“Acaba de morir, sentado en su casa y rodeado de libros, Gregorio Salvador, de la Real Academia Española. Tal vez, el último todavía en activo de los verdaderamente grandes. Era el académico perfecto”, escribía en Twitter Arturo Pérez-Reverte, el primero en informar del fallecimiento a los 93 años del filólogo, dialectólogo y crítico literario Gregorio Salvador, una referencia mundial en lexicología y vicedirector de la Real Academia durante siete años. Antes, había ocupado el puesto de bibliotecario y la presidencia de la Asociación de Academias de la Lengua Española.
“Durante 17 años nos sentamos uno junto al otro en las comisiones y en los plenos. Fue él quien dio la réplica a mi discurso de ingreso en el 2003. Era mi padrino en la RAE, y uno de los hombres a los que más quise y respeté en mi vida”, continuaba el escritor, que dedicó al maestro su novela Hombres buenos. Figura indiscutida de la intelectualidad española por sus monografías científicas sobre temas filológicos, sus ensayos sobre el idioma y su penetrante crítica literaria, la propia Academia ha lamentado posteriormente su fallecimiento.
Nacido en Cúllar, Granada, en 1927, Gregorio Salvador fue doctor en Filología Románica y catedrático de Lengua Española en las universidades Autónoma y Complutense de Madrid y de Gramática Histórica en las de La Laguna y Granada. Estas dos últimas le nombraron doctor honoris causa, distinción que le otorgó también la Universidad de Alcalá de Henares.
Experto en lexicología y dialectología, ocupaba la letra q de la Academia desde el 15 de febrero de 1987, cuando tomó posesión de su silla con un discurso que trataba precisamente sobre esa letra y al que le respondió, en nombre de la corporación, su amigo y maestro Manuel Alvar. Fue bibliotecario (1990-1998) y vicedirector (2000-2007) de la Academia y ocupó la presidencia de la ASALE entre 1992 y 1998.
Además de su ardua labor como académico, Salvador es también autor de una decena de obras filológicas, entre las que cabe citar el Atlas lingüístico y etnográfico de Andalucía (ALEA) —en colaboración con Manuel Alvar—, Semántica y lexicología del español (1985), Estudios dialectológicos (1987) y La lengua española, hoy, en colaboración con el también académico Manuel Seco (1995). Escribió igualmente obras de ficción, como Casualidades (1994), la celebrada El eje del compás (2002) y Nocturno londinense y otros relatos (2006). Publicó, asimismo, recopilaciones de sus artículos periodísticos, con títulos como El destrozo educativo (2004) y El fútbol y la vida (2007).
También fue presidente de la Sociedad Española de Lingüística (1990-1994) y recibió la Medalla de Honor de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (2004) y los premios de periodismo José María Pemán (1987), Mesonero Romanos (1995), César González Ruano (2001) y Mariano de Cavia (2004). Contaba también, entre otros reconocimientos, con la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio (1999) y la Medalla de Andalucía (2010).