El poeta y ensayista Mario Satz (Buenos Aires, 1944) es especialista en Kábala, el arte de leer o interpretar la Biblia. De esta ciencia espiritual, que trata de explicar la relación de Dios con el Universo, emana el contenido de su nuevo libro. La soledad es la médula de este melancólico discurso en el que se separan dos estadios aquí antagónicos: el presente, corrompido, y un pasado siempre más estimulante.
“La clausura no es una simple y vulgar huida del mundo”, dice Satz, o “por lo menos no ha sido así durante siglos”. Lamenta que sea “un dolor terrible, en lugar de ser una bendición”, ahora que “aquellos que hablan poco se ven avasallados por charlatanes de cualquier ideología”.
Breve tratado de la soledad reivindica la perspectiva nostálgica de unos tiempos donde el silencio y la meditación eran divisas para una vida sin sobresaltos, equilibrada y, por qué no, feliz. Bajo un antecedente ineludible, la religión cristiana, Santa Teresa y San Juan de la Cruz se erigen en paradigmas de la vida contemplativa y la experiencia mística “para conquistar una serenidad que la vida social no promueve”.
El autor cree que la introspección es directamente proporcional a la inteligencia y la sabiduría. Así, la narración está cuajada de aportaciones históricas, curiosidades ancestrales y leyendas. Recurre a lo antropológico, al taoísmo, al budismo, a la Antigua Grecia e incluso a la astronomía para explorar cómo las distintas sociedades se han relacionado con la soledad.
Es innegable la erudición que desprende y el interés que, por momentos, despierta este ensayo. Sin embargo, es difícil encontrar algo original en el planteamiento. Además, frases del tipo “demos gracias a la soledad por las doradas horas de meditación y los instantes de dicha” suenan a plegaria más que a literatura. Y eso que son muchas las ocasiones en las que el autor demuestra su pasión y su destreza.