“soy mujer y mis poemas / son de mujer”, “el lenguaje será mi elemento, me zambullo en él” son declaraciones de la estadounidense Diane di Prima (Nueva York, 1934-San Francisco, 2020), dichas en lo que ella misma dice ser “este mundo / descuartizado / y reducido a cenizas”. Pero ¿quién es para el lector español Diane di Prima? Salvo para especialistas y los lectores de Beat Attitude (Bartleby, 2015) —antología de las mujeres beat publicada por Annalisa Marí Pegrum—, una desconocida, como lo son las varias otras escritoras de este movimiento del que sí son muy famosos Allen Ginsberg, Jack Kerouac, Lawrence Ferlinghetti y varios más. Ahora, con esta nueva antología, el lector va a disfrutar de una colección de poemas verdaderamente valiosos cuya publicación, por decirlo con un tópico, viene a cubrir un vacío, a reparar una injusticia.
Qué fue lo beat queda dicho, y con acierto, en uno de los poemas: “no es una ‘Generación’/ píllalo / es un estado de ánimo”. Una actitud por la cual el poeta no habita una torre de marfil, sino que ha bajado a la calle, ha visto la desastrosa vida de tantos en los Estados Unidos de los años cincuenta. A este poeta anima Di Prima: “une tu suerte / a la de los tipos y tipas en las calles / escribe como hablas”, consejos que perfilan toda una poética.
Ese ideario está presente en sus escritos desde Los pájaros como este vuelan hacia atrás, de 1958, y se mantiene en sus restantes publicaciones. Así, es suya una dicción que responde a un presupuesto de compromiso, de rebeldía ante las injusticias del mundo. Una rebeldía que, como queda advertido en palabras ya citadas, alcanza también al modo de decir renunciando al academicismo y a las convenciones poéticas para hacer suyo un muy marcado coloquialismo en cuanto palabra que dice verdad.
Hay que destacar que la obra de Di Prima es particularmente relevante por el lugar que ocupa en ella la mujer. Teñida a menudo de autobiografismo, el extenso poema “Estufa de latón que se apaga. Canción después de un aborto”, escrito en 1960 y no publicado hasta 1975 —la autora incluso se resistía a incluirlo en la presente antología—, es una pieza de gran importancia. Tanto por aquello de lo que habla, cuestión más que controvertida en su momento, como por la fuerza imaginativa que se despliega en la elegía dirigida a quien no llegó a nacer.
A destacar también “Cartas revolucionarias”, ampliadas en sucesivas ediciones desde 1971. Denuncia de los poderes económicos, ideológicos, del sistema en cualquiera de sus estructuras y proclama a la liberación de su opresión, que incluye, por supuesto, la de los presos políticos y tantos otros casos, pero también “Liberad al presidente Nixon / Liberad a J. Edgar Hoover”, mostrando así cómo los que dirigen el mundo no serían sino unas víctimas más del sistema. Lectura más que recomendable la de esta voz que dice verdad.