La niña-santa Greta navegó hacia Madrid en el catamarán de unos amigos de la gauche divine, de radicales-chic en feliz expresión de Tom Wolfe. Como dijo Josep Pla “es más fácil creer que saber”, y hay, por desgracia, más emoción, aprensión y comportamiento supersticioso que ciencia y razón alrededor del tema del clima. Pero vimos cómo recibieron una atención superior los virtuosos indignados que los científicos como Lewis Dartnell (Londres, 1980) que sí saben de qué están hablando. Como dice él mismo con humor “el movimiento de los demás planetas por el cielo no determina nuestro carácter o nuestra suerte, pero sí el clima del planeta”. Orígenes. Cómo la historia de la Tierra determina la historia de la humanidad es un libro importante y le dice cosas tan interesantes como ésta al lego que quiere oírlas.
Durante un 80/90 por ciento de su existencia, la Tierra fue mucho más cálida que ahora, y los casquetes de hielo en los polos “una rareza”. Ocurrieron fenómenos como el llamado “Máximo térmico del Paleoceno-Eoceno” en el que, durante un lapso geológico muy breve, de unos 10.000 años, cantidades enormes de CO2 o metano CH4 (de origen no volcánico sino biológico) fueron inyectadas a la atmósfera, creando un potente efecto invernadero. No se desencadenó ninguna extinción en masa similar a la del final del Cretácico o del Pérmico, aunque los ecosistemas del mundo sí sufrieron una gran transformación. Las condiciones tropicales se extendieron hacia los polos, y se conocieron los cocodrilos y las ranas en el Ártico.
Pero las cosas cambiaron. La Tierra ha experimentado a lo largo de los últimos 50 millones de años una tendencia prolongada hacia el enfriamiento y la desecación (“enfriamiento del Cenozoico”). Pasamos de ser un invernadero a una cámara frigorífica y estamos en un estado inestable propenso a la congelación. Hace 2,6 millones de años entramos en una época de “edades del hielo”, de las que hemos vivido entre 40 o 50, cada vez más prolongadas y frías. Esas fases alternas glaciares e interglaciares son impulsadas por cambios rítmicos de la órbita e inclinación terrestres conocidos como “ciclos de Milancovitch”. Se trata de un estiramiento periódico de la órbita de la Tierra alrededor del sol en una forma ovoide más alargada (conocida como ciclo de excentricidad), fenómeno al que se le unen otros, como el ciclo de precesión terrestre (el giro del eje de la tierra). El anterior periodo interglaciar fue mucho más cálido que el actual, por lo menos 2 grados, con un nivel del mar 5 metros más elevado. Animales que asociamos con África discurrían por Europa, encontrando restos fósiles de leones y de hipopótamos en la misma Trafalgar Square.
El movimiento de los demás planetas no determina nuestro carácter o nuestra suerte, pero sí el clima, dice el autor entre otras cosas apasionantes
La Humanidad no se volvió más sedentaria y pudo desarrollar la agricultura hasta el período interglaciar actual, el Holoceno, en el que entramos hace 11.700 años, y que no es más que “un breve interludio térmico antes de que el clima se hunda de nuevo en otro episodio gélido”. Las “edades del hielo” han hecho que los animales y plantas fluctúen hacia el norte y hacia el sur como una “marea viva”.
Esas son algunas de las apasionantes historias que nos cuenta el autor de este libro fascinante, escrito con una prodigiosa facilidad. Dartnell estudió Biología en Oxford y es Doctor por el University College de Londres. Es un premiado divulgador científico que colabora en las más importantes publicaciones, además de habitual del Canal de Historia y del Nacional Geographic. En Orígenes nos cuenta la historia de la Tierra desde el punto de vista de las fuerzas geológicas, ilustrándolo con ejemplos como el hecho de que el mapa político del sureste de los EE. UU. continúa siendo moldeado por sedimentos procedentes de un mar que existió hace 75 millones de años o el modo en que las pautas electorales en Gran Bretaña reflejan la localización de depósitos geológicos que datan del Carbonífero. Porque el motor de la vida y también de las civilizaciones es la tectónica de placas. Recuerda en parte a la obra Armas, gérmenes y acero en la que Jared Diamond, proponía los fenómenos de la configuración física del planeta para explicar el nacimiento y auge de las civilizaciones. Sin duda Orígenes es uno de los libros imprescindibles del año y alguien debería decírselo a Greta.