La abrumadora cantidad de novedades editoriales que se multiplican día tras día tiene su reflejo en la multitud de másteres, cursos y talleres de escritura creativa, muchos impartidos por autores de fuste, que han proliferado a gran ritmo en los últimos años. Pero ¿se puede enseñar realmente a escribir? A esta pregunta responde el novelista italiano (y profesor de escritura) Vanni Santoni (Montevarchi, 1978) en este lúcido, utilísimo y divertido ensayo en el que ya arranca a la contra. Y es que, a su entender, enseñar a escribir es algo inútil: “la razón es una, simple y perentoria: la infinita inmensidad de las posibilidades de un texto narrativo implica que infinitas cosas se pueden escribir de infinitas formas”.
Lo que sí se puede hacer, y a ello se emplea desde hace años el autor en diversas escuelas de escritura creativa, es a pensar como un escritor. Que no es poco. Pero que nadie piense que es algo tan sencillo como seguir unas instrucciones, advierte el autor. O dicho en palabras de Faulkner, mucho más directo, en una de las muchas citas de autores que trufan el libro: “un joven escritor que piense que piense que es posible seguir una teoría es un imbécil”.
Este ensayo práctico, cómplice y muy hilarante demuestra que se puede aprender a pensar como un escritor
El primer (y definitivo) paso, como sugiere en el título, es leer, leer, leer y volver a leer. Plagado de ejemplos prácticos, de irónicas reflexiones y de un humor cómplice y didáctico, Santoni recomienda que nadie sea tan osado de pretender escribir sin haber leído, o como él dice “incorporado a su dieta”, por lo menos una buena selección de las grandes novelas de los últimos 200 años. Proust y Joyce, Tolstói y Dickens, Roth y DeLillo, Borges y Woolf junto a Bolaño, Cartarescu, Sebald o Egan. Para empezar. Todo ello para afinar gusto, oído y olfato. Por demasiado perfectos desaconseja a Kafka y Rimbaud, pues no es cuestión de frustrar a nadie.
Después de todo ese proceso que exigirá ambición y disciplina —si hubiera tiempo “nunca sobra asomarse a los auténticos clásicos o a otros géneros más específicos”, recuerda—, ya llegará el momento de escribir. Mínimo 2.000 caracteres al día al principio, después quizá unos 5.000. Y todavía más tarde, el momento de consejos como no caer en clichés, no ser aburrido o revisar a conciencia, tres pilares clave que la gran mayoría de aspirantes al olimpo de las Letras pasa por alto. Ah, y publicar, claro, fase que Santoni considera también que muchos esperan alcanzar demasiado pronto.