Thomas Childers. Traducción de Fernando Bogado. Crítica. Barcelona, 2019. 749 páginas. 29,90 €. Ebook: 12,99 €
En 1942, en plena guerra mundial, los hermanos Hans y Sophie Scholl y un puñado de estudiantes de Múnich tuvieron el gesto heroico, que les costaría la vida, de distribuir unos panfletos en que denunciaban al régimen nazi, culpable de “crímenes sin parangón en la historia humana”. Se referían a los asesinatos de judíos, cuya verdadera magnitud no se conocía entonces, pero su condena se dirigía contra un flagelo que amenazaba a toda “la cultura cristiana y occidental”. Tres años después el ejército ruso logró penetrar en Berlín y el “ser infrahumano” que denunciaron los Scholl se disparó un tiro en la sien, quizá consolado por la creencia de que su propio fin coincidiría con el de una nación alemana que no había estado a la altura de su caudillo.
Desde entonces una pregunta nos atormenta, o debería atormentarnos: ¿cómo se llegó a aquello? ¿Cómo un siniestro y enloquecido líder demagógico pudo hacerse con el poder en Alemania y llevar a toda Europa hacia abismos atroces? Una respuesta completa quizá no la tengamos nunca, pero nunca debemos dejar de hacérnosla, para ser conscientes de los extremos de maldad anidados en la naturaleza de seres, aparentemente anodinos, que en determinadas circunstancias pueden convertirse en monstruos. Como ese representante de productos farmacéuticos que se convirtió en una pequeña rueda feliz en el engranaje del exterminio y concluida la contienda trató de reanudar su vida en el anonimato, cuya lamentable historia narra Patricia Posner en El farmacéutico de Auschwitz (Crítica).
Thomas Childers, reconocido especialista en la historia alemana, no discute en El Tercer Reich las distintas interpretaciones que acerca de la naturaleza y los orígenes del nazismo se han ido proponiendo en el curso de los años, simplemente expone los hechos, desde que un tipo fracasado que se apellidaba Hitler vagabundeaba por la Viena imperial de principios de siglo hasta el hundimiento final de su régimen entre las ruinas de una Alemania devastada. Su relato, bien escrito y en general bien traducido en la edición española, representa hoy la mejor historia narrativa del nazismo en un solo volumen, por lo que su lectura resulta recomendable tanto para quien quiera iniciarse en el tema como para quien desee integrar sus conocimientos previos en una síntesis coherente.
Childers (Tennessee, 1946) deja al lector la tarea de reflexionar sobre las lecciones que la experiencia nazi ofrece acerca del nacionalismo, el racismo y el fanatismo, la fragilidad de la democracia y los recovecos más oscuros de la naturaleza humana. Lo cierto es que es difícil no sentirse apesadumbrado al terminar sus páginas y los interrogantes que surgen son muchos. Uno de ellos, acerca del que el libro ofrece muchas pistas, es el de la acumulación de circunstancias que contribuyeron a que aquella banda de fanáticos lograra someter a su voluntad a Alemania y emprender una guerra brutal que cerca estuvo de someter a toda Europa. Pero otro factor, acerca del cual el relato de Childers es especialmente lúcido, resultó crucial: los errores de quienes infravaloraron la amenaza que representaban Hitler y los nazis.
El Tercer Reich representa la mejor historia narrativa del nazismo en un solo volumen, por lo que su lectura resulta muy recomendable
El primer gran error fue el de los políticos ultraconservadres alemanes, que en su deseo de poner fin a una democracia que despreciaban creyeron poder servirse de Hitler y allanaron el camino hacia su poder absoluto y, por tanto, hacia una guerra que devastaría Alemania. Y el segundo fue el de los gobernantes democráticos de Gran Bretaña y Francia que, en su deseo de preservar la paz, cedieron una y otra vez ante Hitler para luego tener que ir a la guerra en condiciones peores que cuando mancillaron su honor al sacrificar a Checoslovaquia en 1938.
Mención aparte merece el antisemitismo nazi, que constituye uno de los ejes centrales del relato de Childers y de la propia realidad histórica. En la España de hoy, en la que la extendida hostilidad a Israel desemboca a menudo en una abierta reticencia hacia los judíos, es frecuente que se banalice el Holocausto como una más de las atrocidades de la historia humana o incluso se equipare a los israelíes con los nazis. Ello es inadmisible: el sistemático exterminio de hombres, mujeres y niños, por el solo hecho de pertenecer, ellos o sus abuelos, a una determinada comunidad religiosa reinterpretada como una raza maldita, fue el peor genocidio de la historia contemporánea y probablemente de toda la historia. Los líderes nazis se sintieron orgullosos de haberlo perpetrado, aunque eran conscientes de que debían ocultarlo al pueblo alemán. En realidad, la Shoah ha sido uno de los fenómenos históricos sobre los que más se ha escrito, y Childers ofrece un resumen breve pero competente.
No es fácil que algo similar se repita, pero no se puede bajar la guardia contra los discursos del odio que buscan falsos culpables para problemas reales. En muchos lugares la xenofobia da réditos políticos y, aunque cualquier comparación con Hitler sea desmesurada, proliferan los líderes demagógicos que hacen del nacionalismo exaltado el eje de su discurso. En palabras de Childers: “Es un imperativo político, pero, aún más, moral: que esto nunca más vuelva a suceder”.