Historia del seguro en España
Gabriel Tortella (ed.)
16 mayo, 2014 02:00Gabriel Tortella
En la historia financiera de España quedaba un espacio relativamente poco conocido, el de la historia del seguro y de las empresas aseguradoras. Dicha actividad económica hoy ocupa una posición muy destacada especialmente en los países desarrollados. Hay que subrayar que, en nuestro país, el seguro comenzó a desarrollarse desde la Edad Media y, sobre todo, desde el siglo XVI, cuando las exportaciones de lana castellana al resto de Europa y el cada vez más importante tráfico mercantil con las Indias exigieron una cobertura previsora ante los riesgos del comercio a larga distancia.Desde los años cuarenta del siglo XX, Carande, Céspedes del Castillo, Bernal, Martínez Shaw y Jerònia Pons, entre otros, han realizado aportaciones importantes a la historia del seguro en España en la Edad Moderna. Pero la evolución de este sector, durante los últimos dos siglos no había recibido de los estudiosos esfuerzos comparables a los anteriores. Gabriel Tortella (Barcelona,1936), indiscutible impulsor de la historia bancaria contemporánea en nuestro país, encabeza ahora este proyecto, que inaugura con excelente resultados la historia del seguro en España desde sus orígenes hasta los primeros lustros del XXI.
Tras dos capítulos en los que se revisa la génesis histórica de los seguros -son recomendables el relato de los orígenes de Lloyd´s de Londres y la información que se ofrece sobre el Cádiz del siglo XVIII-, la presente historia se ocupa de la eclosión de la actividad aseguradora por parte de las sociedades y de las mutuas, una vez que, a partir de la revolución liberal, se modernizó en España la economía de mercado. En aquella época se hicieron perceptibles tres fenómenos nuevos: la presencia de sociedades anónimas, la llegada de empresas extranjeras y la progresiva unión de la actividad seguradora con los bancos. De entonces procede el nacimiento de sociedades muy relevantes como La Unión y El Fénix, luego fusionadas entre sí, la actual Catalana Occidente, originalmente dedicada a cubrir riesgos de incendio, una de las primeras especialidades en desenvolverse, y el Banco Vitalicio Español, pionera en el ramo del seguro de vida. Aunque los centros indiscutibles de esta actividad ya eran Madrid y Barcelona, hubo también iniciativas destacables en Baleares, Andalucía y Valencia.
Con la modernización de la economía española a lo largo del siglo XX, el sector y la profesión de asegurador se fueron profesionalizando cada vez más. De todos modos, antes de la Guerra Civil, la economía del seguro distaba de estar en España tan desarrollada como en otros países de Europa occidental. Sin embargo, el enfrentamiento de 1936 a 1939 se traduciría en unos daños, cubiertos por seguros privados, de 750 millones de pesetas, suma muy difícil de cubrir. La explicación que ofrecen los autores del libro sobre la resolución de aquel grave problema es esclarecedora, como también la proporcionada sobre la evolución de los seguros a lo largo el franquismo, siguiendo una trayectoria de crecimiento similar al experimentado por el conjunto de la economía española. Pero, al igual que ocurría con el resto del sector financiero, el mercado de los seguros tardó en liberalizarse de los controles intervencionistas y corporativos que entorpecían su modernización.
Un impulso decisivo vino a mediados de los años ochenta del siglo XX, tras el ingreso de España en la Unión Europea. Como ha ocurrido con los bancos, también algunas empresas aseguradoras españolas han experimentado con éxito innegable un proceso de internacionalización, destacando MAPFRE en esta dirección. En los reveladores apéndices estadísticos al final del libro puede comprobarse que en España, el sector representó en 2011 -en volumen de primas de seguros de vida- el 2,7 por 100 del Producto Interior Bruto, y en otros ramos el 2,8 por 100, lejos aún de Reino Unido, con porcentajes de 8,6 y 4, 3 por 100, o de Francia, con 6,3 y 3,5, respectivamente. Sin embargo, las distancias se han acortado, demostrándose en este libro, de rico contenido y fácil lectura, que la modernización de la economía española, en los últimos treinta años, es una realidad comprobable, también en este campo.
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Quimera sorprende este mes con un espléndido número dedicado a Juan Carlos Onetti con motivo de los veinte años de su muerte. Atentos a la nómina de firmas: Antonio Muñoz Molina, Ricardo Menéndez Salmón, Juan Gracia Armendáriz, Marta Sanz, Ernesto Pérez Zúñiga, Mateo de Paz, Carlos Jiménez Arribas, Javier Mateos-Pérez y Eduardo Vilas.
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