Albert Camus en un ensayo de La devoción de la cruz.
El esfuerzo obsesivo por ser justo de Albert Camus le ha convertido en una figura indiscutible de la cultura europea del siglo XX. Eso es ahora. Antes, mientras vivía hasta el accidente de coche que le provocó la muerte en 1960, se tuvo que enfrentar a muchísimas acusaciones. Acusaciones de los Hunos y de los Otros. Haber estado en mitad de ese fuego cruzado es una señal definitiva de su independencia de juicio. Sus posiciones cuando había un conflicto nunca estuvieron nítidamente inclinadas con uno de los bandos en litigio. Defendía, por ejemplo, la pertenencia de Argelia a Francia, sí, pero con más autogobierno y denunciando los abusos de poder de las autoridades francesas en la colonia norteafricana. Fue también un hombre escorado a la izquierda ideológicamente pero eso no le impidió alzar su voz (con el mérito de ser uno de los primeros) contra las crueles megalomanías estalinianas.
El próximo siete de noviembre se cumple el centenario de su nacimiento, en Mondovi (Argelia), en el seno de una familia pied noir dedicada al cultivo del anacardo. La conmemoración tiene como epicentro una exposición Aix en Provence. En España el Instituto Francés aporta su granito de arena. En Madrid José María Flotats (Barcelona, 1939) y Daniel Mesguich (Argel, 1952) leerán este martes por la tarde algunos pasajes de su obra. El segundo, director y profesor de teatro (desde 2007 al frente del Conservatorio Nacional de Teatro de París), también nacido en Argelia, leerá fragmentos de El extranjero. "No es necesario decir mucho de este texto. Es el más famoso de sus libros. La caída es una maravilla absoluta pero El extranjero es mejor todavía, porque es más concentrado e intenso", explica a El Cultural. Y recuerda que el propio Camus lo grabó para la radio leyéndolo él mismo: "Fue algo esplendido porque él le daba la entonación apropiada en cada momento".
Mesguich también leerá Regreso a Tipasa: "Aquí describe la naturaleza como ningún otro autor. Su dominio de la prosa está a la altura de Rousseau, Proust y Chateubriand. Pero a diferencia de ellos Camus nos ofrece literatura pura con una profunda reflexión y sentimiento". "Camus encarna a la perfección esa figura que podríamos denominar un intelectual sentimental", remacha el director francés.
Jose María Flotats se centrará en la faceta periodística, sobre todo en artículos que publicó en Combat, revista de la que asumió la dirección en 1943. "Tiene algunos fundamentales para conocer épocas cruciales de la historia del siglo XX", cuenta a este suplemento el director y actor catalán. En su intervención recordará el que publicó el 9 de mayo de 1945, día de la liberación de Francia por parte del ejército aliado. Y otro que redactó poco después, ya pasados los fastos, poniendo el dedo en una de las llagas que más escuece en Francia: la del colaboracionismo con los nazis, mucho más mayoritario entre la población que la resistencia. Los verdaderos héroes, viene a decir, fueron cuatro, los que desde el primer minuto intentaron organizarse y no claudicar a la humillación de ver su patria tomada por una potencia extranjera. "Camus puso con este artículo los relojes en hora", sentencia Flotats.
Si hay tiempo ("porque no se trata de aburrir"), Flotats también quiere dar a conocer otros trabajos en los que criticaba los excesos de las tropas galas en suelo argelino, o se defendía de aquellos que le reprocharon haber situado su obra Estado de sitio en España y no en un país del Este europeo sometido al dominio soviético, o su discurso al recoger el Premio Nobel en 1957, en el que definía los compromisos íntimos y sociales que debía asumir todo escritor. Flotats recuerda con especial afecto a Camus, un autor con el que empezó familiarizarse muy joven, con solo 15 años, cuando representó el papel de conserje ("sólo tenía dos réplicas") en El malentendido. Fue en la Capilla Francesa de Barcelona, en el periodo que estudiaba en un colegio de "maristas muy progres". Aunque no se le olvida el comentario del padre superior al término de la función: "Nosotros no podemos representar una obra en la que Dios niega su ayuda a uno de sus hijos".
Camus incomodaba a curas ortodoxos y a rojos recalcitrantes, como Jean Paul Sartre. Esa era una de sus grandezas. "Para mí, Camus es el único intelectual que ha mantenido siempre una actitud justa y equilibrada. Unos lo tachan de haber aceptado el imperio colonial. Otros lo ven como demasiado izquierdista. Al contrario que Sartre, que se equivocó siempre, Camus acertó siempre", remacha Mesguich. Y eso mismo es lo que parecen percibir los jóvenes franceses. Los reductos de resistencia frente a Camus han tenido que replegarse hace tiempo ante el empuje que el autor de La peste tiene entre las nuevas generaciones. Flotats da una explicación a este fenómeno: "Es que es un escritor que va mucho más allá de la literatura. Su obra y su vida son una lección ética, muy vigente en la situación actual". Pues sigamos aprendiéndola.