Steven Pinker, autor de 'Racionalidad. ¿Qué es, por qué escasea y cómo promoverla?' (Paidós). Foto: Rose Lincoln

Steven Pinker, autor de 'Racionalidad. ¿Qué es, por qué escasea y cómo promoverla?' (Paidós). Foto: Rose Lincoln

Letras

Steven Pinker, contra los prejuicios y en defensa del progreso humano

El psicólogo, uno de los intelectuales más influyentes del mundo, se plantea en 'Racionalidad' dar al lector "herramientas intelectuales" para hacer frente al desconcierto 

2 marzo, 2022 02:49

Steven Pinker (Montreal, 1954), psicólogo cognitivo de Harvard, es desde hace un par de décadas uno de los intelectuales más influyentes del mundo. Sus consideraciones van directas a las cuestiones sociales más candentes provocando siempre saludables polémicas. Aunque es algo que siempre ha estado presente en su obra, en Racionalidad se plantea dar al lector “herramientas intelectuales del razonamiento certero” para hacer frente a las decisiones arriesgadas de la vida, al desconcierto ante ciertas paradojas, para valorar aseveraciones sin garantías o para “comprender vicisitudes y tragedias de la vida”.

Racionalidad. ¿Qué es, por qué escasea y cómo promoverla?
Steven Pinker
Traducción de Pablo Hermida. Paidós, 2021. 536 páginas. 28 €

Pinker rechaza esa idea pesimista de que los seres humanos somos inevitablemente irracionales, y se basa en que el progreso nos ha llevado a vencer muchas enfermedades, sufrir menos guerras, que la pobreza extrema no supere el 10 % o que la inhumanidad y la crueldad estén mal vistas. Y todo por nuestro despliegue colectivo de racionalidad. Pero necesitamos formación en la misma al igual que necesitamos formación en alfabetización y aritmética.

Racionalidad cuenta con un buen número de páginas relacionadas con las matemáticas y el pensamiento probabilístico. Desfilan en ellas refinados instrumentos de la razón como la lógica (que Pinker considera un logro supremo del conocimiento humano), la teoría de juegos, la probabilidad o la estadística. Aunque cada una de estas cuestiones es exigente con el lector, el excelente oficio del autor consigue que los profanos podamos digerirlas de forma razonable.

Si al lector promedio le pasa como a mí, tendrá que volver sobre sus pasos más de una vez, pero verá lo mucho que vale la pena. Y, a medida que avanza el libro, los capítulos se alejan de la lógica y las matemáticas, los sesgos y las falacias para llegar a temas sociales profundos donde las armas de Racionalidad deben actuar.
Y aquí aparece el Pinker más polémico, el que baja a la arena y señala los prejuicios y los tabúes que imperan en el debate sobre identidad, política, diversidad, moralidad o religión. Y que le lleva a ser acusado de ser un “producto masculino blanco y un defensor del sistema científico blanco”.
Racionalidad, cómo no, es también una respuesta a estas acusaciones pues racionalidad e inteligencia no necesariamente van juntas e incluso premios nobeles de la ciencia han propuesto “la eugenesia, las megavitaminas, la telepatía, la homeopatía, la astrología, el herbalismo, la sincronicidad, la pseudociencia racial, y la negación de que el sida es causado por el VIH”.
Por ello señala que personas muy inteligentes y educadas pueden ser igualmente vulnerables a las falacias y sesgos, pues prefieren ganar una discusión en lugar de llegar a la verdad.
Es muy interesante la idea de que la racionalidad es un bien público como las tierras de pastoreo o los caladeros marítimos. Para que los oportunistas no se aprovechen de nuestra comprensión colectiva, es necesaria y urgente “la revisión por pares en el mundo académico, la comprobabilidad en la ciencia, la verificación de hechos y la edición en el periodismo, los controles y contrapesos en la gobernanza y los buenos procedimientos en el sistema judicial”.
Su denuncia de la “tragedia de los comunes” de la racionalidad debida al razonamiento motivado en beneficio de uno mismo y del propio bando abre una nueva área de reflexión.

Aspirar a la verdad

El progreso humano depende de la racionalidad y todos deberíamos tratar de mejorar nuestras armas para evitar actuar sin cabeza, ser persuadidos por malos argumentos y al final gobernados por líderes populistas. Es todo lo que tenemos para evitar que el mundo caiga en el caos o la tiranía.

Es posible que nunca establezcamos definitivamente la verdad objetiva, pero existe, y nuestro mejor medio para acercarnos a ella es la comprensión racional. El resultado de los canales de retroalimentación y de la agregación de conocimientos hace que el todo sea más inteligente que las partes y, aunque cada uno de nosotros tenga motivos para preferir su verdad, con la Verdad ganamos todos.

El núcleo de la moralidad es la imparcialidad, la reconciliación de nuestras ideas sesgadas e incompletas con una comprensión de la realidad que nos trascienda. La racionalidad no solo es una virtud cognitiva, sino moral.