El de Douglas Stuart (Glasgow, Escocia, 1976) no es el típico (y necesario) discurso queer que cada vez tiene más presencia en la literatura. Criado en la industrializada ciudad escocesa en la era de Margaret Thatcher, no pudo expresar libremente su homosexualidad. Cuando se marchó a Nueva York (Estados Unidos) para estudiar diseño de moda, comprendió que la literatura gay y la pobreza no era un matrimonio precisamente bien avenido.
"Las clases trabajadoras han estado excluidas de estas historias", lamentó en la rueda de prensa que este miércoles organizó Random House para presentar su nueva novela. "Estoy enfadado", añadió Stuart, "porque esto siempre ha ocurrido en las zonas industriales, pero nunca se ha hablado de ello". Un lugar para Mungo, que precede a la exitosa de Historia de Shuggie Ban, galardonada con el Premio Booker en 2020, moviliza a dos adolescentes que planean huir de su lugar de origen, Glasgow, una ciudad embrutecida y machista en pleno proceso de desindustrialización.
La precariedad en el mundo obrero conduce al alcoholismo, que a su vez se traduce en violencia. En las calles y en los hogares, en las formas de pensar. Sobre este entorno, acuciado por un sectarismo protestante —la mayoría de la población— que permeó en algunos barrios trabajadores, creció Stuart. Es el marco real escogido para su nueva novela, aunque reconoce que él no vivió aquella hermosa historia de amor.
[Douglas Stuart: "La homofobia planta una semilla de autoodio en el que la sufre"]
El alcoholismo de su madre sí se manifiesta como episodio autobiográfico en Maureer, la madre de Mungo, que cuando se entera de que su hijo es homosexual lo manda a pescar con dos miembros de Alcohólicos Anónimos, machistas y homófobos. El turbio pasaje, del que Mungo quiere escapar a toda costa, explica la ética protestante, que es "estricta y estoica", según cuenta Stuart. Una religión donde "no se hacen preguntas" y a la vez sirve de guía a "estos hombres que trabajan duro pero mantienen los sentimientos escondidos", dijo el autor. Y apostilló: "Se decía que lo mejor para un joven era aprender a ser un hombre entre los hombres mayores".
El nombre del protagonista, Mungo, está inspirado en el patrón de Glasgow, un santo venerado que "hizo milagros tan bondadosos como salvó a una mujer que iban a asesinar por infidelidad". El personaje de Stuart es, a su vez, un mártir, pues según el autor es víctima de un "exilio sexual", situación que afortunadamente ha cambiado en los últimos tiempos, según celebró el autor. "Glasgow es la novena mejor ciudad para ser gay", reveló en rueda de prensa.
Mungo intenta encajar, como ya hiciera Stuart, en una sociedad que no le guarda el sitio. "Nadie podía saber que yo era gay, viví en aislamiento total", confesó el autor de esta novela, que comenzó a escribirse en 2016. "Quería confrontar al lector con dos temas muy distintos: la pureza de un primer amor y la violencia sexual", dice. Y es que en el colectivo gay, según explicaba, "la amenaza de violencia te persigue por todas partes". Si, además, eres de clase obrera, pobre, "no puedes escapar", concluyó.
Esa violencia está representa en Hamish, el hermano de Mungo, que es líder de una banda callejera y "quiere convertirse en una leyenda". Una vez más, Stuart atribuye las aspiraciones del personaje al impacto social que tiene el protestantismo. "En 1990 esa actitud se percibía como problemática, pero es el arquetipo de un héroe", explicaba el autor, al que no le hace falta ser lector de Dickens para asegurar que "estamos acostumbrados a no ver la clase trabajadora en la literatura".
Preguntado por los rasgos de su personalidad que presta al personaje de Mungo, Stuart se refirió a la relación del protagonista con James, su amante católico, con el que descubre el deseo sexual y los sentimientos puros de la primera vez. "Yo también haría cualquier cosa por el amor de mi vida", dijo.