Ciudad Lineal, el sueño de un urbanista
Paseamos con el escritor Martín Casariego por el distrito ideado por Arturo Soria, dentro de las visitas que organiza el Ayuntamiento de Madrid
14 octubre, 2020 00:28El distrito de Ciudad Lineal tiene una forma alargada. Esa forma y un nombre tan ilustrativo, tanto como el de su arteria principal, nos remiten a su origen utópico: el hito urbanístico imaginado a fines del XIX por el polifacético y genial Arturo Soria, que quería "ruralizar la vida urbana y urbanizar el campo". Cuando se cumple —el 6 de noviembre— el centenario de su muerte, conviene recordar que sus avanzadas ideas influyeron en urbanistas soviéticos de los años treinta y en diferentes proyectos en Holanda e Inglaterra durante los años sesenta.
Urbanista, inventor, matemático y médico, el ilustre madrileño estaba preocupado por el crecimiento desordenado de su ciudad y por la carestía del suelo en el centro, que llevaba al hacinamiento y la insalubridad. Se planteó la duda entre "remendar el plano defectuoso de Madrid o hacer uno nuevo". Optó por esto último. Concibió así una urbe a las afueras, con viviendas para las diferentes clases sociales, sin segregarlas, con "una sola calle de quinientos metros de ancho y de la longitud necesaria. En el centro, ferrocarriles y tranvías, cañerías para agua, gas, electricidad, estanques y jardines, y de trecho en trecho, pequeños edificios para los diferentes servicios, con una serie dilatada de dos filas de casas u hoteles aislados". Modestas casitas o lujosos palacetes, todos siguiendo una máxima: "En la Ciudad Lineal, para cada familia una casa; en cada casa una huerta y un jardín". Y para realizar su proyecto fundó en 1894 la Compañía Madrileña de Urbanización. Hacia 1911 había ya cuatro mil vecinos y unas setecientas viviendas. Cuando Arturo Soria murió, en 1920, la CMU inició su progresiva decadencia.
Arturo Soria quería "para cada familia una casa; en cada casa una huerta y un jardín"
Hoy Ciudad Lineal es un distrito lleno de vida, aunque también de tumbas, pues el sur está ocupado en una gran extensión por otro de sus hitos, el cementerio de la Almudena, donde yacen Baroja, Galdós o el propio Arturo Soria. De todo este sueño por el que vela la Asociación Cultural Legado de Arturo Soria, y al que el crecimiento de la ciudad acabó devorando, quedan, aparte de fotografías, recuerdos, dibujos y planos, esa gran calle y algunas casas y palacetes. Hay más edificios arquitectónicamente reseñables, como la Casa Vallet de Goytisolo, de Coderch y Valls, o la Piscina Stella, de Moscoso del Prado, junto a un parque lleno de gatos y con un monolito en honor del urbanista que se inclina ante la M-30, pero son posteriores.
Si paseamos por esa avenida, en la que la gran cantidad de árboles es también un eco de tiempos pasados, y callejeamos por sus aledaños, vamos encontrando desperdigados los últimos vestigios de su época de esplendor. Ejemplos son Villa Rubín, vivienda de la familia Soria (en el número 124), y hoy una residencia cuyos menas pueden abordarte para invitarte a pasar a su casa; o Villa Sotera, de 1904 y con una hermosa galería acristalada. Encajonada entre otros edificios, cuando antiguamente estuvo rodeada de campo y jardines, es un símbolo de lo que ha ido ocurriendo, de forma casi inevitable, con el proyecto del urbanista. Perviven también casas humildes, como las de la calle Alejandro Chacón, haciendo esquina una con Arturo Baldasano y la otra con Eusebio Martínez Barona. Son bajitas, rústicas, con unas puertas pequeñas, casi de cuento.
En esta ciudad habitó gente humilde y también rica y famosa, como Eulalia de Borbón o la actriz Raquel Meller
Arturo Soria ideó esta ciudad para mejorar la vida de sus habitantes, con una idea urbanística moderna y audaz. La habitó gente humilde y también rica y famosa, como Eulalia de Borbón, hija de Isabel II, diversos intelectuales ligados a la Institución Libre de Enseñanza, la cupletista y actriz Raquel Meller, o el tenor Miguel Fleta. Los jardines de su villa, hoy destruida, pueden verse en la ácida película de Ferreri El cochecito. La Casita Blanca (Arturo Soria 147) fue alquilada por Gustavo de Maeztu (hermano de Ramiro, escritor, y de María, pedagoga), probablemente para el rodaje de una película, y tras diversas vicisitudes, a punto de perderse para siempre, fue rehabilitada por una congregación religiosa en 2003. Hoy ha recuperado parte de su antiguo esplendor, con las figuras femeninas de azulejos a la entrada, copia de otras de Alfons Mucha, el pintor y artista decorativo checo.
Ha visto Ciudad Lineal, en fin, tristezas y alegrías, fiestas y tragedias. En Arturo Soria 28 existe hoy una residencia universitaria, construida tras derribar Villa Luisiana, donde viviera el médico y escritor Felipe Trigo. Fue como voluntario a la guerra de Filipinas, y volvió como el héroe de Fuerte Victoria. Con sus experiencias bélicas y su crítica visión social escribió su primera novela, Las ingenuas, cuyo inmenso éxito le enriqueció. En su propio palacete, víctima de una depresión, se pegó un tiro en 1916 tras dejar una nota en la que pedía perdón a su esposa e hijos. En cuanto a los humildes, encontramos muchas anécdotas en el libro Ventas-Ciudad Lineal en el recuerdo, de Luis Puicercús Vázquez. Como la de aquel hombre, en los años 40, cuyo burro se desnucó al resbalar en el hielo, y que al volver al lugar del accidente se encontró con que los hambrientos vecinos lo habían descuartizado; o la costumbre de "beber de la lata" un cóctel hecho con los restos de las copas de clientes menos pobres, vertidos en una lata. En ocasiones se echaba en una botella y se llamaba "marabunta", como recoge el dramaturgo Alfonso Sastre en La taberna fantástica. Vinieron luego, sin duda, tiempos más prósperos.
Es una pena ver que la Ciudad Lineal de Arturo Soria, nacida para sortear la especulación, acabara siendo otra víctima de ella, y un consuelo comprobar que al menos ha quedado una zona de Madrid con anchas y arboladas calles, reflejo de un sueño renovador que, en cierto modo, pervive.