Héroes a su pesar
José María Calleja
6 noviembre, 2003 01:00José María Calleja. Foto: Iñigo Ibáñez
En 2001, José María Calleja publicó ¡Arriba Euskadi! La vida diaria en el País Vasco, galardonado con el premio Espasa de Ensayo del que en estas páginas dimos cuenta y razón.Con aquel texto Calleja puso de manifiesto los tremendos sufrimientos, muerte incluida, de quienes no aceptan someterse al ideario del nacionalismo vasco. En este volumen vuelve a lanzar su relato como una torrentera que una y mil veces eriza el cabello del lector. Su horizonte sigue siendo la Comunidad Autónoma Vasca, pero el centro de gravedad está desplazado hacia los protagonistas de la lucha contra la barbarie nacionalista.
Tras un breve prólogo de Maite Pagazaurtundua en el que se describe cómo Calleja, por no comulgar con el PNV y con Eusko Alkartasuna, pasó de ser "el conductor del informativo estrella de la cadena en castellano de la televisión pública vasca" a ser depurado y tener que llevar escolta, el lector entra en las penosas circunstancias que rodearon el asesinato en Andoaín de Joseba Pagazaurtundua. Madera del mejor roble estos Pagazaurtundua, capaces de resistir, dice Calleja, la miseria de los cómplices de Eta y la podredumbre moral del obispo Setién, de Madrazo, de Arzalluz y de tantos otros.
También resiste Vanesa Vélez, concejala en Lasarte del PP que habla vascuence y que sabe que su compromiso puede costarle la vida. Como le costó a otro de los héroes retratados: Fernando Múgica. Judío, socialista, abogado yculto son los adjetivos que utiliza para describirlo.
Fernando Savater, Muñoz Molina, Vargas Llosa y José María Fidalgo son algunas, no todas, de las cabezas que no se han inclinado ante los enormes recursos del nacionalismo racista vasco. Calleja los recuerda y subraya su valentía al trazar, páginas adelante, una galería de personas íntegras en la que entra por méritos propios Miguel Sanz, el navarro que preside la Comunidad Foral. El capítulo que Calleja dedica al Gobierno de Navarra es el contrapunto al Ejecutivo de Euskadi. Para Sanz todos los que viven en Navarra son ciudadanos navarros.
Parafraseando a Calleja, este paisaje de gentes heroicas como Ana Urchueguia, la agredida alcaldesa de Lasarte, no se agota en los ya citados, quedan otros que irá descubriendo quien lea este libro. El autor no se calla y cita, con nombres y apellidos, no sólo a los pistoleros sino a ese submundo plagado de rencor que desprecia, desde una pretendida superioridad racial, al resto de España. Calleja denuncia la connivencia con el terror del separatismo cata-
lán, la protección de parte del clero vasco a los terroristas y el papel de empresas de doble cara como Eroski.
Ciertos intelectuales quedan también al descubierto. álvarez Solís, Joaquín Navarro o Javier Pérez Royo son para Calleja parte del humus que ha permitido crecer un vocabulario público, una terminología en los medios de comunicación, que han presentado un terrorismo envuelto en papel de regalo.