Vista de la colina capitolina de Roma con escalinata que va a la Iglesia de Aracoeli
La exposición 'Las Artes de Piranesi', que podrá verse en CaixaForum Madrid hasta el 9 de septiembre, reúne más de 250 grabados originales, desde la primera serie de láminas realizada en 1743, 'Prima Parte di Architetture, e Prospettive', hasta sus últimos trabajos de la década de 1770 dedicados a estudios de objetos y mobiliario. Una muestra de la complejidad, versatilidad y carácter multidisciplinar de la obra de Piranesi desde un triple punto de vista: artístico, teórico y profesional.
El tronco central de la muestra lo constituyen las diferentes ediciones de grabados, siempre en un exclusivo blanco y negro, de inmensos, delicados e inéditos rasgos pictóricos y de una fecunda influencia en el conocimiento y el imaginario de lo que fue el mundo de la antigüedad clásica romana, editados por el artista veneciano desde tres años después de su llegada a la ciudad, hacia 1740, en el séquito del embajador de Venecia en los estados Pontificios, hasta 1770, más interesado en el mobiliario y otras artes suntuarias.
La sala principal, con un montaje clásico, bien cubierto de textos explicativos en cada uno de los apartados y diferenciados por distintos colores en los muros, despliega sus trabajos de juventud. Y es que sus principales obras arqueológicas, las grandes series de ruinas, fueron realizadas entre los veintitrés y los treintaiseis años, seguidos de sus estudios de ingeniería y cartografía. Según su disposición, el espectador, tanto el especialista como el no avisado, podrá profundizar o comprender la amplitud y calado de sus investigaciones, la importancia de su comprensión de la arquitectura moderna en el aprecio de las cualidades de la antigua y el porqué de la extraordinaria influencia de Piranesi durante siglos.
El centro del recorrido está ocupado por una sala interior en la que, junto a las estampas de la célebre serie Carceri d'invenzione, se proyecta un vídeo en 3D que recorre virtualmente lo que son en apariencia arquitecturas visionarias, sin correlato en la realidad, itinerarios mentales por espacios reales abiertos a la imaginación. La proyección tiene algo de espectáculo pero también de atractivo. Más sugerente aún es que, en colaboración con el mismo estudio español Factum Arte que se ha encargado del vídeo, la Fundazione animara la producción de ocho objetos diseñados por Piranesi, nunca antes llevados a término, y que podemos contemplar por primera vez. Desde un inmenso jarrón decorado con tres Grifos hasta una delicadísima cafetera que sugiere un caparazón y a la que no sabríamos poner edad, pasando por trípodes a la manera pompeyana y una rutilante silla dorada. Es en los objetos, que adoraría un artista como Guillermo Pérez Villalta, donde más próximos nos sentimos a Piranesi.
Por último, encontramos una veintena de Vedute de Roma, de las más de cien que Piranesi grabó en su vejez, hacia 1777 y 1778, que se acompañan de fotografías de Gabriele Basilico en 2010, uno de sus proyectos más fascinantes. Tomadas desde el mismo punto de vista adoptado por Piranesi, revelan tanto la contemporaneidad de su mirada, como la imposibilidad de una copia literal, de lo que era la construcción de un espacio urbano mental habitado por arquitecturas mentales, con significado y orden. Es moderno porque es ilustrado y fue ilustrado por el afán de trascendencia de su tiempo. Aunque con cierto exceso teórico, el artículo de Luigi Ficacci en el catálogo sitúa en su momento conceptual cada una de las dos intervenciones. Del mismo modo que el de Norman Rosenthal cifra su irradiación moderna y contemporánea, desde Goya a los hermanos Chapman, desde los cubistas a los ámbitos de Bruce Nauman o los laberintos de acero de Richard Serra. Nombres a los que yo añadiría dos no citados: las animaciones de William Kentridge y las bibliotecas de Miquel Barceló. Piranesi nuestro igual, nuestro semejante y hermano.