerdo emocionado a su viejo maestro del liceo de Argel de un Albert Camus recién premiado con el Nobel, que evoca el libro, recobra su más genuina faceta de contestación a lo establecido.