Recaredo Veredas (Madrid, 1970): escritor de fondo, comprometido con la literatura concebida como un espacio que le permite explorar —para contar (¿quizá denunciar? ¿quizá tratar de comprender?)— la realidad social y humana en la que somos juez y parte. Es, sin duda, un lector contumaz, de mirada crítica y estilo contenido, de frase certera y precisa; evidencia huellas de maestros del realismo (Chéjov, Carver), así como su admiración por Marsé y Chirbes, y una confesada complicidad con su coetánea Elvira Navarro. Es autor de relatos, textos ensayísticos, poemarios y una novela (Deudas vencidas, 2014) escrita desde ese ángulo cuyo objetivo apunta a circunstancias que pesan sobre nuestro tiempo y que adoptó el tono caricaturesco para aportar su versión fabulada del coste moral de la crisis.
En esta segunda novela puede adivinarse la sobriedad del estilo desde el título: Amores torcidos. El sustantivo se refiere al asunto del que tratará en sus páginas, un tema especialmente delicado y rara vez tratado desde una perspectiva como la que ofrece, pues, a lo que podríamos llamar una prospección del acoso escolar va ligada la cuestión de cómo una educación puede llevarse a un hijo por delante en nombre del amor. Por su parte, el adjetivo (torcidos) etiqueta daños y advierte de la imposibilidad de restaurar el carácter destructivo de esos amores.
Resulta, sin duda, un objetivo ambicioso por lo delicado del tema, y arriesgado, porque necesita una mano diestra en el manejo de una trama que enfoca dos tiempos, de manera alterna (1986 y 2019), y alcanza a pequeñas tramas que dependen de la principal. Tampoco es fácil abordar simultáneamente el plano social, que le permite mover la acción por el desarrollo urbanístico de Madrid, sin eludir el precio que conlleva hipotecar dignidad y vivienda; y paralelamente el plano psicológico, propio de un relato que explora interiores y ahonda en culpas y miedos no superados, pues no son frecuentes los relatos que reconstruyen el recorrido emocional de su protagonista tras años de aprendizaje encubriendo lesiones.
Esta intensa y sobrecogedora historia de acoso trata también de la vejez y el abandono, de la codicia y la degradación moral
Tal reto lo resuelve Veredas a través de una versión interesante y veraz, planeada minuciosamente y desplegada por un narrador objetivo, distante sin dejar de resultar intenso y sobrecogedor, capaz de contar más allá de lo que enfoca. Así, esta historia de acoso y humillación trata también de la vejez y el abandono, de la codicia y la degradación moral. El desencadenante es el azaroso encuentro de dos compañeros de colegio, los dos letrados, treinta años después.
Antonio forma parte de uno de los despachos más prestigiosos de España, sus padres llenaron su infancia de lujos que a ellos les robaron la pobreza y el epílogo de la guerra. Martín es un penalista mediocre, un pobre hombre, aunque en su infancia disfrutó de los lujos de la clase media alta. Ninguna reacción evidencia que este encuentro suponga, para Antonio, reactivar lo vivido frente a la “rata que le encerró en su laberinto”. A partir de ese momento asistiremos a una suerte de “relato salvaje” cuyo eje es la liturgia de una venganza tardía.