Rafael Sánchez Ferlosio

Edición Ignacio Echevarría. Debate. Barcelona, 2017. 640 páginas. 34'90€. Ebook: 10'99€

Coincide el cierre de la obra completa de Sánchez Ferlosio -este Qwertyuiop- con la celebración de su 90 cumpleaños, con El incógnito Rafael Sánchez Ferlosio (Ardora), de J. Benito Fernández, primera biografía del escritor y con una selección de Páginas escogidas (Random House) en edición de Ignacio Echevarría.

Considerado uno de los escritores más relevantes de la literatura española de posguerra, Rafael Sánchez Ferlosio (Roma, 1927) dejó pronto a un lado la narrativa de ficción tras su premiada novela El Jarama, para volcarse de lleno en el estudio de la gramática y de los usos ideológicos del lenguaje. Así sentó las bases de su brillante obra ensayística posterior, a la que ha dedicado más de cuatro décadas: una sólida trayectoria, que invita a redimensionar su catalogación como "plumífero" en su más genuina faceta de pensador. Esta magnífica edición del corpus principal de sus ensayos y artículos, que, al cuidado de Ignacio Echevarría, culmina ahora con la publicación del cuarto volumen, ofrece una espléndida ocasión para ello.



No tan fundacionales sus textos como los que recogía el primer tomo, fruto del retiro voluntario de Ferlosio del mundillo editorial y tildados burlonamente de Altos Estudios Eclesiásticos; no tan circunstancial el conjunto como los artículos periodísticos del segundo, Gastos, disgustos y tiempo perdido, ocupados en analizar la hueca fraseología de muchos discursos de la transición democrática española; no tan redondos sus ensayos como los que centran el tercero, Babel contra Babel, con todo, esta recopilación permite una excelente panorámica de la aportación intelectual de Ferlosio, combinando con especial acierto criterio cronológico y temático, como el resto de volúmenes.



De hecho, su curioso título, que nombra la secuencia de letras superiores del teclado de una máquina de escribir o de un ordenador, sirve para advertirnos de que la impresión de estar ante una miscelánea de asuntos dispares es errónea: tal como aquella secuencia obedece a una lógica rigurosa, así los escritos de este volumen inciden en un mismo registro, diagnosticando los males de nuestra modernidad tardía.



Ferlosio es un maestro en el arte de desmenuzar los textos y descubrir en ellos, bajo su empleo más anodino, significados latentes que evidencian su función de refuerzo de la ideología imperante. Esa ideología no es hoy otra que la del liberal-capitalismo, que lo mercantiliza todo, y donde incluso las presuntas horas libres se someten a los dictados de una explotación sin descanso. Esta ácida visión del presente, inspirada en Weber y en el énfasis de la Escuela de Frankfurt en el carácter alienante de los procesos de racionalización del mundo moderno, se completa con una imagen de la historia como historia de la dominación. Ferlosio estima que la mentalidad expiatoria heredada del cristianismo ha dado la pauta sobre la que el capitalismo ha edificado su dispositivo de explotación. En su ensayo Mientras no cambien los dioses, nada habrá cambiado explica cómo el mito del progreso ha sido el recurso legitimador con el que las ideologías modernas, a modo de nuevas religiones secularizadas, han seguido exigiendo sacrificio a los hombres, buscando justificar su sufrimiento como precio necesario a pagar por una causa más alta.



Así se ha implementado una ascética del trabajo, de la que hoy día ya "ni se huele" la perversión en que se funda ni el rigor con que impone opiniones, modelos de conducta y condiciones de vida. De esto trata su ensayo Non olet, de cómo la llamada sociedad de consumo no ha hecho sino invertir y perfeccionar los viejos mecanismos de la producción de bienes, pasando ahora a producir al consumidor mismo y asegurando así máxima eficacia y perduración del sistema. Para ello, la publicidad se ha convertido en el mejor instrumento del mercado, como industria del diseño de consumidores y supremo educador colectivo.



Caída la máscara de un sistema que vende disfrute y placer, cuando en realidad produce renuncia y dolor, de ahí proceden muchas de las impugnaciones formuladas en los bloques de artículos incluidos entre uno y otro ensayo. Ferlosio se despacha a gusto contra la televisión, el toreo, la educación para la ciudadanía, el deporte o el falso ocio consistente en comprar, rastreando en todos esos fenómenos huellas de una misma ideología. Su repudio de la ascética infiltrada en los valores competitivos del individualismo liberal es tan intenso, que a veces polariza demasiado esas oposiciones binarias que tanto rédito argumental han dado a sus reflexiones, dificultando pensar una posible mediación.



Hay en Ferlosio cierto reparo en proponer soluciones, que lo acerca a aquella negatividad irredenta que coaguló la dialéctica de los frankfurtianos. Aun así, sería injusto decir que su obra se limita a entregarnos a la desolación de lo real.



Ferlosio no deja de ser un escritor fascinado por el lenguaje, que se resiste a su poder cautivador para sancionar lo existente, pero que precisamente en esa resistencia suya alcanza a mostrar el atisbo de otro modo de decir el mundo. Casi al cierre del volumen, antes de ese singular texto autobiográfico que es La forja de un plumífero, en uno de sus ensayos más bellos, La señal de Caín, explora un tipo de relación que nace del reconocimiento de lo absolutamente irreparable del dolor infligido al otro: desbordando toda posible relación de intercambio, la vida de los hombres se señala ahí como algo que no se compra ni se vende, fuera de toda medida y permuta. Con buena prosa y mejor argumento, Ferlosio nos regala al final de sus textos un motivo, si no para la esperanza, sí para no rendirnos a un mundo encerrado en la locura del hiperrendimiento a toda costa.