La historia de la familia Levy arranca en una ciudad y una comunidad borrada por la historia: Salónica, la Jerusalén del Mediterráneo, entonces parte del Imperio Otomano y una de las pocas ciudades europeas de mayoría judía. Durante cinco siglos la villa portuaria, en la que se hablaba francés, turco y ladino (judeoespañol), conservó muchas de las costumbres de la vieja patria (Sefarad, España).
Y lo hizo, sobre todo, gracias al patriarca de los Levy, Sa’adi Besalel Ashkenazi a-Levy (1820-1903), editor del primer periódico ladino de Salónica y autor de unas Memorias conservadas por su familia como un tesoro de generación en generación, pues han sobrevivido a un imperio, dos guerras mundiales, los campos de exterminio y la dispersión de los suyos a través de nueve países y tres continentes.
Hace casi diez años, en 2012, una historiadora estadounidense de origen sefardí, Sarah Abrevaya Stein (Oregón, 1971), profesora en la Universidad de UCLA, coeditó una traducción al inglés de estas legendarias Memorias que llenaban 95 páginas de un modesto cuaderno de notas. Entonces, Stein apenas intuía la aventura que estaba a punto de comenzar porque, después de pasar tanto tiempo enredada con la vida de Sa’adi, sintió “curiosidad por saber qué había pasado con sus descendientes”, confiesa ahora a El Cultural.
La primera (y más copiosa) colección de cartas que encontró fueron los papeles de Leon Levy, nieto de Sa’adi. Custodiados en varias cajas fuertes de Río de Janeiro, reúnen casi 5.000 misivas manuscritas y mecanografiadas, telegramas, fotografías, agendas, pasaportes caducados… “¡Y esto fue solo el comienzo!", subraya. "Durante los siguientes años identifiqué documentos familiares y comerciales en Inglaterra, Francia, España, Portugal, Canadá y Sudáfrica. Viajé de París a Johannesburgo, de Barcelona a Manchester y Jerusalén. Y para llenar lagunas y descubrir secretos que estos papeles no podían o no querían desvelar, también consulté una treintena de archivos oficiales”, consciente de que solo así podría comprender a los personajes involucrados, sus relaciones, y quiénes habían sido de verdad, sus pasiones y fracasos.
Íntimo y personal
“Sí, las relaciones personales me interesaban mucho más que los documentos, porque descubrí que toda esa correspondencia, que exigía de quien la recibía tiempo, paciencia y reflexión, y que a veces se demoraba demasiados meses en llegar, había logrado que los Levy siguieran siendo un clan, ¡y eran el motor narrativo de Papeles de familia!”.
"Durante los siguientes años identifiqué documentos familiares y comerciales en Inglaterra, Francia, España, Portugal, Canadá y Sudáfrica", explica Stein
Su libro, que acompaña las aventuras de los Levy desde finales del siglo XIX a nuestros días, y arranca con el rebelde impresor Sa’adi y sus catorce hijos, entre los que hubo empresarios, funcionarios, periodistas, costureras y una maestra, Rachel. Shemuel fue un destacado comentarista político y periodista; Fortunée se instaló en Mánchester, donde la familia prosperó entre el negocio textil y una granja a la que también emigraron tres hermanos más, mientras otros dos de los hijos de Sa’adi fueron exterminados en las cámaras de gas de Auschwitz.
Quizá el mejor ejemplo de los avatares de la familia lo represente Daout, el leal funcionario turco condecorado por el sultán Mehmed V en 1911, apenas unos años antes de que la Salónica turca se convirtiese en la Tesalónica griega actual. Hijo de Sa’adi y líder de la comunidad sefardí de la ciudad, se arruinó por culpa de un hijo tarambana, lloró el incendio de 1917, contempló las hordas de refugiados tras la Primera Guerra Mundial y vivió lo suficiente para ser asesinado por los nazis en 1943, junto con casi todos los judíos de la ciudad.
La vergüenza de los Levy
En su investigación, Stein rescata también el secreto familiar más doloroso: uno de los bisnietos del patriarca, Vital, fue un colaboracionista nazi y criminal de guerra, asesino y violador. “Contar su historia fue la decisión más difícil que tuve que asumir, porque gran parte de la familia ignoraba incluso su existencia, lo habían borrado, como si nunca hubiera existido.
“El interés de este libro rebasa los límites de lo privado, pues ofrece una meditación sobre todo lo que hemos perdido”, defiende la autora
Pero Vital era un Levy, el único judío juzgado como criminal de guerra nazi por un país europeo, Grecia, y fue ejecutado. También me angustiaba mucho que el peso de esta historia dominase el libro, así que luché por retratar a los íntimos de Vital (sus hermanos, padre, esposa e hija) con precisión y compasión”.
El interés de Papeles de familia rebasa, sin embargo, los límites de lo privado pues, según su autora, “no sólo ofrece una forma de salvaguarda histórica, sino también una meditación sobre lo que hemos perdido, no solo la familia Levy, sino también Salónica, los hablantes de ladino y la diáspora judeoespañola”. Y, sin embargo, afirma, ésta no es sólo una historia de pérdidas: los Levy, “paradigmáticamente modernos, también llevaban tatuada una filigrana otomana y mediterránea aún reconocible en sus descendientes. Su odisea es humana, judía, moderna, pero también ineludible y exclusivamente sefardí”.