Martha C. Nussbaum
En varios de sus últimos libros publicados en España, el trabajo de la prestigiosa filósofa y profesora de Ética y Derecho de la Universidad de Chicago Martha C.Nussbaum (Nueva York, 1947) se ha distinguido por su reivindicación del valor insustituible del cultivo de las humanidades para el logro efectivo de una ciudadanía democrática y de una sociedad mejor. Pero esta dimensión de su obra, aun siendo esencial, no deja de ser un aspecto específico dentro de una concepción general mucho más ambiciosa, que desde hace tres décadas viene tratando de promover un modelo de evaluación y fomento del desarrollo humano alternativo al que todavía impera en la actualidad.Nussbaum se apoya para ello, ante todo, en las aportaciones del Premio Nobel de Economía de 1998, Amartya Sen, quien ha criticado la visión convencional de un utilitarismo estrecho, que cifra la calidad de vida de un país en indicadores tan indiferenciados y restrictivos como el del incremento de su Producto Interior Bruto. Pese a lo limitado e incluso distorsionador de este tipo de indicadores, dado que los mercados reaccionan a las calificaciones públicas basados en ellos que tanto afectan a la reputación internacional de los países, los políticos se suelen centrar en potenciarlos, sin prestar la suficiente atención a otros factores no menos importantes y que inciden de manera más directa en el nivel de vida de los ciudadanos. Ahora bien, aunque el PIB de un país se incremente, ¿podemos decir que esa nación progresa, si al mismo tiempo lo hace el porcentaje de su población que cada vez se encuentra con mayores dificultades para acceder a una sanidad y una educación de calidad, así como a otros servicios básicos?
Frente a quienes interpretan el desarrollo en términos de mero crecimiento económico y conciben la pobreza como un simple problema de escasez de ingresos, Nussbaum ha asumido el llamado "enfoque de las capacidades", propuesto por Sen para analizar de una manera más realista, y socialmente más justa, los factores que afectan a la calidad de la vida de una persona. Se trata de un enfoque que Nussbaum ha desplegado con lujo de detalles en algunas de sus obras más emblemáticas, como Las fronteras de la Justicia (2006), donde trazaba los límites del modelo contractualista de justicia reformulado por John Rawls -debido a su exclusión de personas discapacitadas, ámbitos transnacionales y otras especies animales- y que ahora presenta en este nuevo libro de forma más sintética y accesible al gran público. Como ella misma explica, a pesar de la influencia que el nuevo paradigma ha podido tener en los foros académicos y en las distintas organizaciones internacionales a la hora de ampliar la perspectiva de sus análisis sobre el bienestar (empezando por la ONU, cuyo Índice de Desarrollo Humano es un indicador de calidad de vida inspirado en él), se echaba de menos una exposición clara de sus presupuestos teóricos y sus elementos clave.
Así, en un tono fuertemente didáctico, recurriendo al relato de casos concretos para ilustrar sus ideas, Nussbaum va adentrando al lector no especializado en esta "contrateoría", tan necesaria en los tiempos que corren para hacer que las políticas giren hacia las necesidades reales de los individuos. El éxito o rendimiento de estas políticas, nos dice, ha de medirse en función de las oportunidades que abren a cada persona. Y las "capacidades" de las que hablan Sen y Nussbaum, concebidas como libertades sustanciales, se definen precisamente por estas oportunidades. De nada vale pregonar derechos en abstracto si luego no se facilita a los ciudadanos los medios y condiciones para poder ejercer libremente estas capacidades, que Nussbaum concreta en diez: vida, salud física, integridad física, disfrute de los sentidos, la imaginación y el pensamiento; desarrollo emocional; razón práctica; derecho de afiliación; relación respetuosa con otras especies; actividad recreativa y control sobre el propio entorno. Todo un recetario de urgencia, que ha de servir para introducir valores éticos en la economía del desarrollo y orientar la elección de políticas que avancen en la dirección correcta.
Se trata, sin duda, de un texto muy conveniente el de Nussbaum para que en este contexto de crisis, en medio de la obsesión por la solvencia financiera y la reactivación del consumo, no olvidemos ni dejemos que nuestros políticos olviden que el objetivo básico de desarrollo es crear un ambiente propicio para que los seres humanos disfruten de una vida prolongada, saludable, emancipada y culturalmente estimulante.