Tras la polémica investidura de Pedro Sánchez el pasado jueves, con 179 diputados a favor y 171 en contra, el reelegido presidente del Gobierno ha puesto en marcha la conformación del Ejecutivo después de que el viernes jurara la Constitución Española ante el Rey Felipe VI. El eurodiputado de Catalunya en Comú y portavoz de Sumar Ernest Urtasun será el nuevo ministro de Cultura en la nueva legistatura, en sustitución de Miquel Iceta. La cartera de Deportes, antes adosada a este ministerio, pasa ahora al de Educación, que ocupará Pilar Alegría.
Nacido en Barcelona en 1982, el economista y diplomático trabaja en Bruselas desde 2014, cuando fue elegido por la lista de Izquierda Plural. Urtasun es también vicepresidente del Grupo de Los Verdes / Alianza Libre Europea como miembro de Catalunya en Comú y forma parte del Consejo Nacional de Esquerra Verda. Su currículum, jalonado de numerosos cargos de gran responsabilidad como diplomático, presenta poca experiencia en la gestión cultural.
Durante su etapa como eurodiputado, ha manifestado en más de una ocasión su ferviente aversión a la tauromaquia, una actividad que está incluida en la agenda de competencias del Ministerio de Cultura. Urtasun fue promotor de la declaración conjunta que en 2016 mostraba su rechazo a la decisión del Tribunal Constitucional de anular la ley catalana que prohibía las corridas de toros en Cataluña.
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Hasta 37 eurodiputados de varias nacionalidades, entre los que se encontraba el nuevo ministro de Cultura, advirtieron que la tauromaquia “es una actividad injusta, sádica y despreciable” que “no merece ser legal en el ordenamiento jurídico”. En la renovación del bono cultural joven, materializada en marzo de este año, el gobierno incluyó en la ayuda los espectáculos taurinos.
De su carrera política más reciente destaca su portavocía, desde 2016 hasta 2019, en Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), un partido ecologista catalán que estuvo integrado en Catalunya en Comú —su coordinadora general en la actualidad es Ada Colau— y cuya ideología proviene del eurocomunismo (PSUC) y del ecosocialismo. En 2019 Urtasun rechazó ser ministro cuando se lo ofreció Pablo Iglesias, entonces vicepresidente del gobierno. Fue Manuel Castells quien ocupó su lugar al frente del Ministerio de Universidades.
Un político precoz
El nuevo ministro de Cultura creció en el seno de una familia acomodada de origen navarro y estudió en el Liceo Francés. Sus padres fueron militantes del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) y Urtasun empezó a militar en 1997 en Joves d'Esquerra Verda, organización de la que llegó a ser miembro del equipo coordinador, responsable de relaciones internacionales y coordinador de Barcelona.
Licenciado en Economía por la Universidad Autónoma de Barcelona, realizó posteriormente un máster en Relaciones internacionales en la Universidad de Barcelona. Durante sus años como universitario, participó en Acció Jove-CCOO y en el Movimiento de Estudiantes Progresistas de la Autónoma. Inició su andadura política como coordinador de las delegaciones de ICV en los Foros Sociales Europeos de Florencia (2002), París (2003) y Londres (2004).
En 2004, con solo 22 años, se convirtió en asesor en Bruselas del eurodiputado independentista Raül Romeva, quien fuera consejero de Asuntos Exteriores, Relaciones Institucionales y Transparencia de la Generalitat de Cataluña desde enero de 2016 hasta octubre de 2017 y posteriormente encarcelado y condenado por el procés: 12 años de prisión por sedición y malversación de bienes públicos e inhabilitación absoluta. Fue absuelto, no obstante, del cargo de rebelión.
El ecologismo y la diplomacia
Urtasun siguió sumando cargos a su trayectoria política como portavoz de los Jóvenes Verdes Europeos y como miembro del Bureau del Foro Europeo de la Juventud, representando a la organización en la Cumbre del Clima de Copenhague en 2009.
En 2010 comenzó su trayectoria diplomática, en la que ha asumido responsabilidades en el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación como la de consejero del secretario general de la Unión para el Mediterráneo. También trabajó, durante aquella etapa, en la Subsecretaría de Asuntos y Cooperación realizando las prácticas en la Embajada española en La Habana.
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En 2014 solicitó una excedencia de la carrera diplomática para centrarse en política. En las elecciones europeas de ese mismo año, fue designado cabeza de lista por su partido, ocupando el tercer lugar en la bancada de La Izquierda Plural. Elegido eurodiputado, se integró en el Grupo de Los Verdes/ALE.
La deriva independentista en Cataluña hizo que sus compañeros Joan Herrera y Dolors Camats dieran un paso atrás en política, dejando de ser coordinadores de Iniciativa per Catalunya Verds en 2016. Ese mismo año el nuevo ministro de Cultura fue el segundo eurodiputado que más intervenciones hizo en la Cámara europea. Desde entonces, Urtasun empezó a ser la cara visible de ICV y, a partir de la XI Asamblea, se hizo cargo del proyecto como portavoz junto a Marta Ribas Frías y David Cid Colomer, los nuevos coordinadores, hasta su disolución en 2019. En 2023 la vicepresidenta Yolanda Díaz, que mantiene su cargo como ministra de Trabajo en la nueva legislatura, contó con él como portavoz de Sumar para la campaña de las últimas elecciones.
"Pijoprogre" y otras curiosidades
Urtasun es un acérrimo seguidor del Fútbol Club Barcelona. A través de su cuenta de Instagram, sigue a personajes influyentes de la música española como Rosalía, Kiko Veneno o Alizzz, catalanes todos estos, y a otros perfiles de estilo underground.
Además, le interesan artistas como Jimena Amarillo, Kora, Maria Arnal, Sen Senra o Queralt Lahoz. Es un apasionado de los viajes y de la música jazz, habla español, catalán, inglés, francés y un poco de alemán. Debido a que pertenece a una familia de posición económica privilegiada, Urtasun arrastra desde hace años la etiqueta de “pijoprogre”.
Los retos de su ministerio
Nada hace sospechar que la legislatura será fácil para Urtasun. Cuando las mencionadas polémicas en torno a su nombramiento se diluyan en el magma de otros asuntos acuciantes, el nuevo ministro de Cultura deberá encarar los desafíos que conciernen a los distintos sectores culturales de nuestro país. Sin ir más lejos, la gestora cultural Manuela Villa, que representaba al PSOE en el debate electoral sobre Cultura del pasado 28 de junio de este año, a las puertas de las elecciones celebradas el 23 de julio, propuso aumentar la dotación de Cultura hasta el 1,5% de los presupuestos generales.
Todo apunta a que se mantendrá el bono cultural joven, una medida vigente desde 2022 que tuvo buena aceptación. Sin embargo, Urtasun deberá lidiar con el sector de las artes escénicas, uno de los que más reclamaciones presenta desde hace años. Queda pendiente la reforma del Inaem, una institución excesivamente burocratizada —y centralizada, según apuntan algunos— que nunca alcanza a sincronizarse con las ingentes programaciones y alberga un déficit en lo que respecta a la situación laboral de los técnicos.
En este sentido, el Estatuto del Artista tampoco termina de fraguarse. Iceta incumplió el año de plazo que se dio a sí mismo para completarlo y el sector cultural rechazó un mes antes de las elecciones una propuesta del Gobierno por considerarla apresurada e insuficiente.
Una de las medidas más importantes es la prestación por cese de actividad (el paro de los autónomos) específica que tenga en cuenta la intermitencia laboral típica de este tipo de profesionales del sector cultural, entre los que se incluyen no solo actores, bailarines, músicos o artistas, sino también los trabajadores de las actividades técnicas y auxiliares del sector. Entre los artistas, creadores culturales y otras profesiones relacionadas con el sector abundan los autónomos, por lo que se trata de una de las medidas más esperadas.
Bien es cierto que el Gobierno aprobó en enero de este año una prestación especial por desempleo que reducía el número necesario de días cotizados para que los trabajadores de la cultura pudieran acceder. Así, la cifra descendía a 60 días en los últimos 18 meses o 180 en los últimos seis años (la mitad de lo habitual, que son 360 días) y se cobraría durante cuatro meses.
Aunque muchos creadores recibieron la medida con esperanza, la Unión de Artistas Contemporáneos de España consideró en la comisión del Estatuto del Artista que “se había quedado muy corta”. Además, “de nada nos sirve que haya una prestación por cese de actividad si no podemos darnos de alta antes”, dijo Alberto González Pulido, representante de la Unión de Artistas. El estatuto también incluía una rebaja de la cuota de autónomos de 161 a 125 euros mensuales y ampliar de 3.000 a 6.000 el umbral máximo de ingresos anuales para poder acogerse a esa reducción.
Las artes visuales incluso presentan más dificultades. El sector se siente excluido del Estatuto del Artista por la falta de medidas para resolver sus problemas específicos. Los artistas se autoproducen, afrontan grandes gastos en el alquiler de un estudio, en materiales, en libros para su labor de investigación, en transporte… Y “nada de eso es deducible”, recordaba González Pulido.
El abogado y gestor cultural lamentaba “la desconexión absoluta entre algunas administraciones del Gobierno y la realidad del sector cultural”, lo que supone un buen resumen de los retos a los que tendrá que hacer frente el nuevo ministro en el área de las artes escénicas y visuales.
En el ámbito de las Letras, el sector editorial esperaba que el nuevo ministro fuera, a diferencia de Iceta, alguien verdaderamente conocedor del mundo editorial y un buen gestor. Sus deseos no han sido satisfechos, pero ahí quedan las cuestiones pendientes de las que Urtasun tendría que hacerse cargo. En primer lugar, designar un nuevo director o directora de la Biblioteca Nacional, pues Ana Santos Aramburo comunicó su intención de jubilarse en mayo de este año y desde entonces no se ha producido ningún nombramiento.
También reclaman, desde el sector editorial, la inyección de nuevos fondos y más brío al Instituto Cervantes, así como controlar el sistema de designación de los titulares de los distintos centros, para que deje de estar bajo sospecha de amiguismo y clientelismo.
Entre las reclamaciones, también se incluye un aumento de la dotación y la colaboración con la Real Academia Española, especialmente en sus proyectos relacionados con la ciencia y el español, ayudas que permitan revisar y actualizar el sistema de distribución editorial, evitando el riesgo de impagados y deudas que aqueja al sector, que aumente la inversión en bibliotecas publicas que dependan del Estado, que se adopten medidas eficaces para proteger a las librerías independientes, fomentando, por ejemplo, con atractivos descuentos, que vendan la mayor parte de los libros de texto.
Estas últimas no son las únicas peticiones de índole económica. Se pide también, y esto incluye el viso social, que aumenten las ayudas a la creación joven y al intercambio de jóvenes con el resto de Europa y con Iberoamérica, así como una creación de un escudo que proteja a los creadores ancianos que carezcan de pensiones.
Esta legislatura tiene pendiente también la reforma de la Ley del Cine, que se ha quedado al borde de ser tramitada; la creación de la anunciada Oficina Española de Derechos de Autor y Conexos, cuyo anteproyecto fue aprobado en diciembre en el Consejo de Ministros; una ley para dotar de mayor autonomía al Teatro Real, como las que tienen el Museo del Prado o la Biblioteca Nacional; la Ley de Patrimonio Histórico, que Iceta desestimó porque enfrentaba al Ministerio con las comunidades autónomas en lo relativo al reparto de competencias, y una ley para regular adecuadamente las enseñanzas artísticas.
La Ley de Mecenazgo es otra de las grandes tareas pendientes que el sector lleva reclamando años. El sector del arte también reclama un compromiso en firme con el Documento de Buenas Prácticas para que los nombramientos de los directores de centros de arte y museos no sean designaciones a dedo y garantice que los elegidos sean profesionales con un currículo probado y un proyecto para el centro que pase el filtro de un jurado.