Cantos
Redactados durante algo más de cinco décadas, los poemas de este volumen de Ezra Pound contienen una gran libertad creativa
18 noviembre, 2019 07:23La obra de Ezra Pound (Hailey, 1885 - Venecia, 1972), miembro destacado de la llamada Generación Perdida, ha influido a gran número de escritores. Sus coetáneos T. S. Eliot, James Joyce o William Carlos Williams, así como Allen Ginsberg o el español Leopoldo María Panero, se sintieron guiados por los versos del estadounidense. Modernista e imagista, traductor de trovadores y estudioso de las culturas orientales, Pound intentó abrir nuevas vías poéticas. Cayó a dos precipicios: el antisemitismo y el fascismo. Se perdió en laberintos mentales y estuvo recluido durante quince años en centros psiquiátricos.
El autor argentino Jan de Jager ha traducido los Cantos. El filósofo italiano Giorgio Agamben firma la introducción. En sólo diez páginas, Agamben pondera las coincidencias entre la literatura de Ezra Pound y la estética de tres libros célebres de su tiempo: La tierra baldía (Eliot), Finnegans Wake (Joyce), The Anathemata (Jones). Opina que Pound es el poeta que “se ha colocado con mayor rigor […] frente a la catástrofe de la cultura occidental”.
Las líneas de los dos primeros “Cantos” nos dan el tono general del libro. Comienza un viaje. Animales y hombres sentados en el sollado de una nave cruzan el mar. Coinciden con seres mitológicos y artistas que vivieron separados por los siglos. Homero, Robert Browning y Picasso son unidos por una escritura serena. En las siguientes secciones confluyen reyes, cortesanos, guerras, idiomas, culturas. Los personajes homéricos, Roma y sus fantasmas, unos cantores y sus vihuelas,exconvictos y esclavos, Segismundo y unos hombres que mueren de frío forman una red tupida de alusiones. William Blake corre en una montaña, los políticos arengan a las multitudes en el cieno y un solitario sigue los sonidos con la mirada. Encontramos menciones a Franco y El Cid. Se mezclan frases escatológicas y balances económicos. Especialmente dotado para describir la Naturaleza, el escritor observa que la vida continúa al margen de las fragilidades humanas: “La llama salta de la mano, la lluvia está como indecisa, / Pero bebe la sed de nuestros labios, / Con solidez de eco”.
Con su técnica de composición propia de la fuga musical, Ezra Pound desarrolla una polifonía con contrapunto entre voces variadas. Se alternan la imitación y la respuesta. Un ejemplo de ello son las diatribas contra la usura en los “Cantos” XLV y LI. La expresión se vuelve diáfana en los dos pasajes. Influido por Confucio, el autor inserta ideogramas chinos y nos dice que, a causa de la usura, el pan “está hecho de trapos mustios”. En los “Cantos pisanos”, entre víboras, ninfas y faquires, los profetas Isaías, Moisés, Jeremías y Zaratustra comparten páginas con los filósofos Escoto Erígena y Aristóteles, los pintores Manet y Uccello, los políticos Churchill, Lenin y Stalin, el transgresor bohemio Joe Gould. Más adelante, el poeta nos pide que dobleguemos nuestras vanidades. Sentencia con dureza: “Eres un perro apedreado en el granizo / Urraca hinchada bajo un sol errático”.
Redactados durante algo más de cinco décadas, los Cantos contienen una gran libertad creativa. Lo previsible tiene en ellos poco espacio. El fruto final es con frecuencia intrincado. Jonathan Pollock, analista paciente de los versos de Pound, le pone una etiqueta a la obra: “ilegible”. Pero Pollock se refiere a una dificultad y a una riqueza incompatibles con la lectura descuidada. El aluvión de materiales y la estructura rota reflejan las convulsiones políticas de la época. El escritor supo resumir su propia situación con una frase lúcida: “Los artistas son las antenas de las razas. Los efectos del mal social se manifiestan sobre todo en las artes”.
Esta primera edición íntegra en lengua española de los Cantos de Ezra Pound supera abundantes escollos técnicos. El poeta usó varios idiomas en la versión original de su libro e incluyó abreviaciones telegramáticas. La traducción esmerada de Jan de Jager respeta las peculiaridades literarias del autor.
Fragmento
La usura oxida el cincel
Oxida al artesano y la artesanía
Corroe la hebra en el telar
Nadie aprende a urdir oro en su trama,
El azur tiene un chancro por usura, el carmesí queda sin bordar,
La esmeralda no encuentra a su Memling
La usura liquida al hijo en el vientre de su madre
Impide al joven cortejar a su amada
Ha traído la parálisis al lecho, yace
Entre la novia joven y su desposado