Una dacha en el Golfo empieza con un espejismo y termina con las dos versiones —la bíblica y la coránica— de la parábola sobre el camello, los ricos (arrogantes y no creyentes en la versión islámica) y el reino de los cielos. El espejismo es el sueño del autor y protagonista, el periodista y editor Emilio Sánchez Mediavilla (Santander, 1979), a su llegada a Bahréin en 2014, de aprender bien el árabe, convertirse en un expatriado cínico e igualar a Graham Greene con una de espías que explicara magistralmente las mil caras de Oriente Medio en el siglo XXI.
Vivió dos años en Bahréin, llenó de notas varios cuadernos azules de tapa dura, se echó a la calle, nunca consiguió aprender árabe y, según confiesa, a pesar de años de experiencia en la agencia EFE y otros medios, tampoco se convirtió en un reportero valiente, pero hasta el Greene más humanista de El poder y la gloria estaría orgulloso de la prosa vitalista, la mirada sin prejuicios y el humor fino y delicado que embelesaron al jurado que premió su trabajo en la última Feria Internacional del Libro de Guadalajara con el I Premio Anagrama de Crónica.
Como explicaba Leila Guerriero, integrante del jurado, el lector queda atrapado de principio a fin por un relato magistral sobre “algo desconocido que en principio no me importa un cuerno”. Otro de los jurados, Juan Villoro, comparó el libro con “una especie de Las mil y una noches posmoderna” por la mezcla de riquezas, mantras, tabúes, voces, represión, valor estratégico y cruce de culturas que Sánchez Mediavilla aprovecha para dibujar lo mejor y lo peor de un país minúsculo perdido en el Golfo Pérsico.
Aunque lo llama índice, las quince frases en que, en la página 11, sintetiza el libro son más bien perlas de adorno sobre el archipiélago del tamaño de Menorca entre Arabia Saudí y Qatar con poco más de un millón de habitantes, la mitad de ellos inmigrantes en semiesclavitud, y, desde mediados del siglo XX, importante productor de gas y petróleo, centro financiero y base de la Quinta Flota estadounidense y de la Armada británica.
En sus doscientas páginas, repartidas en dieciséis apartados o capítulos, entre el espejismo inicial y la parábola de cierre —sin bibliografía, mapas ni apoyo adicional alguno— descubrimos la mejor radiografía publicada hasta hoy en castellano de uno de los cuatro países del mundo de mayoría musulmana chií, gobernado desde la independencia, en 1971, por la misma dinastía suní, Al Jalifa, que en 1783 arrebató el control de las islas al imperio persa.
En este libro, una especie de 'Las mil y una noches' posmoderna, su autor dibuja lo mejor y lo peor de Bahréin
Los cinco primeros capítulos le sirven de preparación para el clímax de la obra: las protestas masivas en la rotonda/plaza de la Perla entre el 14 de febrero y el 15 de marzo de 2011, aplastadas por los tanques saudíes. Más de 120 manifestantes perdieron la vida en las protestas y las represalias posteriores, miles resultaron heridos, centenares fueron encarcelados, muchos torturados, docenas se dieron por desaparecidos y muchos perdieron sus empleos. Como en tantos países árabes, la primavera bahreiní terminó en tragedia, sin avance alguno en las reclamaciones de los manifestantes contra la corrupción, la destrucción sistemática de los recursos marinos con islas artificiales en terreno ganado al mar y la discriminación sectaria de los chiíes en todos los ámbitos. No se ha recuperado la constitución de 1973 ni un parlamento con capacidad legislativa real y la monarquía de los Al Jalifa, títere de Riad y de las grandes potencias occidentales, sigue reprimiendo con impunidad y el silencio cómplice de sus protectores saudíes y occidentales.
“No era fácil informarse de lo que ocurría en Bahréin, ni siquiera viviendo allí”, escribe el autor, aunque “se podía seguir el recuento de ejecuciones porque el propio ministerio del Interior ofrecía esa información”. Como en casi todos los países árabes, Bahréin —tanto el Gobierno como la oposición— hace un esfuerzo ímprobo para engañar al mundo mostrando a unas pocas mujeres, cuidadosamente elegidas, en posiciones de autoridad y negar así la grave discriminación que padecen. La otra trama favorita del discurso oficialista es la tolerancia religiosa, étnica y racial del país como tierra de acogida, otro mantra que el autor desmonta en la segunda mitad del libro con ayuda de numerosos testimonios de primera mano y entrevistas, tras su vuelta a España en 2016, con algunos de los disidentes refugiados en Europa.